Decir que si se hubiera cobrado la mano de Iván Marcone dentro del área hubiera cambiado por completo el rumbo del partido es una estupidez. Nadie saber qué era lo que podría haber pasado incluso si se sancionaba el penal. Por lo pronto, había que convertirlo. Por eso, más allá del dolor de los hinchas de River por sufrir una injusticia (que la sufrieron), hay que analizar la implementación del VAR alejándose de las pasiones.
Estamos de acuerdo con Gallardo en que River padeció un error arbitral al no utilizarse la TV para verificar que efectivamente su equipo debía disfrutar de la sanción de un penal. También coincidimos cuando reflexionó sobre las diferencias de criterio con lo ocurrido en la otra área, cuando el árbitro no vio un agarrón de Montiel a Pasquini y se respaldó en la tecnología para sancionar el penal.
Pero no estamos de acuerdo cuando filosofa en caliente y dice que para “equivocarse con el VAR” es preferible seguir como antes, “con los errores de los árbitros”.
Que no se haya usado bien esta nueva herramienta no quiere decir que se la deba desechar. Quien firma esta columna ya lo dijo muchas veces: todo aquello que tenga que ver con la justicia deportiva debe ser bienvenido. Por más que se enojen los trogloditas que quieren seguir detenidos en el tiempo aparados en no sabemos qué nostalgia pavota.
Lo que sucedió en la cancha de Lanús deja muy claro que el problema no es tecnología sí o tecnología no, sino cómo se utiliza esta nueva herramienta y quiénes son los encargados de implementarla. Se podrán tener las mejores repeticiones pero si el árbitro del partido y los jueces del VAR no son aptos, capaces e inteligente seguramente se seguirán cometiendo errores. En definitiva son humanos, por más respaldo televisivo que puedan tener.
En primer lugar hay que decir que todo cambio lleva tiempo para acostumbrarse y para hacer los ajustes necesarios. Pasó en el rugby. Pasó en el hockey. Pasó en el tenis. Al principio era todo muy engorroso hasta que se perfeccionó. No tenemos dudas de que en el futuro, ante una situación similar (la de la mano de Marcone), el árbitro colombiano Wilmar Roldán (y cualquier otro juez) pedirá la revisión de la jugada más allá de que, como pensamos, se haya dejado influenciar porque poco tiempo antes había cobrado otro penal para River (el del primer gol). Desestructurar las cabezas de los jueces llevará muchísimo tiempo. Ahí está el desafío más grande.
En cambio sí preocupa lo que dijo el brasileño Wilson Seneme, el responsable del arbitraje en Sudamérica, quien declaró al diario La Nación que su sensación era que “el VAR había sido usado de manera correcta”. Sería preocupante que se detecten errores y que se insista en negarlos. Si esto pasa, ahí sí ponemos en duda la efectividad que podrá tener en el futuro este recurso.
Una novedad que dejó Seneme en la misma entrevista fue que “el protocolo prohíbe que ese tipo de incidentes de posible mano deliberada (la de Marcone) sean definidos en cámara lenta. Me gustaría que pasaran la jugada en vivo. Ahí tendremos en cuenta si la pelota va a la mano o la mano a la pelota. Es una jugada interpretativa. El árbitro principal interpretó que no había mano y los asistentes de VAR interpretaron que no”.
Sobre la agresión de Román Martínez a Ariel Rojas, Seneme dijo: “no sé qué pasó en esa jugada. No tengo los detalles”. Pero aclaró que las agresiones son “jugadas para una potencial revisión”. O sea que también hubo un error.
Otro asunto que dejó el partido, especialmente para los programas deportivos de la tarde, es que la implementación del VAR no mató las polémicas, algo que le temían profundamente esos programas que se ocupan mucho de cuestiones aleatorias y muy poco del juego en sí mismo. Va a seguir habiendo discusiones, lo que probalemente ocurra es que serán de otra índole. Tal vez un poco más interesantes que escuchar a uno u otro fulano diciendo burradas reglamentarias.
Decíamos entonces: River no perdió por el VAR, la herramienta se debe seguir probando y desarrollando y lo mejor que podríamos hacer los periodistas es ocuparnos más del juego que se las cuestiones periféricas. Lanús fue valiente para ganar el partido. Y River, que por un largo tiempo pensó que ya tenía el pasaje a la final en el bolsillo, durmió y dejó que Lanús volviera a ponerse a tiro a puro juego, con valentía y sin renunciar a sus convicciones. Tal vez por ahí podamos entender mejor el resultado. Con o sin VAR.