La gente de prensa de Boca hizo un papelón. No sabemos si fue por ser más papistas que el Papa, por orden del presidente Angelici (no nos extrañaría, ya que desde hace tiempo demostró que tiene menos cintura que un elefante) o por una directiva expresa del jefe de Gobierno, Mauricio Macri. Sea como fuere, dieron lástima.
Digamos sólo que este flagrante acto de censura llega desde el sector político (el PRO) que se define a sí mismo como tolerante, que habla de diálogo, que dice defender la libertad de expresión (de Clarín y de La Nación, claro) y que critica el supuesto autoritarismo K.
Sólo recordemos que, alguna vez, Macri le quitó a Un Caño la pauta publicitaria que tenía otorgada en la revista en papel porque en un artículo se dijo que el actual jefe de Gobierno había dejado a Boca con una importante deuda económica.
Veamos qué pasó esta semana con la gente de la Revista La Garganta Poderosa, contado por ellos mismos:
“Nos hubiera gustado hablar con Daniel Osvaldo sobre su historia de vida, su rebeldía y su presente, pero nuestra realidad nos llevó a elegirlo también para que gritara por Gastón, un vecino de 13 años que nos mataron por la falta de urbanización en la villa Rodrigo Bueno. Nos hubiera gustado que el goleador hablara de “Gas” como habíamos pactado con su representante, pero desde Prensa de Boca fueron tajantes, como si un pibe muerto no fuera un problema: “No va a hablar de ese tema”. Una vez más, la mano invisible del macrismo, con el guante amarillo de la perversidad del poder, quiso coartar al periodismo diciéndole qué hacer y qué no hacer, qué preguntar y qué no repreguntar.
¿Queda claro su respeto por la libertad? ¿Y su idea de la dignidad? Y sí, nos hubiera parecido normal, como en todas las entrevistas que habíamos hecho hasta acá, desde el Indio Solari hasta Maradona, pasando por Evo Morales y Pepe Mujica, sentarnos frente a una persona para que exprese sus ideales, contra la censura de los grandes medios de comunicación, que desnudan a las figuras, encerrando a la razón. Pero esta vez no fue posible, porque el aparato silenciador del Gobierno de la Ciudad, que echa raíces en la dirigencia del fútbol profesional, quiso ocultar otro asesinato en un barrio, otra víctima de la desidia estatal. “Gastón murió porque no entró una ambulancia del SAME, el SAME es Macri y acá está Angelici”, se sinceraron. De verdad. Porque nos hubiera gustado tener una charla con el nueve de Boca en la intimidad, pero la lógica macrista privilegia la impunidad: “Se corta la entrevista, apenas se desvíen de lo pactado”. Si creen habernos silenciado, están equivocados, porque en el mano a mano no encontramos una estrella alejada de la realidad, sino un pibe con mucha humildad. Por eso, decidimos que Osvaldo grite en la tapa por lo que sí le preguntamos y nosotros, en la contra, por lo que no nos dejaron: ¡Con urbanización, hoy viviría Gastón!”
Clarito, ¿no?
No hay muchas formas de llamar a esto. Censura. Pero no para los chicos de La Garganta Poderosa, que contaron lo ocurrido. Censura para Osvaldo, que lamentablemente y a pesar de los millones de dólares que tiene en el banco, se amparó en la obediencia debida para no romper el cerco de Boca. No es culpa de Osvaldo, claro. Pero si todo el desenfado que muestra en la cancha lo hubiera trasladado a la vida, la historia habría terminado de otra manera. Los huevos no se deberían tener sólo para darle pasto a Desábato. Hay momentos en los que hay que ponerlos sobre la mesa y jugarse. Osvaldo perdió esa chance. Angelici y Macri creyeron que iban a ganar, que iban a garantizar el silencio, la impunidad. Pero la gente de La Garganta Poderosa bancó la parada.
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