Me encontraba, como todos los sábados a la tarde, sacando fotos en una Liga de Fútbol Amateur, en el barrio Fisherton, Rosario. La liga se llama Soñando con el Gol y juegan muchos equipos que llegan desde todos los rincones de la ciudad.
Mientras iba de cancha en cancha mirando fotos desde la cámara, levanto la mirada y me cruzo fugazmente con una persona en una vieja bicicleta. Sigo caminando y a los pocos segundos reacciono, ese rostro me resulta familiar, entonces pienso: “¿Ése no era el Trinche?”.
Freno, giro y lo miro desde atrás (como lo vieron en cancha todos los que alguna vez quisieron quitarle la pelota). Esa perspectiva me da valor para ir y preguntarle:
-Disculpemé señor, ¿usted es el Trinche?
-Si, si.
-Ah mucho gusto, un placer conocerlo. ¿Le puedo sacar una foto?
-Sí, cómo no (atina a bajarse de la bicicleta).
-No, no, ahí nomás. En la bici está bien.
-Nooo… ¡que voy a parecer un mamarracho!
-Ahí está perfecto, Trinche (saco la foto).
El Trinche estaba buscando un partido en particular, estaba queriendo ver al equipo de un amigo. Me preguntó si sabía en que cancha estaba jugando Fondo Blanco. Me fijo en la planilla de partidos y le indico.
Me agradece muy cordialmente, y se va.