“No se me cruza por la cabeza perder los dos torneos”, asegura Eduardo Coudet. Y al ver jugar a Rosario Central es lógico coincidir con el Chacho. Aunque… ¿cuán lógico es pensar que tiene chances en un campeonato si el líder le lleva cinco puntos y quedan seis por jugarse?
Está claro que Central depende de Central para ser el campeón de la Copa Argentina. Pero precisará ayuda externa si quiere alzar el trofeo del torneo de 30 equipos. Ayuda de Boca, de Tigre o un poco de cada uno. Básicamente Central necesita que Boca no le gane a Tigre.
Lo curioso es que Boca lleva cinco puntos a falta de dos fechas y hay una sensación de que se le puede escapar el título. Y es curioso porque a Boca lo favorecen 24 de las 27 combinaciones de resultados posibles y a Central, apenas dos. La combinación que falta es para un posible desempate entre Boca y San Lorenzo.
Entonces, si las posibilidades son tan favorables a Boca, ¿por qué Central tiene derecho a ilusionarse? Primero y principal porque es fútbol. Segundo porque los cinco puntos parecen muchos, pero en realidad son sólo dos, ya que al enfrentar en la última fecha a Boca será responsabilidad de los de Coudet descontar los tres puntos restantes. Y para el final queda la historia. Esa que no juega pero a veces pesa. Está el antecedente de La Volpe y, más reciente, el de la Libertadores. El Boca que se comía a los chicos crudos en la fase de grupos estuvo lejos de dar la talla en el partido y medio de los Octavos contra River que, paradójicamente, terminó ganando la Copa con menos victorias que su archirival. Y si queremos seguir siendo malos con Boca también podemos decir que todavía no jugó contra el segundo (Central) y que contra el tercero, el cuarto y el quinto de la tabla apenas rescató un punto: derrotas con San Lorenzo y Racing y empate con Independiente. O sea: Boca tiene que cerrar el torneo con Tigre para que los fantasmas no sean una imaginación y empiecen a hacer “buuuuuu”.
Sobre todo porque ese fantasma tiene nombre y es nada menos que el mejor equipo del campeonato. En esto no coincidimos con Coudet, que afirmó que “el campeón es el mejor”. Para nosotros, el campeón es el que más puntos saca, pero no siempre es el mejor equipo.
Ver jugar a Central emociona de una manera que no lo hace Boca. En una misma jornada los dos podrán conseguir el mismo resultado, pero el hincha canalla se irá de la cancha con mejores sensaciones. Boca, algunas veces, da la sensación de quedarse con algo adentro. De conformarse. Y el partido con San Lorenzo es un buen ejemplo. Boca consideró en un momento que el empate podía ser un buen negocio y la especulación le costó caro.
Central, en cambio, juega a corazón abierto. Y aunque esto pueda parece que juega a cualquier cosa es todo lo contrario. Central es un equipo muy serio, lleno de conceptos, con individualidades para beneficio de lo colectivo y con un técnico que transmite lo que el equipo demuestra. O viceversa.
Pero Coudet no transmite sólo intensidad. También sensatez. El tipo, con su locura a cuestas, sabe bajar y analizar la realidad como pocos. Hace unas semanas le preguntaron qué puntos lamentaba haber perdido. Y el Chacho, en vez de citar un puñado de partidos propios, prefirió decir los puntos perdidos que podían lamentar los técnicos de Boca y San Lorenzo. Y remató: “Todos tenemos partidos para lamentar. Si fuera por los entrenadores, todos los equipos tendrían 100 puntos”. Un técnico que se da cuenta de eso, y además lo dice, deja más tranquilos a sus jugadores. Así suele salir a jugar Central, con una mezcla de tranquilidad y locura. Tal vez sean los conceptos de una corriente que se viene: el Chachismo. ¿O acaso Coudet y su equipo necesitan coronar con un título para que se lo reconozca? Para nosotros ya es campeón.