El mito indica que Grillo hizo un gol imposible aquel 14 de mayo de 1953:

Decía Félix Daniel Fracara en El Gráfico:
“Al término de de una magistral acción individual, Ernesto Grillo ha rematado desde un ángulo sumamente difícil para batir a Ditchburn con un tiro a media altura. La maniobra de Grillo fue hábilmente finalizada porque primero amagó patear consiguiendo que el arquero se descolocara y luego pateó. El gol de Grillo, dechado de habilidad y visión, fue lo mejor de ese periodo y, por lo tanto, del partido.”

Decía Iván Sandler en El Gráfico:
“Taylor, de cabeza, adelantó a la visita. Pero allí apareció la jugada que fue gol, y el gol que fue leyenda. Grillo, el Pelado de abundante cabelleragol 02, recibió de Lacasia, dejó en el camino a Wright y Barlow y enfiló hacia el arco. Barras se le tiró al piso, pero su esfuerzo fue inútil. El argentino estaba en una posición incómoda, un ángulo muy cerrado. El arquero Ditchburn pecó de ingenuo y se adelantó un paso para cortar el centro. Pero Grillo, picardía en estado puro, remató al hueco que había entre el número uno inglés y el palo. Nadie lo creía. Nacía el gol imposible.”

Decía Ernesto Grillo:
“¿Si tiré al arco?… Mire, si usted quiere ganar la lotería, tiene que comprar un billete”.

Decía en 1958 la Historia del fútbol argentino, en su Tomo III, página 520. Buenos Aires, Editorial Eiffel.
“Fue Inglaterra la que abrió el score. En un contraataque a fondo, exigió córner a nuestra defensa. J. Feogarr sirvió el tiro de esquina. Titubearon Dellacha y Musimessi y Taylor aprovechó para conectar un certero cabezazo que envió el esférico a la red. Había injusticia evidente por la conquista, para la que hasta entonces no hicieran mérito los británicos. La multitud quedó tan en silencio, que los aplausos, en vez de romperlo, lo hicieron más notable aún. ¿Es que en definitiva era cierta nomás la mentada eficacia del sistema? ¿Es que realmente el virtuosismo resultaba estéril frente a la planificación rígida?

Sólo un minuto después duró el interrogante. Sólo un minuto tardó en llegar la respuesta. El estilo criollo, que deja al hombre la más amplia libertad de iniciativa, que no lo aprisiona en planes diagramados con anticipación y para siempre, tuvo en el hombre la solución que hasta ese momento no había podido conseguir el conjunto. Solución que llegó por la ruta imprevisible, inesperada, casi ilógica y hasta absurda, destructora de todo calculismo, pero llena de genio y audacia.

Grillo fue ese hombre. Recibió un pase largo de Cecconato, y avanzó resueltamente; eludió en su marcha a dos contrarios y entró al área rival cerca de la línea del córner. Tres compañeros de Grillo corrían hacia la valla inglesa siguiendo la jugada de aquel: Cecconato, Micheli y Cruz. Cualquiera de los tres estaba en condiciones de recibir el pase y shotear con éxito. Barrass se recostó sobre valla y Dichtburn, el arquero, se colocó algo adelantado de modo de poder interceptar el pase o el centro corto que la lógica racional indicaba era lo que debía hacer Grillo, a quien Garret perseguía desesperadamente. El pase al medgol 03io o el centro corto: eso era lo que aguardaban Barrass, Dichtburn y la multitud toda. Pero no fue lo que hizo Grillo, sino que shoteó y la pelota pasó por el espacio que había entre al arquero y el poste, para ir a cuadricularse en los piolines. Por ese mismo espacio entró Grillo a la historia del fútbol. 

Su gol fue una obra maestra que dejó asombrados a los ingleses –jugadores y periodistas– y por segundos encandiló al estadio, que de inmediato explotó en atronadora ovación saludando la estupenda obra golística que acababa de presenciar. No era solamente la conquista del empate para nuestros colores lo que sacudía de entusiasmo jubiloso a la multitud, sino también el golazo por sí mismo, uno de esos golazos que alegran a nuestros hinchas, verdaderos catadores del arte futbolero.

Aquellos dos goles fueron como los sellos distintivos de las dos escuelas quo estaban frente a frente. Preciso y frío el inglés. Audaz, ingenioso y ardiente el argentino.”

Que dice la realidad:

Que el gol de Grillo no fue un golazo ni mucho menos. Fue una buena definición y nada más. No hubo una amague que engañó al arquero ya que Grillo venía lanzado, a la carrera. Tampoco era imposible imaginar que pateara al arco. Es más, observen que Dichtburn se arrojó bastante antes del remate de Grillo, lo que facilitó la definición.

Cada domingo vemos por lo menos uno de similares características.

Esto quiere decir que el fútbol de antes no era tan bueno como nos quieren vender y que el periodismo, también en aquellos tiempos, se encargaba de inflar las cosas.

Si tiene dudas, vean el gol: