El reclamo de Bolivia por una salida soberana al mar tiene ya casi 140 años de antigüedad. En ese tiempo, millones de bolivianos han participado de una lucha que se hizo carne para la nación. Después de la Guerra del Pacífico, finalizada en 1883, Chile se quedó con la administración del antiguo departamento del Litoral (actual Antofagasta), que tenía más de 400 kilómetros de costa sobre el Océano Pacífico. El Tratado de 1904 cedió a Santiago esas tierras y dio comienzo a la demanda de grandes sectores de la sociedad boliviana, que denunciaron desde principios del siglo XX la ilegalidad de la resolución.
Desde la llegada al gobierno de Evo Morales, el reclamo de la salida al mar volvió a los primeros planos y se manifestó en todos los ámbitos. Por supuesto, el fútbol no estuvo ajeno. En un amistoso disputado en octubre de 2014 en Coquimbo, el delantero Carlos Saucedo convirtió los dos goles visitantes en el empate 2-2 frente a la Chile de Jorge Sampaoli y uno de ellos lo celebró tirado en el césped y haciendo la mímica del nado. Algo similar a lo de Ramiro Vaca en este Sudamericano sub 20.
“Con ese festejo quise demostrar que Bolivia tiene derecho a una salida al Mar”, explicó el goleador tras el encuentro y agregó: “fue algo que me salió, quizá es una forma de reclamar que queremos mar, la emoción me invadió y nada más. Lo había pensado una noche antes, porque acá (en Chile) nos molestaron, nos andaban pinchando con el tema, se burlan de nosotros. Con esa celebración señalé que Bolivia tiene su derecho”. Al final del primer tiempo, Gary Medel le reclamó a Saucedo por su accionar.
El gesto de Saucedo generó lo que muchas veces las gestiones diplomáticas no pueden: la reacción del pueblo. Tras el gol, las redes sociales explotaron con proclamas sobre el tema. Incluso, el hecho tapó el buen trabajo de la Selección, que logró empatar contra un rival que venía de perder por penales contra Brasil en la Copa del Mundo. #MarParaBolivia fue uno de los tópicos de aquel momento en Twitter.
En 2014, el estado plurinacional de Bolivia publicó “El libro del mar”, en el que explica las consecuencias del “enclaustramiento”. A criterio del gobierno de Evo Morales, la pérdida de la costa implicó serias limitaciones en la comunicación con el resto del mundo. La pérdida de 120.000 kilómetros cuadrados generó no solo problemas en el intercambio comercial, sino también una privación de “recursos naturales existentes en aquel territorio y en la zona costera adyacente”, entre los que se encuentra una de las reservas de cobre más importantes del planeta.