Como esos gambeteadores indomables que se saltean las divisiones inferiores, Morena Beltrán llegó a las ligas mayores del periodismo con escasos veinte años, a principios de 2019. Abandonó el semillero de Deportea y aterrizó sin escalas en los estudios de ESPN, donde, tras una breve prueba, comenzó a hacer “columnas de análisis” –así las titula ella– de quince minutos diarios. Eso tampoco duró nada porque enseguida presentó noticias, hizo algunos otros deberes y se ganó el protagonismo en el noticiero de una pantalla de alto prestigio y gran poder económico.
Pero no fue magia, diría un tatuaje. Morena es capaz de descular los intríngulis tácticos más sofisticados del mundo, de la liga que se te ocurra, y volverlos aptos para todo público gracias a la claridad matinal de su voz grave y sexy. Porque además es bella y sexy, algo que, lo sabe de memoria, ayuda a conseguir un lugar bajo el sol en la tele. De hecho, su cuenta de Instagram rebosa de fotos que resaltan su anatomía modélica. Pero a la vez, en un clima machirulo como la pelota y sus foros de discusión y agite, lo bello y lo sexy te juegan en contra. Tapan el bosque. También lo sabe de memoria. Sabe que para demostrar su monumental enciclopedia futbolera –y la pasión que guía sus movimientos– debe acopiar paciencia. Esperar a que dejen de mirarle las piernas –digámoslo de modo elegante– y se dignen a escucharla.
“Siempre sentí, y también ahora con la repercusión que puedo llegar a tener, que a la primera algún pajero va a decir: Che, mirá lo que es esa rubia. Pero a la tercera te escucha. Y se genera un clima de respeto”, resume su experiencia. También detecta cierta paradoja: prejuicios fundados en la corrección política. “Hoy en día se habla mucho de los cuerpos hegemónicos. Se dice que para estar en la tele tenés que ser linda o tener un aura. Y en parte es cierto. Ponele que te van a buscar por eso. ¡Pero no solo por eso! Los mismos que te dicen que discriminan a los que no tiene ese cuerpo, te discriminan a vos por tenerlo. ¡Si yo quiero laburar de la misma forma que quieren laburar otros! El pensamiento no puede ser tan corto. Para mí y para otras colegas esta es una pequeña batalla ganada. Hay un montón de puertas que se tienen que seguir abriendo. Nosotras no somos el fin, somos el medio, el vehículo de lo que se puede generar para que otras pibas se desarrollen en este ambiente con mayor naturalidad y frecuencia”.
Quien quiera rastrear influencias masculinas en su temprana fiebre futbolera, buscará en vano. Su padre, según ella, es muy devoto de Messi pero no tanto de su equipo, Independiente. Sus hermanos mayores son quizá más fervorosos, pero el gusto deportivo lo forjó solita. Y lo consolidó en la escuela, donde cada lunes le pasaba revista a la fecha con sus compañeros varones. Aunque en los años de pubertad, dice, el género es un detalle. Por lo tanto, el fútbol no tiene dueño.
Cuando reconoció que el periodismo sería su destino profesional, se concentró en los aspectos más científicos, por así decirlo, del juego. El diseño de los equipos, los movimientos previstos en la pizarra del míster. “Yo hacía video-análisis, que era algo que no estaba muy de moda, por lo menos en Twitter. Trabajaba para una página llamada Sector Bostero”. ¿En qué consiste tal tarea? “En marcar determinados patrones y conductas de un equipo y exponerlas en un video. Estaba bueno, pero me llevaba mucho tiempo. Para analizar un partido, lo veía en vivo, después lo veía de nuevo y ahí empezaba a cortar jugadas. Me llevaba unas cuatro horas”. Su highlight en el exigente rubro fueron las observaciones de la final de la Copa Libertadores entre River y Boca, en Madrid. “Explotó porque era una vidriera mundial”, recuerda. Al poco tiempo, la convocaron de ESPN.
El celo en el trabajo suele rondar la obsesión, que en el fútbol tiene antecedentes célebres sobre todo entre los directores técnicos, pero que suele dañar la vida social. “¡Pobre mi ex novio!”, se compadece a la distancia. “Me bancaba un montón porque yo no tenía plan de noviazgo. Me levantaba a las nueve para ver la Premier League y terminaba a las diez de la noche con la Superliga. Mis sábados y domingos, para alguien al que no le gusta tanto el fútbol, eran aburridísimos”. En tiempos de cuarentena como estos, las rutinas de Morena son un ejemplo cívico.
Hecha la fama, la chica de Haedo dice que cuando la encaran en el boliche le preguntan por el número cuatro de Arsenal. No la aflige. Al contrario, siempre y cuando perciba que su interlocutor habla con cierto conocimiento de causa y el compromiso que el tema merece. “Me puedo pasar media hora discutiendo si la posesión de pelota del Manchester City es productiva o no”. Las amigas y la familia la comprenden y la consienten: todos aceptan que deserte de la mesa –hora del mate o del almuerzo dominical– si el cable ofrece algún match apetecible. Su límite a la voracidad futbolera es el Ascenso. Con todo respeto por esas divisionales, aclara. Pero hasta ahí no llega. Prefiere conversar.
En la jungla ideológica del fútbol argentino, opta por no alinearse con ninguna de las corrientes canónicas. Y se dice “hincha de los jugadores” más que de los entrenadores y los sistemas. Sin embargo, si le piden que nombre a algún cráneo de la táctica, asegura que Marcelo Bielsa “es el número uno”. Aunque rescata una lista generosa. “Reinventarse en el éxito y darle una vuelta de tuerca a tu juego para que no te adivinen es muy difícil. Y Gallardo lo viene haciendo en los últimos cinco años. Reciclar la ambición es muy importante en el fútbol. También me encanta Heinze: su metodología de laburo eleva la vara del fútbol argentino, te obliga a competir de otra manera. Y Dabove me parece muy bueno también. Argentinos te puede dominar a través de la pelota pero también es muy disciplinado para cerrar espacios y apostar a la contra. Tenemos grandes entrenadores en el país”.
Sus preferencias se orientan hacia los equipos que “toman riesgos”. Le gustan los partidos de “palo y palo” como los de la Premier League, pero no cede al dogma romántico y moralista difundido por los menottistas tardíos. “Todas las ideas son válidas. No voy a descalificar a un equipo porque se defiende en bloque bajo, entrega la pelota y aprovecha dos contras para meter dos goles. Cada uno tiene sus herramientas, su ideología y apuesta por las características de los jugadores que tiene. Mientras esté en el reglamento, andá y competí de la manera que quieras.
-¿Qué equipos del mundo tenemos que ver?
-Me sorprendí mucho con el Leipzig, que le ganó al Tottenham 3-0. Durante la Champions League pasada me enloquecí con el Ajax, que le ganó al Real Madrid, a la Juventud y después perdió insólitamente con el Tottenham. Pero en esta Champions, el Leipzig me parece el equipo más entretenido, junto con el Atalanta. Tiene jugadores de buen pie, mucha intensidad y arriesga desde el primer pase. Hoy el componente físico es muy importante. Los futbolistas son atletas. Por eso el Barcelona no puede competir a nivel internacional.
La erudición de Morena proviene más de la dedicación full time que de fuentes académicas. Suele ser así con el fútbol. Antes de adentrarse en una formación terciaria específica, la periodista de ESPN se educó, como tantos otros, mirando partidos. Aunque hubo un libro que la impactó: Fútbol todotiempo e historia de La Máquina, de Carlos Peucelle, gloria en blanco y negro al que se lo considera el mentor de la famosa delantera de River de los años cuarenta a la que alude el título. Es decir, la edad de piedra de la táctica. “Es un libro que me abrió el bocho. Yo antes complejizaba mucho el fútbol. Y no todo está planificado. Más allá de la estrategia puntual de un partido, se trata de la toma de decisiones del jugador. El libro es cortito, conciso, te habla mucho de la formación y la esencia del jugador. Y eso te ayuda a entender su comportamiento”.
Acaba de abandonar el nido paterno para mudarse sola a Palermo, nueva señal de su madurez vertiginosa. Y en uno de los gimnasios del barrio más canchero de la ciudad de Buenos Aires gasta todas sus mañanas. Es necesario mantenerse ágil, verse bien. Estar en movimiento. Los horarios ya no le permiten jugar al fútbol (describe sus talentos en la cancha con dos acciones: “corro y defino”) porque todo lo demás es trabajo. El entusiasmo de la novata se complementa bien con la crítica al oficio. Y coincide parcialmente con que el periodismo experimenta una fase de decadencia. “Pero, como público, uno tiene que ser responsable de lo que elige. Hoy, con las redes, las páginas web, tenés una gran variedad. No tenés por qué seguir dándole entidad a la periodista o el periodista que mata a los que protagonizan el deporte porque se siente más que ellos. O al que por dos puntos de rating se la pasa gritando o analizando solo si hay cabaret o si fue o no penal”.
-Pero la pelea y el escándalo garpan, ¿o no?
-No sé si garpan. Es cuestión de las prioridades y de la impronta que una le quiera dar a su programa. Yo no me siento cómoda en ese papel. Como comunicadores somos responsables del comportamiento social en torno al fútbol. No me da después para lavarme las manos. No me gusta sentirme parte de eso. Para mí, lo más importante es el juego.
Fotos: Gentileza de Jose Nicolini.