En marzo, cuando Obama visitó Argentina una de las noticias colaterales al paso del mandatario del Norte fue que nuestro presidente, Mauricio Macri, que lo acompañó en su estadía en Bariloche, descansó el fin de semana largo de Semana Santa en la hacienda de un multimillonario británico. Joseph C. Lewis, amigo del líder de Cambiemos desde hace mucho tiempo, es también, se destacó esos días, dueño del Tottenham Hotspur, el equipo londinense que dirige Mauricio Pochettino y en el que gambetea Erik Lamela.

El tío Joe, como lo conocen de Bahamas a El Bolsón, es mucho más que un millonario que se compró un equipo de fútbol. De hecho, se compró varios. En realidad, su vida, extensa vida de ya 79 años, tiene tantas aristas que, por un lado, nos sorprende que no haya varias biografías o películas sobre él, y por otro lado, nos prohíbe intentar contarla de forma extensa en estas líneas. Así que aquí va un punteo de algunos hitos de su paso por la Tierra que quizás entusiasmen a productores y novelistas a retratar la extraordinaria historia de este hombre transnacional que nació para hacer dinero.

56f714eb7ce56_660_360!UN CUENTO DE HADAS CAPITALISTA
La fortuna de Lewis es difícil de calcular. Muchos de sus activos no están a su nombre o no están declarados. Para tener una idea, la revista Forbes estima su riqueza en 5.4 mil millones y lo ubica entre las 250 personas más adineradas del planeta. Nada mal para un tipo que nació el 5 de febrero de 1937 en la primera planta de un pub llamado Roman Arms, en el Este pobre de Londres. Pasaron muchos años, pero los que lo frecuentan, y saben diferenciarlo, dicen que aún mantiene algo del acento cockney que identifica a las clases bajas de la capital de imperio británico.

A los 15 años, Joe dejó la escuela y se sumó al emprendimiento familiar, un negocio de catering en el Oeste rico de Londres. Tavistock Banqueting se llamaba la pequeña empresa. Comenzó a trabajar como camarero pero pronto tomó las riendas. En los 70 expandió el negocio con restaurants temáticos de lujo para turistas yanquis. La experiencia del banquete medieval aseguró el futuro familiar. Así, compró varios locales en el visitado West End londinense. En uno de ellos, el Hanover Grand, le dio su primer trabajo a Robert Earl, el creador de las franquicias Planet Hollywood y Hard Rock Café. Earl fue el primero de sus muchos protegidos comerciales.

CUESTIÓN DE MONEDAS
En 1979, Lewis vendió sus bienes en el rubro gastronómico y se dedicó a comerciar con la mercancía universal del capitalismo: el dinero. Rápidamente se forjó una recia reputación en el mundo de la especulación monetaria y, por la similitud de su nombre con el del gran Joe Louis, se ganó el apodo de El boxeador.

uk-billionairesFundó el Tavistock Group, en homenaje al negocio paterno, y lo instaló en Bahamas para aprovechar sus apetecibles ventajas fiscales. Joe se considera un exiliado impositivo. Según el gobierno local es el segundo propietario en las islas detrás del Estado. Las oficinas centrales y una de sus mansiones están allí, en el barrio cerrado Lyford Cay, desarrollado por su empresa.

Su ranchito costó 30 millones de dólares pero apenas paga 35 mil al año en impuestos. Pueden haberlo visto en Casino Royale, una de las últimas películas de la saga de James Bond. Cuentan que en cada habitación hay pantallas para seguir el rendimiento de los mercados monetarios. Lewis gusta de seguir sus negocios de cerca. Son muchos.

La sociedad posee más de 200 empresas de todo tipo en 15 países en cuatro continentes. Desde compañías energéticas, de logística y distribución, de manufacturas, emprendimientos agrícolas y varias financieras hasta restaurants, desarrollos inmobiliarios en Orlando y resorts de lujo en EEUU y el Caribe. Tiene sucursales en Argentina, China, México, EEUU, Reino Unido, Luxemburgo, Rumania, Suecia, Noruega, Polonia y Bulgaria.

LA GRAN ESTAFA
Black-Wednesday---16-Sept-001Tanto crecimiento, tanto éxito tienen un origen claro. Una fecha exacta. El 16 de septiembre de 1992, el miércoles negro. Ese día, el estado británico perdió más de 3 mil millones de libras en una corrida financiera contra su moneda. Detrás de esa operación estuvieron George Soros y otros tantos honrados hombres de negocios. Lewis planeó toda la movida. Soros, que se calcula que ganó más de mil millones, fue criticado por su botín especulativo mientras que Joe pasó desapercibido y escapó, aseguran, con una tajada mucho mayor.

Tres años después, hizo otra pequeña fortuna apostando contra el peso mexicano. Todas las crisis, como esa del Tequila, tienen beneficiarios en las sombras. Más allá de su amistad con Macri, siendo un tiburón tan atento en el océano financiero, nos preguntamos si también habrá hecho alguna diferencia con las corridas de los últimos años contra el peso o con la reciente, y anunciada, devaluación. Algún día lo sabremos.

SABER PERDER
“Ser un comerciante quiere decir estar equivocado, al menos, tres de cada diez veces, y eso es muy difícil”, supo decir Lewis alguna vez. En 2007, mientras los protagonistas de The Big Short apostaban contra los bancos ante la inminente crisis hipotecaria, Lewis, acostumbrado a arriesgar fuerte, se la jugó por las instituciones financieras. Compró el 10% de las acciones del banco de inversión Bear Stearns por 600 mil libras. Meses después, cuando estalló la burbuja, las vendió por una fracción del valor. Se calcula que perdió un tercio de la fortuna que tenía entonces.

LA INDUSTRIA DEL DEPORTE
20F24D6900000578-0-image-a-13_1430430004323Joe Lewis es propietario de Tavistock Group, que posee el 70% de ENIC Group, que desde 2001 es el dueño del Tottenham Hotspur que dirige Pochettino ¿Se entendió? Pero a Lewis el fútbol no le gusta ni un poco. En la platea de White Hart Lane apareció muy pocas veces en la última década. Daniel Levy, titular del 30% restante y otro de sus protegidos, es el presidente del club y también se refiere a él como tío Joe. Además, maneja muchos de sus intereses en el Reino Unido.

Cuando el fútbol se transformó en un negocio, ahí se interesó. Durante los entrañables 90 sus empresas compraron acciones, algunas todavía las tiene, de Slavia Praga (96,7%), AEK Atenas (47%), Vicenza Calcio (99%) y FC Basilea (50%). También del Glasglow Rangers FC (25,1%), según rumores por consejo de uno de sus vecinos en el exilio fiscal de Bahamas, el highlander Sean Connery. En 2006, Joe hizo lo mismo con su exempleado devenido dueño Hard Rock Café. Earl compró 23% del Everton y lo vendió este año por 175 millones de libras.

Lewis se mantiene saludable practicando los deportes que le gustan: tenis, golf, cabalgar y navegar. En los cinco océanos dejó su marca con su super yate Aviva, su oficina flotante de 68 metros de largo. Este año renovará su flota con un nuevo yate de más de 90 metros con cancha de paddle cubierta. Cuando está en tierra, sobre todo en Miami, Lewis disfruta de jugarse unos hoyos con amigos como Tiger Woods o Ernie Els, que también son sus socios en sus inversiones inmobiliarias en Bahamas. Pese a su 12 de hándicap se las arregla para darles pelea, o al menos eso cuentan ellos.

Screen Shot 2016-04-17 at 7.39.03 PMSu empresa organiza cada año la Tavistock Cup, un torneo de golf por equipos. Compiten seis y Lewis es dueño de cuatro. Miren si será buen tipo que una vez pagó 1.4 millones de dólares en una subasta benéfica para ser pareja con Tiger, con el que podría jugar todos los días en el patio de su casa. La caridad es otra de las facetas destacadas de sus empresas. Hizo grandes donaciones para centros médicos en Florida y para galerías de arte en Londres.

PINTURAS DE PANAMÁ
El escándalo de los Panamá Papers también tocó al yate de Lewis pero, por ahora, no logró hundirlo. La filtración de documentos mostró que una empresa de Joe controló desde las sombras la venta de una colección de arte, en 1997, que transformó para siempre el mercado del arte a nivel global.

Fue un lunes de noviembre en Nueva York, por la mañana, y se subastaba la colección del empresario Víctor Ganz. Las obras se vendieron por 206,5 millones de dólares, una cifra récord. Pero en realidad una empresa offshore de Lewis ya había comprado la colección en mayo de forma secreta por 168 millones. Joe cobró de los dos lados del mostrador. La casa de subastas Christie’s, donde se hizo la operación, también era suya. Al año siguiente la vendió, sobrevaluada, por 200 millones de libras.

Pese a los rumores y las nuevas revelaciones, no está claro si se llevó a sus mansiones alguna de las obras de la familia Ganz. El propio Lewis es un gran coleccionista de arte. En sus propiedades y su yate hay obras Picasso, Matisse, Lucian Freud, Francis Bacon y Herny Moore. En total, se calcula que valen más de mil millones de dólares.

PATAGONIA QUERIDA
Lewis se casó dos veces. La primera con Esther, mesera en el negocio paterno. Con ella tuvo dos hijos. La segunda vez con Jane, su secretaria privada. Su hijo Charles pasa mucho tiempo en Argentina, atento a los negocios familiares por estos pagos. El centro de operaciones es la mansión de cuatro mil metros cuadrados junto al Lago Escondido. Pero además tiene inversiones agrícolas y participaciones en empresas energéticas como Transener y Pampa Energía. Además, es accionista de Edenor.

casa el bolson“Joe es un ciudadano del mundo”, dice uno de sus amigos. “Está basado en Bahamas, tiene un adorable rancho en Argentina y casas en Florida y muchos otros lugares. Él va donde el clima es cálido”. En marzo, el calorcito estaba en El Bolsón y ahí se reunió con otro de sus aprendices, hoy presidente de la Nación. Macri y su familia llegaron allí en un helicóptero que les envió a Bariloche el amigo inglés.

Lewis compró esas diez mil hectáreas hace 18 años, mediante testaferros argentinos para sortear la ley local. Luego adquirió dos mil más. La propiedad rodea el Lago Escondido y varios lechos de ríos, en los que soñaba construir una represa. Joe entendió que el lago era suyo y no de todos los argentinos, cerró sus accesos y le dio verdadero sentido a su nombre. El conflicto es de larga data y pese a las numerosas órdenes judiciales todavía no hay un camino público, como marca el Código Civil, al espejo de agua.

Como en El Bolsón no lo dejaron construirse un aeropuerto, Lewis compró tierras en Sierra Grande, en la costa atlántica de Río Negro. Según The Herald, la pista, que fue habilitada por el Ministerio de Defensa del último gobierno, tiene las dimensiones para recibir vuelos internacionales y desde allí se realizan frecuentes viajes de negocios a las Islas Malvinas. Pese a la tensa relación con la comunidad rionegrina, la caridad le ha ganado a Lewis también algunos defensores.

Hace un tiempo, Lewis le dijo al New York Times: “Uno de los premios del éxito es poder disfrutarlo tranquilamente. Estar en la tapa de los diarios no permite eso”. Tío Joe, lamentamos hacerle esto, hablar de usted. Sabemos que le molesta, pero no pudimos evitarlo. Un poco es culpa de su amigo Mauricio. En todo caso, enójese con él.