Aquella triste noche en New Jersey marcó el fin de una era. La tercera derrota consecutiva en una final lo conmovió como nunca nada lo había conmovido antes. Esa nueva caída contra Chile puso en duda todo lo que él creía saber sobre fútbol. Sin embargo, hay algo que jamás estuvo en discusión: su compromiso hacia el fútbol argentino. Por eso, lo que primero fue renuncia, hoy se convirtió en la aceptación de su nueva responsabilidad histórica. Lionel Messi ya no es el mejor futbolista de la Patria. Es el líder indiscutido de la renovación del fútbol argentino.
Entre su fallida deserción y este “regreso”, la Selección no disputó ni un solo partido, pero cambió de presidente y de entrenador. En este nuevo esquema de la AFA, Messi debía jugar un papel activo porque así le corresponde a uno de los mejores jugadores de todos los tiempos. Él lo comprendió y eligió no mirar desde afuera, participar activamente y liderar los destinos del equipo nacional. Sin él, todo sería todavía más difícil.
“Me pasaron muchas cosas por la cabeza el día de la última final y pensé seriamente en dejarlo, pero amo demasiado a mi país y a esta camiseta”. Esta frase, que en los labios de cualquier otro mortal no sería más que una demostración empalagosa de demagogia, en Messi toma una trascendencia mayor. El hombre jamás elige la venta de humo como forma de comunicación y cuando habla busca darle significado a sus declaraciones. Además, la frase “amo demasiado a mi país y a esta camiseta” puede apoyarse en acciones.
Desde antes de su debut internacional, se comprometió con la camiseta argentina de una forma indiscutible. Representar a su país natal y no al que lo crió fue una decisión que tomó cuando todavía era un niño y alcanza para valorizar todavía más cada una de sus acciones. Después, supo lidiar con una enorme cantidad de irregularidades dirigenciales y jamás utilizó su categoría de super estrella mundial para evitar hacerle frente. También, se bancó la insólita crítica popular que lo acompaña desde siempre.
“Veo que hay muchos problemas en el fútbol argentino y no pretendo crear uno más… Hay que arreglar muchas cosas en nuestro fútbol, pero prefiero hacerlo desde adentro y no criticando desde afuera”. Es esta última frase está la clave de esta nueva etapa en la Selección. Messi ya no será el crack que viene desde afuera para jugar y listo. Estará pendiente de cómo se “regulariza” la situación en Viamonte y será un ojo importante para que no se repitan los errores previos a la elección de Edgardo Bauza, por ejemplo.
Primero, Messi fue el pibe que pintaba bien y tenía que sumar experiencia en la Selección. Más tarde, fue el sucesor de Maradona. Luego, el culpable de todos los males de la Selección. Después, el Diez indiscutido. Hoy, es el jugador maduro que amagó con irse pero se queda. Las verdaderas razones de su decisión se conocerán con el tiempo, pero ahora es momento de festejar que el mejor de todos tiene un objetivo claro: Rusia 2018.