En su primer partido de los Juegos Olímpicos de Barcelona, en 1992, el seleccionado de básquet de Estados Unidos igualaba 7-7 con Angola promediando el primer cuarto. El equipo de los sueños había arrancado algo oxidado en su juego, como preso de un favoritismo abrumador. Esa pequeña paridad, sin embargo, sirvió para despertar al genio, y el conjunto norteamericano entró en una racha parcial a favor de 46-1.

Croatian Drazen Petrovic (L) is guarded by U.S. MiLo increíble no fue que ese equipo de estrellas, poseedor de las figuras históricas más grandes que dio la NBA, forzara esa ventaja repentina. Lo increíble fue que alguien, en medio de esa demostración pasmosa de talento, pases, volcadas, contraataques, robos y supremacía, convirtiera un punto. El responsable fue Herlander Coimbra.

¿Cómo lo logró? Sobremarcó a Charles Barkley debajo de la llave hasta que Barkley se cansó y le pegó un codazo en la mandíbula. Falta técnica, un libre. Convertido. En ese momento la racha era de 31-0. Fue de 46-1. El Dream Team, el único, ganó ese partido por 68 tantos. Su rival le convirtió apenas 48. Antes de ese partido, el mismo Barkley había declarado: “¿Angola? No sé cómo juega. Lo único que sé es que está en problemas”. Contra ese equipo, todos estaban en problemas.

Michael Jordan, Magic Johnson, Larry Bird. Stockton y Malone. Pippen, Drexler, Barkley. Ewing y David Robinson. Diez de los 50 mejores jugadores de la historia, según la NBA. Había dos más. Laetner y Mullin. Qué importa. Nunca, ningún equipo de ninguna disciplina juntó tanto talento ni acumuló tanta diferencia con sus rivales.

Argentina hoy no enfrentará al Dream Team: jugará, apenas contra Estados Unidos.

CONSTRUCCIÓN

El equipo olímpico de profesionales era una necesidad norteamericana que derivó en un lujo. Como el combinado estadounidense, compuesto íntegramente por universitarios, sólo había conseguido una medalla de bronce en Seúl ’88 (además de caer en los Panamericanos y en los Juegos de Buena Voluntad), el desesperado deseo del Team USA de volver a dominar la disciplina desembocó en una doble negociación.

1992 Olympics: United States National Basketball TeamPrimero con el Comité Olímpico, para que permitiera jugar a los NBA. Después, con los NBA mismos. La primera fue más fácil que la segunda.

Larry Bird no quería saber nada con la Selección por sus dolores de espalda; Magic Johnson (retirado desde hacía 8 meses, cuando se había anunciado portador de HIV) no quería jugar si Bird no jugaba. Y Michael Jordan no pensaba volver a los Juegos (ganó Los Angeles ’84) sin los otros dos.

El primero en aceptar fue Bird, que luego se pasaría el 40 por ciento del tiempo de la competencia acostado boca abajo para aliviar su dolor. Desde allí, todo fácil. Bird arrastró a Magic que arrastró a Jordan (todos con la condición de no pasar por controles antidoping). ¿Y quién no iba a querer jugar con ellos tres?

Eran Maradona, Pelé y Cruyff.

UNA FOTITO CON EL ÍDOLO

Primero barrieron con el Preolímpico de Portland, donde entendieron cómo sería la tónica de sus participaciones deportivas: fotos con los rivales y los periodistas y los empleados de los estadios; goleadas inapelables.

Un mes antes de la esperada aparición en los Juegos los estadounidenses enfrentaron a la Selección Argentina dirigida por Guillermo Vecchio en aquel Preolímpico. El resultado fue aplastante, 128 a 87. No importó. “Fue muy distendido, como si fuera una exhibición. Ellos se reían con nosotros, jugaban medianamente en serio, pero les sobraba nivel, no les importaba mucho. Y nosotros tomamos con alegría el hecho de poder enfrentarlos, hasta festejamos algunas de sus jugadas”, explica Marcelo Milanesio.

Aquella noche, el base se dio el gusto de tirar una finta que dejó a Michael Jordan pagando ante los ojos del mundo. “Fue la mejor jugada que hice en mi carrera. Cuando volví a Córdoba todos me preguntaban cómo había hecho una cosa así”, recuerda. Después del partido todos los argentinos se sacaron fotos con sus ídolos NBA.

De allí, los héroes pasaron a una concentración en Montecarlo, donde jugaron ante Francia su único partido de preparación. Y, asombrosamente, en lugar de aparecer los problemas de ego y cartel, comenzaron a llevarse bien. Bird apodó “Harry” a Patrick Ewing, de quien se hizo inseparable compañero (a tal punto que la prensa comenzó a tratarlos como una unidad con el mote de “Harry y Larry”), mientras Magic y Jordan se pasaban una buena parte de la noche gastando dinerales en los casinos monegascos.

Barkley, a en los Juegos, se paseaba por las calles y daba limosnas de miles de dólares a los homeless españoles. Todo andaba sobre ruedas.

LOS BEATLES Y ELVIS

En Barcelona, decidieron evadir la Villa Olímpica y alojarse endos plantas completas del HotelAmbassador, un establecimiento ultravigilado con sala de videojuegos incluida, en el que cada jugador tenía una suite. Fueron criticados duramente por esa movida. “Va en contra del espíritu olímpico”, demandó el propio Fidel Castro. Le respondió John Stockton con una doble frase: 1) “Para mí el espíritu olímpico es ganarles a mis rivales, no dormir con ellos”. 2) “En Utah tenemos un dicho: los indios no cenaban con el general Custer, que los conquistaba”.

dreamteam
Llegar a los estadios también era un problema: doble custodia privada en los automóviles, subir por los ascensores de carga para que no los ahogaran bajo gritos desesperados que requerían autógrafos. Quizá un dato alcance para graficar la dimensión de popularidad de este equipo mundialmente amado:  la primera vez que entraron a la sala de prensa olímpica, hubo una ovación cerrada de los ¡periodistas! Un bochorno. Y eso que entonces todavía no era costumbre.

“Era como juntar a los Beatles con Elvis y salir de gira”, definió el entrenador de aquel  conjunto, Chuck Daly. Muchos alegan que tuvo el trabajo más fácil de la historia. Dirigió apenas dos entrenamientos durante los Juegos (no hubo más para el Dream Team), y no tuvo que pedir ni un solo tiempo muerto en los ocho partidos que jugaron sus dirigidos.

En la cancha sólo había lugar para palizas. Se impuso en sus duelos con una ventaja promedio de 43,8 puntos (“El problema es que nuestros rivales se dividen. Si la Unión Soviética jugara unificada, yo creo que apenas les ganaríamos por 25”, reflexionó Bird), y tuvo su encuentro más parejo en la final contra Croacia: sólo ganó por 32.

Anécdota: conociendo esa ventaja, y a sabiendas de que sería la menor que el Dream Team le sacara a una selecciónextranjera, el croata Drazen Petrovic (también NBA) le pidió a Stockton que consumiera el tiempo de la última posesión sin tomar un disparo al aro. Stockton le dio el gusto y Petrovic se fue feliz con su derrota y su medalla de plata, con la certeza de que entraba en la historia.

ÉXODO

En la premiación, Jordan, Barkley y Magic se pusieron una bandera estadounidense en los hombros. ¿Patriotismo? No. Eran hombres de Nike que tapaban el logo de Reebok, sponsor de la Selección.

Dos horas después de ese momento salió un avión privado hacia los Estados Unidos. Los doce héroes estaban en sus casas, a más de 6 mil kilómetros, cuando se corrió el maratón, y  ambién cuando se cerraron los Juegos. Es que este Dream Team era eso. Pero, aun siéndolo, despertaba locura y fanatismo por su nivel.

¿Habrá algún día un equipo igual? “No lo creo”, dice Jordan. “No lo creo”, dice Magic. “No lo creo”, dice Bird. ¿Y si aparece uno tan bueno como éste? Los tres coinciden: “Vamos a tener que enfrentarlo”.


La campaña del Dream Team en Barcelona ’92:

Primera fase
Estados Unidos 116-48 Angola
Estados Unidos 103-70 Croacia
Estados Unidos 111-68 Alemania
Estados Unidos 127-83 Brasil
Estados Unidos 122-81 España

Cuartos de final
Estados Unidos 115 77 Puerto Rico

Semifinal
Estados Unidos 127 76 Lituania

Final
Estados Unidos 117 85 Croacia