El periodismo deportivo se debate estos días entre los que defienden la continuidad de Edgardo Bauza al frente de la Selección y los que creen que el ciclo (el mini ciclo, en realidad) está cumplido. Y en el medio de este debate aparece Claudio Chiqui Tapia, quien asumió como el 55º presidente de la Asociación del Fútbol Argentino.
Este no es un detalle menor ya que la gestión del Patón carece de la legitimidad necesaria por haber llegado al equipo argentino de la mano de la Comisión Normalizadora comandada por Armando Pérez. ¿Qué creemos que va a pasar? Suponemos, por lo que conocemos a los personajes, que el destino de Bauza está sellado. Su destitución por parte de Tapia será para el nuevo presidente una demostración de poder que, por otra parte, los hinchas y el mundo del fútbol no verían con desagrado.
Si uno se atiene a lo netamente futbolístico (no a los resultados, más allá de que en este caso son una consecuencia de las malas actuaciones), el nuevo titular de AFA tiene razones suficientes para efectuar el reemplazo de Bauza por otro entrenador.
Su gestión al frente de uno de los cuatro equipos más poderosos del mundo fue deficiente: por eliminatorias jugó 8 partidos de los cuales ganó 3 (Uruguay 1-0, Colombia 3-0 y Chile 1-0), empató 2 (2-2 con Venezuela y con Perú) y perdió 3 (1-0 con Paraguay, 3-0 con Brasil y 2-0 con Bolivia). De este grupo de partidos, se pueden destacar los dos extremos: el muy buen segundo tiempo del equipo nacional ante Colombia y el baile memorable que se comió con Brasil. En el resto, es decir en los otros 6 juegos y pico, Argentina fue un fantasma del equipo que alguna vez había llegado a ser, incluso cuando le tocó ganarles por la mínima a Uruguay y a Chile.
El problema de cambiar de entrenador no es estrecharle la mano al actual y decirle “hasta pronto” sino tener claro cuál es el próximo paso. Se habla de Sampaoli, Gallardo y Pochettino. Incluso se llegó a deslizar por lo bajo la posibilidad de traer a Pep Guardiola. Todos son nombres potables, razonables, con las suficientes espaldas para encarar lo que Bauza no se animó: el recambio paulatino de una generación extraordinaria de jugadores hacia otra, tal vez menos brillante, pero con más hambre de gloria y menos cicatricez sobre el lomo. Muchos muchachos, que le dieron muchísimo a la Selección, ya deben darle paso a nuevas generaciones, pero para hacerlo debería haber un plan estratégico y no una conducción dispuesta a tapar los parches sin tomar decisiones hacia adelante. El gran problema de Bauza, justamente fue ese: mirar hacia atrás. Y hoy por hoy la Selección necesita a un entrenador que proyecte el futuro. Sea Gallardo, Pochettino, Sampaoli o Magoya.
Lo que ocurrió con Tité en Brasil bien puede servir como ejemplo. Brasil salió del fútbol anacrónico de Dunga para avanzar hacia una propuesta más innovadora y acorde con las capacidades de los jugadores. Muchas veces el problema no es que un entrenador sea bueno (creemos que Bauza lo es, más allá de por lo general no nos agradan sus planteos) o malo, sino que sus ideas no se adaptan al material humano con el que cuenta. Parece simple, pero ese maridaje es muy difícil de obtener. Brasil lo consiguió. ¿Quién será el hombre que pueda hacerlo en la Argentina?
Decíamos que, más allá de que Bauza todavía tiene el buzo de entrenador de la Selección, suenan Gallardo, Sampaoli y Pochettino y hasta Guardiola. Nada de esto, al menos por ahora, tiene sustento real. Hay conversaciones pero el primer paso lo dará Tapia estos días cuando, como suponemos, despida al entrenador después de darle las gracias. Hay otro detalle que se tiene en cuenta: el próximo partido de las eliminatorias será recién en agosto, es decir dentro de 5 meses, y ese tiempo será vital para hacer una transición ordenada y no mantener la continuidad que sostuvo erróneamente Bauza.
Hoy por hoy las cartas están jugadas para el Patón. Lo único que lo podría llegar a mantenerlo en el cargo es que ninguno de los tres mencionados líneas arriba (a Guardiola, al menos por ahora lo descartamos) quiera asumir el compromiso de hacer el recambio que necesita el equipo. Todavía se está a tiempo de encarar un cambio virtuoso para la Selección.
¿Tendrá Tapia las espaldas necesarias para hacerlo? ¿Habrá un técnico capaz de asumir semejante compromiso?