“Yo me definiría como una persona que ama la vida. Trato de exprimir lo máximo de esta experiencia temporal. Y también soy un soñador, tanto en el campo como fuera de él, intento siempre aspirar a lo más elevado posible”. El que habla se llama David Babunski, todavía no cumplió 21 años -le toca en marzo-, le gusta leer y pensar sobre el mundo en que vivimos, y juega al fútbol en el Barcelona B. Joven, filósofo y futbolista. Una combinación insólita.
Antes de que digan, “este pibe que puede saber de la vida”, el propio Babunski, que está acostumbrado a que lo miren raro por ser como es, les plantea lo siguiente: “Puede resultar un poco confuso que con este edad hable de estas cosas y parezca que tenga una idea de lo que estoy hablando, pero yo creo que la madurez no tiene que ver con la edad, tiene más que ver con la atención que eres capaz de prestar a tu existencia”.
Para David el fútbol es un oficio familiar. Su padre, Boban Babunski fue fulbá en varios países hasta que pasó por Lleida y decidió radicarse en Barcelona. Además de David, que es insai en Barça, tiene otro hijo, Dorian, que es centrofoguar en los Juveniles de Real Madrid. “A nosotros nos hace ilusión que entre dos rivales tan grandes históricamente como son Barcelona y Real Madrid haya un pequeño vínculo de amor, y que lo concretamos mi hermano y yo”, afirma David.
Pese a la rivalidad, los hermanos ya jugaron juntos en el Sub-21 de Macedonia, que dirige papá Babunski. Incluso, en agosto 2013, David debutó en la selección mayor ante Bulgaria. El partido se jugó en Skopje, su ciudad natal, y el público coreó su nombre varias veces. El pibe de Barcelona terminó encerrado en el baño del vestuario llorando de emoción.
Babunski y su hermano, dos años menor, nacieron en Macedonia pero se criaron en Castelldefels, cuando toda la familia se radicó en Catalunya. David empezó a jugar en Gramenet y llegó a formar parte de la selección catalana sub-12 -que existe realmente-. En 2005 ingresó en La Masía y desde 2013 está en el equipo profesional de Barcelona B, que juega en la Segunda División de España.
Desde entonces se entrena con el equipo de Primera y puede aprender de cerca de los mejores, de Xavi, de Iniesta y claro, de Messi. “No habla, entrena como si fuera un partido. Al igual que las mentes de Einstein, Sócrates y Platón, la de Messi es una mente que me atrae y me intriga”, admite Babunski.
En el Barça B, no es titular indiscutido y por ahora juega poco. Su desarrollo físico, que le impidió saltearse categorías, es uno los motivos. El otro es la competencia, está claro. David, es uno de los muchos “interiores” que se hornean en las inferiores de Barcelona. Pero lo que no tiene de fuerza, Babunski lo suple con cerebro y talento. Los que conocen La Masía dicen que tras la venta de Thiago, David es el mejor pasador que queda en el club desde Iniesta y Cesc.
Pero si el fútbol es el oficio, la vocación de Babunski -con un apellido que parece más digno de la filosofía que del fútbol- es el conocimiento. “Desde pequeño lo que me llama la atención son las grandes preguntas de la existencia ¿Quién soy? ¿Por qué estoy aquí? ¿Cuál es el propósito de mi vida? ¿Qué es la vida? ¿Qué es la muerte?”, plantea. Sus deseos de aprender y la vida itinerante de su familia también aportaron a su desarrollo. David habla fluido catalán, castellano, inglés, macedonio y serbio. Y quizás recuerde algo de japonés de la guardería de Osaka donde pasó parte de su infancia cuando su papá jugaba allí.
Con 17 años, Babunski decidió dar un paso más. Ahora no sólo quería aprender sino que también quería transmitir ese conocimiento. Para eso desarrollo la página web Skyself. Se trata, explica el mismo, de “una plataforma de contenidos edificada a partir de una filosofía de vida que tiene como propósito principal la elevación de la conciencia del ser humano”. Y lo hace desde el deporte, principalmente, pero también desde la salud, la ciencia, la espiritualidad, la ecología y la tecnología. El objetivo es, explica el sitio, “la creación de un mundo mejor, sostenido por la sabiduría, la justicia y el amor universal. Un sueño que se alimenta de la creencia en el potencial ilimitado que aguarda en el interior de cada ser humano”.
Parte central de la web son los videos que el propio Babunski cuelga en Youtube. En el último envio, por ejemplo, hace un llamado a la conciencia de la humanidad, reflexiona sobre la creciente indiferencia de las personas ante el dolor ajeno y propone: “No vivas como si nadie más existiera”.
Desde esa plataforma, Babunski viene reflexionando sobre diversos temas, contaminación, violencia, inequidad, etcétera, y apunta contra “el sistema”, las empresas globales y “la política” por igual, sin discernir demasiado. A su planteo, en general idealista y poco profundo, le vendría bien algo de materialismo o de la teoría del poder de Foucalt para evitar el reclamo ingenuo. El tono Claudio María Domínguez no lo ayuda. De todos modos, es tan joven que sería triste que fuera de otra forma. Ya tendrá tiempo para ponerse cínico.
Mientras, desde su web apoya protestas sociales en España y defiende el reclamo de los inmigrantes para acceder a los servicios públicos. En las redes sociales también difunde su mensaje. Alguna vez posó con una remera que repetía la frase de Mandela: “El deporte tiene el poder de cambiar el mundo”. Esa es, probablemente, la base de su plataforma. Que donde fallaron los políticos, los economistas, los científicos, ahora lo intenten los deportistas.
Eso está intentando hacer desde su lugar, las inferiores del fútbol español. En los últimos años, Babunski organizó varias charlas con otros futbolistas juveniles, entrenadores y demás interesados en la movida, para discutir sobre el mundo en que vivimos y establecer relaciones entre el fútbol y la filosofía –algo que no se intenta desde Monty Phyton-.
En el video que cierra este artículo se ve una de esas charlas en las que Babunski, o “el filósofo” como le dicen sus compañeros en Barça B, reúne a juveniles para discutir sobre sus vidas y su futuro como profesionales del balón.
El montaje incluye testimonios de varios compañeros de David en La Masía, algunos más conocidos porque ya debutaron en Primera, como Munir, Ié o Adama, y también de futbolistas jóvenes, hombres y mujeres, de otros clubes. Cuentan que les enseñó el fútbol y la mayoría responde desde algún lugar común más o menos extendido, pero el sólo ejercicio reflexivo ya valida la experiencia. Al final del video, sentados en círculo, todos discuten sobre la angustia de saber que sólo unos pocos llegarán a lo más alto y que apenas un puñado acumulará una fortuna inconsumible. La pregunta que se les plantea es si el mensaje debería ir desde arriba hacia abajo, de Messi a Babunski, o de abajo hacia arriba.
David lo tiene claro. No usa ropa de marca, se viste con indumentaria del club o con remeras con el logo de Skylife. Su auto es un Citröen C3 destartalado. “Un día se va a quedar tirado”, dice su novia que no logra convencerlo de que use su sueldo de profesional para cambiarlo –aunque parezca mentira, en España es un auto pedorro-. Por el auto y por la ropa, alguna vez casi no lo dejan entrar a entrenar. No le creían que era jugador de La Masía.
En marzo, en una entrevista con el canal del Barcelona, le pidieron a Babunski que deje grabada una pregunta para que responda el próximo invitado. “Voy con una de las mías”, dijo entre risas. “Desde la posición en que te encuentras ahora, ¿Qué podrías hacer para cambiar el mundo?”. No se ustedes, pero yo voy a empezar por contar su historia. Si alguno se contagia, ya será un éxito.