Para el Mundial de 1998, la Football Association resolvió que uno de los pilares para que la selección de Inglaterra pueda volver a ganar la Copa después de 32 años era hacer sentir como en casa a sus jugadores. Decidió así hospedar al plantel y al cuerpo técnico en un predio cercano a La Baule-Escoublac un pueblo costero de la Bretaña francesa.
Entre las alternativas de ocio, la federación ofreció a los futbolistas (contrato comercial mediante) la llegada semanal a sus habitaciones de la revista británica NME (New Musical Express). Nacida en 1952 y con su época dorada durante el auge del punk, se había consolidado como una de las más prestigiosas publicaciones de la música popular inglesa. Aparecía en los pies de la cama de cada futbolista durante la tarde de cada miércoles.
Más allá de las concentraciones (ya existía la Playstation y los reproductores de MP3, y a veces hasta jugaban al golf) lo que les aburría a los futbolistas era dar entrevistas. Estaban hartos de responder ante la consulta sobre si “esta vez sería la vencida”, respecto al fin de la malaria en los Mundiales. Estaban cansados de estudiarse “Hola Colombia”, en español, para mandar un saludo a Caracol TV (que se estrenó como emisora privada en esa misma Copa) antes del duelo entre ambas selecciones en la tercera fecha del Grupo G. Estaban atacados con la idea de volver a tener que explicar que “el pueblo de La Baule es fantástico y que el trato de su gente recibido hasta ahora fue maravilloso” ante las preguntas de color de la prensa local.
La revista NME adquirió así un rol protagónico en la competencia que más atrapó a la selección inglesa fuera de las canchas por un motivo insólito. Se decidió realizar una apuesta: cada uno pondría 100 libras en una alcancía común y el pozo se lo llevaría aquél que lograra nombrar más títulos de canciones en las entrevistas televisivas.
Como si fuera poco, se agregó al juego un condicionante: sólo se podría nombrar temas de una misma banda/solista durante cada nota. Por ende, la NME pasó de ser un mero entretenimiento a convertirse en libro de táctica y estrategia.
La consigna se resolvía mediante un sorteo. Cada día, aquellos que tenían pactadas entrevistas para la jornada escogían un papelito de un sombrero. Allí se revelaba la banda que deberían “representar”.
Uno de los primeros en participar de la apuesta fue Gareth Southgate, actual DT de la selección de Inglaterra, a quien el sorteo le deparó George Michael -eran válidas canciones de su dúo pop Wham! tanto como de su carrera solista- justo antes de una entrevista con la cadena ITV.
Ante la consulta del periodista Bob Wilson sobre el clima en el predio de entrenamiento, el entonces jugador del Aston Villa respondió “No es el ‘Club Tropicana’, Bob, llueve todo el día…” (“Club Tropicana“, Wham!, 1983). Luego, se le preguntó sobre algún indicio que pudiera revelarse sobre el once inicial inglés en el debut ante Túnez. La respuesta fue “No recibirás ningún ‘susurro imprudente’ (“Careless Whisper”, George Michael, 1984) de mi parte”, en honor a uno de los icónicos temas del cantante pop británico.
Con el pasar de las semanas, la apuesta se volvió una obsesión lúdica para gran parte del plantel. De hecho, el capitán y figura del equipo Alan Shearer –que logró el gran éxito de meter “Bailando en el tejado” (“Dancing on the ceiling”, Lionel Richie, 1986), se animó a lanzar un puño de triunfo al aire en medio de una nota con la cadena ITV después de decir que “los equipos más modestos podrían hacerlo bien, ‘contra todos los pronósticos'”, y pronunciar la canción “Against All Odds” (1984), de Phil Collins casi sin proponérselo.
Casi siempre se trataba de clichés o generalidades aplicables a cualquier situación. Paul Ince metió un “Es ahora o nunca” (“It’s now or never”, Elvis Presley, 1960), y hasta el DT Glen Hoddle se copó con un “Steppin’ Stone” (The Monkees, 1967).
Nunca se terminó de confirmar quién fue el ganador definitivo de la apuesta, pero sí se supo que Tony Adams fue el verdadero rey del juego. Ostentó el récord de nombrar cuatro canciones en una misma entrevista, cuando brindó una nota al periodista Des Lynam de la BBC. Entonces, al defensor del Arsenal le tocó los Beatles y la lista de temas pronunciados fue “Get Back” (1969), “Something” (1969), “Let it Be” (1970) y “With a little help from my friends” (1968).
“Tony era el mejor. Nosotros queríamos competir con él pero no había manera. Además, tenía un conocimiento musical muy alto”, rememoró Southgate tiempo después. “Era un juego tonto, pero realmente nos ayudó para divertirnos mucho y para mantener el espíritu unido del grupo”, agregó.
De hecho, queda un registro fílmico de la efectividad de Adams, que ante una pregunta general (¿Qué esperás del torneo?) metió un triplete fantástico. Respondió: “Estoy tan emocionado (“I’m so excited“, The Pointer Sisters, 1982), hubo algunos momentos mágicos (“Magic moments“, Burt Bacharach, 1957) en esta temporada. Y sólo se pone mejor y mejor (“It just gets better“, The Whisperers, 1987).
Durante un tiempo, la prensa no se dio cuenta de nada. Hasta que un día le preguntaron al aire a Shearer si estaba pasando eso que estaba pasando. La respuesta: “Es sólo tu imaginación”, seguido de una carcajada. Seguramente porque fue una referencia a “It’s just my imagination”, la canción de The Temptations de 1971.
Lo mejor del caso es que un tiempo después le preguntaron si la apuesta seguía. Y él, serio y mirando a cámara, dijo: “No, ya todo se terminó”. Literalmente, en inglés: “It’s all over now”. Rolling Stones, 1964.