De los apelativos con los que se conocen las canchas de fútbol nos llama la atención, por su magnífica metáfora, “El Teatro de los Sueños”, estadio de Manchester United. Por su registro solemne y porque nos recuerda a Leopoldo Marechal, nos gusta “La Casa del Dolor Ajeno”, que es así  como llaman al estadio del Santos Laguna, en México. Está el arrogante “Cementerio de los Elefantes” de Colón, muy original por cierto. Los hay sencillos, candorosos, como “La Tacita de Plata” de Gimnasia de Jujuy; Los hay capusotteanos como “La Huerta Repollera”,  de Libertad de Paraguay, donde se cultivó a Nicolás Leoz, futuro presidente de la CSF.

Pero el número uno en nuestras preferencias, el que realmente nos sobresalta y nos llena de estupor cada vez que lo escuchamos es “La Cancha del Lechero Ahogado”, el mote con el que era conocida la vieja cancha de Tigre, ubicada en Rincón de Milberg, una isla del partido de Tigre en la zona norte del Gran Buenos Aires.

casilla 350Antes de mudarse a su actual estadio de Victoria en 1936, Tigre jugaba de local en un paisaje isleño que por su exotismo llamaba la atención del visitante. El gran periodista Ricardo Lorenzo (Borocotó) lo describía así en un artículo de El Gráfico de 1930: “Tenía su leyenda la cancha de Tigre, la llamaban “la del lechero ahogado”. Decíamos tenía porque la cancha es ya otra. Volvimos el domingo y la encontramos ofreciendo un aspecto tan cercano a la poesía como le es posible al fútbol andar cerca de las musas. Rodeada de sauces, suavemente sombreada, cómoda, con las gradas nuevas, categorizada con automóviles… y la casilla, de innegable ubicación isleña, sostenida en alto por los postes defensores de inundaciones, así como un comedor de cualquier recreo en el mismo Tigre. Grato, pintoresco y cordial…”

Ahora bien, ¿de dónde venía aquello de “El Lechero Ahogado”? Por supuesto, cómo en toda leyenda, hay varias versiones. Una se fundamenta con el modo en que eran conocidos los jugadores del equipo antecesor del actual Tigre (Juventud de Tigre), quienes a causa de haber conseguido algunas victorias sin merecerlo, eran llamados “Lecheros” por suertudos. Según esta versión cuando el equipo era derrotado en su cancha, teniendo en cuenta las frecuentes inundaciones de la zona, los victoriosos visitantes se jactaban de haber ahogado al lechero.

milber g2Otra versión asegura que un atardecer, durante una fuerte inundación, un lechero que cruzaba la cancha con su carro tirado por un caballo, fue sorprendido por una violenta correntada que arrastraba troncos y ramas a gran velocidad. El caballo, asustado, hizo volcar el carro. El lechero intentó encauzar la situación y salvar al animal que había quedado atrapado, pero un tronco lo golpeó en la cabeza, se desmayó y murió ahogado. Al bajar la corriente, dicen, su cuerpo apareció junto a uno de los arcos.

En 1931 el periodista Félix D. Frascara escribió para El Gráfico una pequeña retrospectiva sobre los primeros años de vida del club Tigre. En un párrafo reflexiona:  “…Tanto se ha hablado de la cancha del lechero ahogado que quisimos saber quién era ese lechero. Y, como sucede casi siempre, no se ahogó ningún lechero. La leyenda se creó porque cuando todavía no había terminado de arreglar el terreno del field que poseen actualmente, en el centro se amontonaba el agua apenas llovía un poco, formando un gran charco. Y a la gente se le dio por decir que ahí se había ahogado un lechero… “

En 1946, Victorio Micheli, delegado de Tigre ante la AFA, consultado en una entrevista periodística acerca del origen del misterioso apelativo aseguró que: “Había un gran periodista deportivo con fama en Montevideo y Buenos Aires, que concurría a los importantes partidos que antaño se realizaban en nuestra vieja cancha del Rincón de Milberg en Tigre. En cierta oportunidad comenzó a crecer el río Las Conchas (hoy Reconquista) en un domingo de partido; como las aguas avanzaban acertó a pasar un carrito de lechero y, de comedido, el hombre comenzó a transportar la gente a la cancha y, en una de esas, el carrito en un valquinazo despidió uno de sus ocupantes a una zanja con agua, no sufriendo el mismo otros perjuicios que la leve mojadura. Testigo ocular de la risueña escena, con su espíritu travieso y avisor que lo caracteriza al Dr. Antonio Palacio Zino, que no era otro que el cercano periodista; al citar los hechos de Tigre, iniciaba siempre destacando que el encuentro se jugaba en la cancha del lechero ahogado y el público de entonces ya sabía que se trataba de Tigre”.  

11349267_1176996802316136_1513422888_nUna exitosa radionovela de los años cuarenta llamada “Gran Pensión El Campeonato” en la que estaban representados todos los equipos de fútbol, contribuyó en gran medida a popularizar el apodo. El personaje que en la ficción se identificaba con Tigre, era un lechero y a pesar de que el equipo ya jugaba desde hacía unos años en Victoria, constantemente se hacía referencia al apelativo de su anterior cancha.

De modo que no sabemos a ciencia cierta, cual es el verdadero origen de tan notable apelativo. No sabemos si hubo un lechero ahogado, ni siquiera sabemos si hubo un lechero. No importa. Por el contrario, el misterio nunca develado le agrega encanto al asunto. La contundencia de la poesía, en este caso, es más determinante y convincente que la realidad.

 

Fuentes: cuento Lechero ahogado de Ricardo Creimer; Historia del Club A. Tigre de Nazareno Scialpini; Archivo revista El Gráfico; Historia del Fútbol Argentino de Editorial Eiffel – 1958; Un Siglo de Fútbol Argentino de Pablo Ramirez.