París, década del 50. Se detiene un coche último modelo en Parc des Princes o en cualquier rincón de la gran ciudad. Baja un hombre elegante que estremece con sus goles, juega en el popular Reims, pasa ropa como modelo, entona suaves Melodías y entusiasma a las francesas; es simpático, dueño de la mayor popularidad que el público de su país puede generar en esa época, tiene un nombre y apellido que suena armónico, es el ídolo que trasciende en la cancha, en la calle, en cualquier escenario. Es Just Fontaine. Su vida deportiva es corta y su final apresurado —por graves lesiones— a los 29 años, contribuye a agigantar su trascendencia. Un dato bastaría para calificar a este nombre definitivo en la historia del fútbol francés, europeo y mundial: es el máximo artillero del Mundial de Suecia (1958), con 13 tantos, cifra que hasta el momento no ha podido ser alcanzada a pesar de todos los fenómenos del gol que lo intentaron (Pelé, Müller, Riva y tantos otros). Es de la época del gran Raymond Kopa, cuando se apaga la estrella de Roger Piantoni. Siempre está cerca del arquero rival, aparece en todas las fotografías que impregnan la peligrosidad de su equipo. Es el certero definidor. Muchos le adjudican un alto grado de importancia a su ladero, Kopa, pero él se defiende así: “Raymond es un astro comparable a Di Stéfano, Didí o Pelé, pero con él o sin él yo siempre hice goles. Algo debo poner también de mi parte ¿no?” Admira, como todo el mundo, a Pelé y en el Mundial de 1966, y retirado ya del fútbol, permanece largo rato como un admirador más en la concentración brasileña para conseguir un recuerdo del sensacional jugador.

 

En Marruecos, Niza y Reims

Su lugar de origen es Marruecos, hijo de un francés de Toulouse, inspector general de la Tabacalera. Cumplido su ciclo de instrucción en el Liceo de Casablanca, se enrola en la Unión Deportiva Marroquí, equipo con el cual gana la Copa del Norte. Desde Francia lanzan ofertas que el joven Just acepta. Ingresa en 1953 al Olimpique de Niza. En esa encantadora región francesa alimenta su fama de goleador, contrae enlace y convence a los sucesivos entrenadores de la selección francesa que él es carta de triunfo siempre. Bajo el fuego de su artillería, Olimpique trepa posiciones y en uno de los tres años de su actuación, es campeón. Fontaine juega allí, al lado del entreala argentino Luis Carniglia. En 1954 su conjunto gana la copa de Francia frente a Marsella. Cuando Fontaine, al regresar del servicio militar, es colocado en reserva, Stade Reims ve su oportunidad y se descarga con una oferta de 10 millones de francos, que es aceptada por el club de Niza. Pasa al Reims, con Batteux de director técnico y compañeros importantes  del fútbol francés, como los defensores Jonquet, Penverne y delanteros como Piantoni y Vincent. Es su época de esplendor. Un anticipo de su futuro pareció la lesión grave sufrida el 2 de diciembre de 1957. Dos meses sin jugar, pero se recuperó. En 1958, Reims es ganador de la copa de Francia y campeón de la Liga. Para el primer torneo, debe vencer en la final al Nimes por 3 a 1, con esta formación estupenda en su ataque: Lamartine, Bliard, Fontaine, Piantoni y Vincent. Proyecta al Reims a las pujas por la Copa de Europa, en donde llega a la final con el fabuloso Real Madrid, que finalmente sale campeón. Fontaine rehúsa una oferta del equipo español, pero Reims se había quedado ya sin Kopa, quien regresa en 1959. Un año después, Fontaine es fracturado y finaliza su carrera.

Los 13 goles en el Mundial de 1958

Su aporte a la selección comienza el 17 de diciembre de 1953. Ese día, Francia derrota por 8 a 0 a Luxemburgo (tres goles suyos), con esta alineación: Kress, Pazur, Brust, Lemaitre, Bieganski, Mahjoub, Desgranges, Foix, Fontaine, Oliver y Vincent. Vuelve en 1956 a la selección, en un partido importante para Francia, que pierde solo por 2 a 1 con la Hungría de Bozsik, Grosics, Sandor, Koscis, Hidegkuti, Puskas y Szibor. El director técnico francés Pivarnot forma el trío central de la delantera con dos jóvenes, Cisowski y Fontaine, junto con el experimentado Piantoni. El trío de oro, Fontaine-Kopa-Piantoni, con Wisnieski y Vincent en las puntas, se unen en el Mundial de 1958. Ese 8 de junio, Francia le marca 7 goles al azorado guardavalla paraguayo Mayerregger, 3 de ellos con el sello de Fontaine (el score, 7 a 3). Francia pierde poco después con aquella Yugoslavia de Sekularak por 3 a 2 (dos goles de Fontaine), pero se rehace contra Escocia con score de 2 a 1 ( 1 gol de Fontaine), apabulla a la Irlanda del Norte de Blanchfloer y McParland, por 4 a 0 (otros 2 del gran goleador). El siguiente es un traspié honroso, por 5 a 2 (otro de Fontaine) frente al inminente campeón del mundo, Brasil y, finalmente, por el tercer puesto, le ganan al anterior campeón del mundo, Alemania 6 a 3, con 4 tantos de Fontaine que  llega a su consagración internacional: goleador máximo del Mundial con 13 goles. En paralelo a sus sucesos deportivos desarrollaba su carrera como cantante. Sus discos se vendieron mucho por su voz agradablemente suave, aunque proyectado aún más por su fama de futbolista: “Yo sé que no soy un gran cantante, pero me pagan muy bien y no es culpa mía que a otros que quizá canten mejor les ofrezcan menos”, se defendía.

Era la época de una vida muy agitada. Veamos una semana de actividades futbolísticas a pleno: “El domingo ganamos con el Reims a Lyon, por 3 a 0; el lunes fui a París para un internacional con Chile el miércoles y estuve concentrado; el jueves, de vuelta a Reims a entrenarse fuerte porque el domingo jugamos afuera del país. Así, casi todas las semanas. Por eso, soy feliz cuando llego a casa y comparto unas horas en mi hogar”. Sigue en la selección, con el trío de oro formado por él, Kopa y Piantoni. Aquel equipo produce una seguidilla de importantes triunfos: 5-3 a Portugal; 5-2 a Austria; 4-3 a España; 6-0 a Chile. De esos 20 goles, 9 son de Fontaine. Esa goleada a Chile con 2 tantos suyos el  6 de marzo de 1960, fue su última actuación internacional. Catorce días más tarde ocurrió un accidente definitivo para su carrera. Jugaba para el Reims contra el Sochaux, en partido violento, duro, donde había que demostrar coraje y valentía. Chocaron Sikou y Fontaine, y este, destrozado por el dolor, cayó con el presentimiento pintado en su cara. Piantoni llegó corriendo y pidió un médico, una camilla y una ambulancia. Fontaine tenía doble fractura de tibia y peroné. Vuelve en un partido por las eliminatorias del Mundial de 1962 (Francia 3, Bulgaria 0), pero no es el mismo y, para colmo, el hueso mal cicatrizado lo postra seis meses más. Algunos partidos más en el Stade, Reims, un encuentro final con la selección en Marruecos y adiós al fútbol, a los 29 años.

Quedó el cantante, el director técnico, el consejero, el hombre de negocios, su nombre famoso de una época extraordinaria del fútbol francés y aquellos 13 goles suyos en el Mundial de Suecia, récord de un futbolista de área como ningún otro en su país.

Artículo extraído del tomo IV del Libro del Fútbol de Editorial Abril (1975)