Uruguay está en el Mundial e incluso logró evitar el famoso repechaje, una especie de enemigo con derecho a roce que se ha mantenido entre nosotros durante todo el tercer milenio.

Pese a eso, la polémica en torno al equipo, sus logros y su funcionamiento no disminuye en intensidad, lo cual no sorprende en lo más mínimo, ya que es algo que sucede en todos los pueblos con marcada cultura deportiva.

No hay vuelta. Así somos los humanos y así seguiremos siendo con las cosas que nos apasionan. En los últimos once años, o sea durante el llamado proceso Tabárez, hemos escuchado enfoques de todo tipo. Algunos críticos, otros elogiosos. Algunos racionales, otros no tanto. Algunos bien intencionados, otros no.

Sin embargo, se ha explorado muy poco sobre un componente esencial para abordar cualquier discusión de estas características: el histórico.

festejo cavani

El partido con Paraguay me sorprendió en Brasil, en donde estaba disfrutando de unos inmerecidos días de ocio. Luego de la victoria y de leer las reacciones en el Twitter gracias a un celular prestado, empecé a desarrollar mentalmente estas líneas.

Estuve varios días pensando, caminando entre las olas y el sol, para redondear algunas ideas, que solamente pretenden ser un pequeño aporte al debate.

El objetivo es refrescar de dónde venimos para entender quiénes somos, porque es imposible valorar el presente sin saber qué sucedió en el pasado. ¿Cómo entender dónde estamos si perdimos de vista el punto de partida?

Advierto que el relato puede ser un poco largo, pero si el lector es tan apasionado de este deporte como espero, confío en que llegará al final.

Uruguay acudiría a tres mundiales consecutivos, lo cual ya de por sí tiene un enorme valor para un país que cuenta con una gran tradición futbolística, pero que también sufre notorias carencias económicas, sociales y, especialmente, demográficas.

No podemos olvidar tampoco la dificultad del camino, que presenta 10 selecciones parejas, entre ellas Brasil y Argentina, además de una serie de sedes extremadamente complejas, desde el punto de vista climático y geográfico.

Pero detengámonos en lo histórico. Aquí no hay opiniones subjetivas, sino datos de la realidad. A Uruguay siempre le costó MUCHO clasificar a los mundiales. De hecho, solo ocho años después de Maracaná, la Celeste desbarrancó en la primera eliminatoria de la historia, quedando afuera de Suecia ’58 e incluso cayendo goleado penosamente en Paraguay.

Luego clasificó a cuatro mundiales de corrido, es verdad, pero después de eso las decepciones han sido muy frecuentes. Fueron cinco eliminaciones en diez mundiales disputados (’78, ’82, ’94, ’98 y ’06).

uruguay festejo

De hecho, esta sería la primera vez que Uruguay concurre a tres mundiales consecutivos desde 1974. Es decir, clasificar a un Mundial debería ser valorado como algo grandioso y no como algo rutinario, simplemente porque nunca fue rutinario, sino todo lo contrario.

Incluso, podríamos agregar que el grado de dificultad es mucho mayor ahora que hace unos 20 años atrás, dado que el nivel de las selecciones sudamericanas ha crecido enormemente en los últimos tiempos. Hoy Colombia es una potencia, Chile se metió en la elite, Ecuador ha ido a tres mundiales y Venezuela hace años que dejó de ser la cenicienta (aquella de “te queremos ver rival” que cantaba la BCG).

Alguien podría argumentar que antes iban menos equipos a los mundiales y que ahora van cinco selecciones de Sudamérica, o sea la mitad del total. Es verdad, pero Uruguay supo quedar afuera en una serie en la que únicamente estaban Venezuela y Bolivia (1977) y también en una serie en la que clasificaban dos y estaban Brasil, Bolivia, Ecuador y Venezuela (1993). Y no olvidemos que en el ’97, ya con el nuevo formato de todos contra todos, Uruguay, que venía de ser campeón de América, terminó séptimo en nueve equipos (Brasil ya estaba clasificado por haber sido campeón del mundo en 1994).

De nuevo, la eliminatoria siempre fue un tormento, así que deberíamos valorar muchísimo cada clasificación. Ni que hablar si son tres consecutivas y más aún si es sin repechaje, lo que es inédito para Uruguay en este formato de competencia.

En otras palabras, no parece demasiado sensato tildar de conformista a un tipo que festeja una clasificación, como si para Uruguay la Eliminatoria fuera un paseo de salud en el que los rivales son Chipre, Canadá y Arabia Saudita. O sea, es mucho más sensato el que festeja y valora que el que critica por festejar y valorar.

La próxima semana publicaremos la segunda parte, en la que se analiza el estilo del fútbol uruguayo.


NdE: Publicado originalmente en Zona Mixta.