Aunque el Manchester City fue el equipo que más jugadores aportó a las distintas selecciones, fue el Real Madrid el que mostró todo su poderío. Cada vez que un jugador del equipo blanco salió a la cancha con la camiseta de su selección quedó en evidencia la diferencia que hay entre ellos y el resto. La gran mayoría de esos jugadores no sólo son cracks sino que además fueron los jefes futboleros de sus equipos.

Podemos empezar con uno de los que no tiene demasiado glamour: Keylor Navas. Si la actuación de Costa Rica se puede considerar digna, fue por él. Y ahí queda el choque contra Brasil, en el que Neymar y los suyos apenas pudieron doblegarlo en el descuento.

Lo vimos a Varane, ¿no? Genio y figura de punta a punta. Con 25 añitos fue el líder de la defensa del campeón, que basó su estrategia, precisamente, en la defensa. Quizás salgan más lindos en las fotos Mbappé, Griezmann o Pogba, pero lo de Rafael fue bestial en las dos áreas. Si a eso le sumamos que su compañero habitual es un ganador como Sergio Ramos…

Justo Sergio Ramos y los laterales españoles (Nacho y Carvajal) son los que podrían haber quedado en deuda para este análisis. Ya sea por el cimbronazo inicial de la salida de Lopetegui reemplazado por un inexperimentado Fernando Hierro (¡¡¡dejó a Iniesta en el banco!!!) o porque España, por momentos, pareció tener más ganas de disfrutar un par de semanas más de vacaciones antes que llegar a la final. Por supuesto, razonamiento polémico e incomprobable, pero en nuestras charlas de bar llegamos a la conclusión de que hubo un par de cositas sospechosas. A saber: cuando el Barcelona necesita un gol, Piqué se va de 9; y cuando el Madrid necesita un gol, Ramos se va de 9. Pero mientras el partido con Rusia se iba irremediablemente hacia los penales, los centrales españoles se pasaban la pelota entre ellos sin ton ni son. Marcelo, el verdadero lateral galáctico, regaló algunos chispazos y después quedó tocado por una lesión. Pero quién necesitaba verlo en el Mundial para confirmar la clase que tiene el brasileño.

En el mediocampo, en el corazón de los equipos, fuimos directamente deslumbrados por los jugadores blancos. El primero y el mejor, obvio, está cantado. Pocas veces se ve al más alto nivel un conjunto girando tanto sobre un individuo como Croacia lo hizo con Luka Modric. También en el bar (dónde si no) debatíamos sobre si Hazard había mejor. La conclusión: Hazard fue más eléctrico, más vertical, más vistoso, pero el belga contó con compañeros que le llevaron limpia la pelota. Lo de Modric, en cambio, fue de defensa a ataque, de izquierda a derecha, de diagonal a diagonal. En el único momento que Modric no se acercó al compañero que tenía la pelota fue cuando estaba cerca Rakitic. Eso es para nosotros el concepto de tener huevos: ofrecerse siempre, ser solidario, mostrarse, estar. Porque al piso se tiran todos y la patita la meten todos, pero lo de Modric…

Y el otro que nos conmovió fue justamente el ladero de Modric: Tony Kroos. Sí, jugó medio Mundial, pero ustedes vieron lo que fue Alemania. Alemania fue Kroos peleando contra propios y extraños. Como a nadie se le cayó una idea, todas las pelotas fueron para Antonio. Y el tipo se movía de acá para allá, cual mariscal de campo de la NFL tratando de ver siempre el mejor pase. Un poco por el tronquismo y otro poco por la desidia que había delante de él, Alemania se fue como se fue. Pero, antes, Kroos escribió un manual.

Los otros mediocampistas blancos son Casemiro e Isco. El brasileño, sin tanto vistosismo ni virtuosismo, es el equilibrio en el Real Madrid y lo fue también en su selección. Suspendido por dos amarillas, se perdió el partido con Bélgica y vaya que se sintió. Isco, mientras, fue el que le dio el toque de desequilibrio y cambio de ritmo a una España cansina.

Cristiano es tan odiable como indiscutible y, probablemente, sin él, Portugal no habría pasado de primera fase. Idolo en Manchester, rompió todos los records en el Real Madrid y ahora busca un nuevo desafío en Italia. En el medio, campeón de Europa con su selección. Quizás ésta sea la gran diferencia con Messi, que prefiere el confort de Cataluña para desplegar un fútbol que no le sale tan bien cuando no está arropado por sus compañeros de todos los días.

Deschamps prefirió a Giroud y no a Benzema´y la Gales de Bale ni siquiera clasificó. Pero ahí había más poderío blanco todavía. Todo bien con marcarle algunas “virtudes” a Giroud, que pivoteó bien, que fijó a los centrales… Cháchara, el tipo fue un mueble. Francia hubiese sido un campeón algo divertido con Benzema.

El City, el Barcelona y algún otro podrán haber aportado muchos futbolistas a sus selecciones pero la mayoría demostraron ser jugadores de equipo. Messi fue el emblema de esto. Sin compañeros, no hubo Messi. Los del Real Madrid, en cambio, fueron los amos y señores de sus cuadros. Y ahí está el gran mérito de Zidane, que hizo que todos los jefes jugaran como si fueran indios.