La selección de la isla de Samoa americana, colonia de EEUU en el Pacífico Sur y uno de los 17 territorios no autónomos que reconoce la ONU, se hizo famosa en 2001 por el dudoso mérito de ser el peor equipo de fútbol del mundo. Esa vez perdieron 31-0 ante Australia en la mayor derrota de la que haya registro en FIFA, por las eliminatorias para el Mundial de Corea y Japón 2002.
Ahora, el equipo de Samoa americana volvió a ser noticia porque entre sus titulares tiene a un jugador transexual, el primero en el fútbol internacional. Se llama Jaiyah Saelua. Juega como defensor central con la fiereza de un stopper del Ascenso y con los delicados movimientos de una bailarina. Hace unos años fue parte de la renovación que llevó a este limitado equipo samoano, acumulan 30 derrotas y 229 goles en contra en partidos internacionales, a conseguir su primera victoria tras casi veinte años soportando goleadas.
Esa historia épica de superación colectiva la cuenta el documental británico “Gol gana” (Next Goal Wins en inglés -la pueden ver online acá), que fue presentado en abril en el Festival de Cine de Tribeca. La película sigue la transformación de un conjunto de futbolistas amateurs, que intentan jugar con muy poca idea de cómo hacerlo, en un sólido equipo que, consciente de sus limitaciones, rompe su mentalidad perdedora persiguiendo el sueño más primitivo del fútbol: hacer un gol.
El relato tiene varios personajes interesantes, pero Jaiyah Saelua se destaca pronto por su sexualidad. En un deporte tan machista como el fútbol ver que un jugador se pinta las uñas, se maquilla y se pasa la planchita después de los entrenamientos, y que sus compañeros lo toman con naturalidad, llama la atención y da ganas de saber más.
Jaiyah no es hombre ni mujer. Es fa’afafine, que quiere decir algo así como “a la manera de la mujer”, un tercer sexo en la cultura samoana. Lo que para el mundo occidental sería un transexual. Pero a diferencia de nuestro mundo, donde los transexuales suelen ser vistos por muchos retrógrados como anormales, en la mayoría de las islas polinésicas -en Tonga se llaman fakafefine, en maorí se dice whakawahine y en hawaiiano mahu- están integrados a la comunidad. Tienen roles sociales determinados y son figuras destacadas de la cultural local.
Saelua empezó a jugar al fútbol a los 11 años, cuando estaba en la Primaria y todavía no tenía en claro su sexualidad. “Era el único deporte competitivo que podíamos jugar”, recuerda. Su primer entrenador fue Nicky Salapu -a la derecha de ella en la foto de arriba-, el arquero que se comió los 31 goles contra Australia y otro de los protagonistas de la película. “Ese año ganamos el campeonato y yo fue elegida el mejor jugador del torneo”, cuenta. Dice que si hubieran sido derrotados o si no hubiera jugado bien probablemente hubiera perdido interés en el fútbol. Pero anduvo tan bien que, con 14 años, cuando estaba en el primer año del Secundario, se probó en la Selección y quedó. A los 15 hizo su debut internacional en un partido de Eliminatorias para Alemania 2006.
Ya en el Secundario su identidad sexual empezó a estar más clara. “Conocí otros transexuales y se hicieron mis mejores amigas. Aprendimos unas de otras y eventualmente se lo contamos a nuestras familias y amigos”. En Pago Pago, la capital de Samoa americana, nunca fue un problema ser fa’afafine. Pero cuando se fue a estudiar una carrera universitaria a EEUU, como cada año hacen muchos jóvenes samoanos, se sintió discriminada por primera vez. “Me quise probar en el equipo de fútbol de la Universidad de Hawaii. La prueba era a las 5 de la mañana y a las 5.15 ya me estaba yendo a casa. Durante el calentamiento, el entrenador me llevó a un costado y me dijo que no querías poner a sus jugadores en una posición incómoda. Ni llegué a mostrar lo buena que era. Me fui a casa, lloré un montón y seguí adelante”.
En el verano de 2011 Jaiyah regresó a Pago Pago para pasar las vacaciones con su familia y le ofrecieron volver al equipo nacional. “Ni sabía que estaban entrenando. Me crucé con uno de los jugadores cuando estaba de compras y me dijo que fuera a la práctica. Ni siquiera tuve que probarme. Me tomé un semestre y me quedé para jugar”.
La selección se estaba preparando para jugar los Juegos del Pacífico Sur en Nueva Caledonia. La película comienza ahí. Vemos la preparación, el viaje y las esperadas derrotas. Una detrás de la otra. Las imágenes de los partidos confirman las sospechas. El nivel del fútbol en esa parte del planeta es bajísimo. Samoa americana es el peor de los peores. El DT, llegado desde EEUU para darles la primera victoria, arranca compresivo y termina a puro insulto.
El fútbol sigue y Samoa americana pierde siempre. Entonces aparece el tipo que va a cambiar la historia. Un entrenador holandés que se llama Thomas Rongen y que se presenta diciendo que jugó, en este orden, “con George Best y Johann Cruyff”. Es alto, flaco, canoso, divertido y tiene una voz arenosa de tanto fumar. Es un Anthony Bourdain del fútbol. Surgió en las inferiores de Ajax como medio defensivo, pero nunca jugó en Primera. A fines de los 70 se fue a vivir a EEUU. Ahí jugó en muchos equipos y fue DT en otros tantos. Llegó a ser técnico del Sub20 pero lo despidieron en 2011 después de un par de malos torneos y dos o tres declaraciones fuera de lugar -habló mal de Neven Subotić cuando lo tenía en su equipo y el defensor decidió jugar para la Selección mayor de Serbia-.
Desprestigiado y todavía golpeado por la muerte de su hija adolescente en 2004, en un accidente de tránsito, Rongen aceptó el trabajo y se fue a Samoa americana con su mujer. Fue el único que aplicó al cargo cuando la Federación de EEUU lo ofreció. “Pensamos que sería otro hombre blanco que viene a hacer su trabajo y se va. Pero nadie mostró más interés en ayudarnos a crecer como jugadores que el entrenador Thomas”, dice Jaiyah. El holandés fue el primero entrenador que tuvo que le preguntó como quería que la llamaran. Hasta entonces todos le decían Johnny, el nombre que le pusieron cuando nació.
Con 14 años se probó en la Selección y quedó. A los 15 hizo su debut internacional en las Eliminatorias para Alemania 2006.
Rongen recuerda con humor el día que conoció a Jaiyah. “Cuando la vi por primera vez codeé a mi mujer de forma sarcástica y le dije: ‘Debe ser la masajista’. Cuando me dijo que era defensa central tragué un poco de saliva pero no dije nada”. Al principio, no creía demasiado en ella. En la película, admite que está en el plantel porque el grupo la quiere, pero adelanta que va a jugar poco. Al final, Saelua se ganó un lugar entre los titulares. “Lo que me hizo cambiar de idea fue cómo se esforzaba en cada entrenamiento. Ella se ubica muy bien en la cancha, además tiene una gran fortaleza mental y física”, explicó el holandés.
En esas prácticas, vemos como el loco de Rongen revoluciona al equipo. Le agrega talento con un par de futbolistas samoanos que trae desde EEUU. Y trabaja con el material local desde los fundamentos -cómo barrer para quitar una pelota- hasta la mentalidad que necesita un grupo que nunca ganó un partido. Jaiyah destaca esa parte: “No trabajó sólo en lo físico también nos entrenó para pensar como ganadores. Estábamos acostumbrados a perder”.
El 22 de noviembre de 2011, en el inicio de las Eliminatorias para Brasil 2014, todo ese trabajo le dio a la película su momento más emotivo. Samoa americana venció 2-1 a Tonga y ganó su primer partido internacional. Jaiyah fue una de las figuras. Para jugar, disminuyó su tratamiento hormonal para cambiar de sexo. “No quería ser demasiado suave en la cancha o jugar con mi potencial más bajo”, explica. Mostró velocidad para cubrir la última línea y fuerza para tirarse a los pies. Dio la asistencia para el primer gol y evitó sobre el final el empate. “Fue el momento más feliz de mi vida -dice Saelua-. Estaba contenta porque esa victoria fue una revancha para Nicky (El arquero de los 31 goles que había vuelto al equipo). Me pone feliz que se haya librado de esos demonios”.
Después de la victoria ante Tonga, casi le ganan a Islas Cook y perdieron por la mínima el clásico ante Samoa. Así, salieron del último lugar del ranking FIFA y subieron hasta el puesto 173, el mejor en su historia. Rongen dejó la selección y desde 2012 dirige a las inferiores de Toronto FC. Jaiyah volvió a Hawaii para estudia artes escénicas.
Este año, mil personas volvieron a celebrar ese primer triunfo en una sala de Tribeca. Jaiyah había decidido dejar el fútbol, pero cuando vio la repercusión que tuvo la película volvió a ilusionarse con jugar un rato más con su selección. Piensa en los Juegos del Pacífico Sur, en la clasificación para los Juegos Olímpicos y en las Eliminatorias para el Mundial de Rusia. Preparensé, en 2015 ella volverá a ser el dos de Samoa americana.