Uno piensa que lo que sucede en el fútbol argentino (y en el país) no puede ser peor. Pero la capacidad de asombro se renueva día a día. Repasemos lo que ocurrió desde el 3 de diciembre de 2015, desde aquel ya mítico 38 a 38, cuando Marcelo Tinelli y Luis Segura (¿qué es de la vida de este personaje que por nada no fue el presidente de la AFA?):
– Aquella votación fallida 38 iguales.
– Falta de acuerdo para llamar otra vez a elecciones.
– El Gobierno decidió, junto con la FIFA, la intervención de la AFA con una Comisión Normalizadora plagada de incapaces que en lugar de resolver algo, profundizaron los problemas, básicamente, porque decidieron jugar para el Gobierno en lugar de defender los intereses de los clubes.
– El Gobierno anunció una decena de veces el final del Fútbol para Todos pese a que durante la campaña presidencial se dijo que era un derecho adquirido y que no iba a ser tocado.
– Se aprobó la creación de la Superliga, que incluía a la Primera División y a la B Nacional.
– El Gobierno extorsionó a los clubes al no pagarle las cuotas correspondientes al Fútbol para Todos para forzar que se aprobara, en los nuevos Estatutos, la posibilidad de que los clubes se convirtieran en sociedades anónimas.
– Los dirigentes del fútbol argentino se negaron a aprobar el nuevo Estatuto propuesto por FIFA.
– Los clubes cedieron y aprobaron el nuevo Estatuto, pero excluyeron a las sociedades anónimas del texto final.
– El Gobierno se negó a pagar las cuotas y el resarcimiento por el final de Fútbol para Todos.
– El Gobierno aceptó pagar las cuotas y el resarcimiento por el final de Fútbol para Todos con la condición de que se aprobara por Asamblea el nuevo Estatuto y se creara otra Superliga sin la B Nacional en el paquete.
– Se aprobó el nuevo Estatuto pero los dirigentes decidieron que el Tribunal de Ética que supervisaría la idoneidad moral de nuevo presidente sería el que pertenece al Colegio de Abogados de la República Argentina (el vicepresidente de Daniel Angelici, de Boca) y no el Tribunal de Ética de la Conmebol.
– La FIFA amenzó con desafiliar a Argentina por un mes si no aceptaba los lineamientos de FIFA sobre que el Tribunal de Ética debía ser el de la Conmebol.
– Los dirigentes cedieron otra vez. Aceptaron lo que dijo la AFA.
– Se anunció el comienzo del campeonato para el 3 de marzo.
– Se llamó a licitación para vender los derechos de televisión. Se presentaron tres empresas. Media Pro, Fox/Turner (que es Clarín) y ESPN. La sospecha de que la licitación está amañada para beneficiar a Fox/Turner sólo se develará cuando se anuncie quién ganará esa pulseada.
– Futbolistas Argentinos Agremiados llamó a un paro por la falta de pago de salarios de los jugadores desde hacía entre cuatro y seis meses.
– El Gobierno (en este caso el Ministerio de Trabajo) presionó para que el fútbol se juegue igual, sin los profesionales y con los juveniles.
– Había consenso para hacerlo, pero ante la oposición de River y San Lorenzo, la Primera fue reprogramada.
– El ascenso, que iba a jugar con juveniles, finalmente se suspendió. Porque la AFA no tenía en regla ni los análisis médicos de los juveniles ni los seguros de vida. Un disparate que saltó sólo ante esta eventualidad.
¿Alguien se imaginaba que la mayoría de los dirigentes y que el Gobierno serían capaces de meterse en este berenjenal? Nadie.
Se acusa (con razón) al kirchnerismo de haber intervenido en el fútbol argentino. Aquella aparición en escena, en 2009, fue para garantizar que todos los argentinos pudieran ver los partidos. ¿Se podría haber hecho mejor? Siempre. ¿Hubiera sido más razonable paliar semejante gasto con el ingreso de privados? Seguramente. ¿Alguien puede dudar de que aquella intervención fue virtuosa y para ampliar los derechos de la mayoría de los argentinos? Nadie. Ni aún los opositores al Fútbol para Todos se creen aquello de que la plata que se usó para el fútbol se hubiera utilizado para hacer escuelas u hospitales. Cambiemos, o mejor dicho el gobierno de Macri, hizo exactamente lo contrario: intervino políticamente, encarajinó cada una de las decisiones, le quitó respaldo económico y financiero al fútbol, precipitó la crisis y ahora, en lugar de resolver el problema negociando, les puso otra vez una pistola en la cabeza a los dirigentes para que jueguen sí o sí, incluso con juveniles o con voluntarios, como intentó hacer con aquella demencial propuesta para reemplazar a los maestros de la Provincia de Buenos Aires en las aulas, quienes también están de paro porque no se convocaron (como establece la Ley Nacional de Educación) las paritarias nacionales docentes. La negativa de los dirigente a jugar a cualquier precio, razonable, le precipitó otra derrota política al Gobierno de Macri.
Cambiemos, el presidente Macri, llegó al Gobierno proclamando el respeto por las instituciones y con la promesa de que íbamos a tener un país mejor (ni mencionamos Pobreza Cero porque siempre fue un chiste más que un objetivo). En el fútbol hizo un disparate. ¿Y en el resto de las cuestiones del Estado? Sólo cito algunos párrafos de la nota “Atribuyen al Kirchnerismo maniobras de desestabilización”, publicada en el diario La Nación, firmada por Mariano Obarrio y que habla de temas judiciales:
“El gobierno de Mauricio Macri analiza una contraofensiva de acusaciones contra la ex presidenta Cristina Kirchner (…)”
“Según pudo saber LA NACION de fuentes oficiales, los fiscales que están en la mira de la Casa Rosada son Jorge Di Lello, Juan Pedro Zoni, Federico Delgado, Paloma Ochoa, del fuero federal; Gabriela Boquin, fiscal general ante la Cámara Comercial, y Víctor Abramovich, procurador fiscal ante la Corte Suprema, entre otros cercanos a Justicia Legítima (…)
“(…) La primera reacción del Gobierno fue avanzar en el pedido de juicio político a Gils Carbó en el Congreso. Pero podrían haber más embestidas (…)
“(…) El Presidente quedó petrificado el miércoles último cuando, el mismo día de su discurso ante la Asamblea Legislativa, el fiscal Di Lello lo imputó por el otorgamiento de rutas aéreas a Avian Líneas Aereas, que hace un año compró MacAir, la aerolínea del Grupo Macri (…)
“(…) Lo que más indignó a Macri fue que Di Lello no solo imputó al Presidente sino al presidente de Avianca, Germán Efromovich, entre otros funcionarios y directivos de Avian. “Justo el día de su discurso ante la Asamblea Legislativa. Di Lello es grande y sabe que eso no se hace con un Presidente”, dijo un asesor (…)”
“(…) La Casa Rosada prepara una contraofensiva de acusaciones contra el kirchnerismo, pero también contra un grupo de fiscales (…)”
Si esta nota es verdad, queda la certeza de que vivimos en país complicado. Ya que si desde el Gobierno se analiza una contraofensiva judicial contra la ex presidenta, esto quiere decir que hay medios entre el Poder Judicial como para hacerlo. ¿Y la división de poderes?
O si se dice que se va a destituir a la Procuradora porque piensa diferente, ¿de qué República estamos hablando? Se comenta en Tribunales que hace un par de semanas, la procuradora Gils Carbó recibió llamados telefónicos de dos jueces federales que lisa y llanamente la amenazaron con “inventarle causas en su contra y meterla presa” si no se “dejaba de joder con el asunto de las escuchas”. Si esto no explica que están desmadradas las jerarquías institucionales, ¿de qué estamos hablando? Por otra parte, ¿será posible que porque al Gobierno no le gustan algunos fiscales avance para echarlos más allá de si son capaces o no?
Siempre se dijo que el fútbol es un botón de muestra del resto de la sociedad. Si uno repasa lo que ocurrió en el fútbol y lo que sucede en resto del país con el festival de escuchas, la locura de los servicios de inteligencia espiando a medio mundo, con la presiones hacia los fiscales y jueces, con la falta de transparencia en cada una de las decisiones administrativas que toma el Gobierno, con el conflicto de intereses permanente de los funcionarios, percibimos con claridad de que la República y sus instituciones están crujiendo. Todo esto pasa en el país de Macri, quien ya no se asume a sí mismo sólo como el presidente de los argentinos sino que se cree el dueño de algo que él entiende que es Argentina S. A.