Aunque para algunos equipos el Mundial empezará a partir del sábado, hay otros que lo tuvieron que jugar desde el segundo partido por haberse complicado en el primero. Le pasó a Colombia, que todavía depende de ganar en el cierre con Senegal. Le pasó a Alemania, que estuvo a segundos de irse de Rusia de no haber sido por la genialidad de Kroos y todavía tiene que ganar uno más para clasificar. Pero, sobre todo, le pasó a Argentina.
Mientras Uruguay jugó un partido a media máquina contra Arabia; mientras Francia y Croacia afrontaron el tercer partido con mayoría de suplentes; mientras Bélgica e Inglaterra definirán el primero del grupo ya clasificados, Argentina tuvo que jugar una final contra Nigeria. Una final innecesaria.
No hay ninguna discusión sobre lo mal que jugó la Selección en los dos primeros partidos. Menos sobre los errados planteos de Sampaoli. Sin embargo, visto lo visto, el quid de la cuestión para tanto sufrimiento hay que buscarlo del medio hacia atrás, más precisamente en los goles rivales.
Como los dueños de los derechos de la televisación del Mundial prefieren hablar de los quilombos y no de fútbol (el resto de los canales sólo puede pasar un resumen de un minuto editado por la FIFA), quedó en el tintero, por ejemplo, cómo llegó el gol de Islandia. Cinco minutos antes, Agüero había destrabado el cerco rival y la Selección se proponía a hacer control de pelota. Pero, claro, un equipo sin características ni entrenamiento para eso, no supo cómo y, tras un robo, dos islandeses fueron capaces de superar a tres argentinos antes del centro del empate.
Con Croacia, Argentina estaba jugando un partido parejo en el que los Modric y Rakitic y compañía eran un poco mejores y parecían más peligrosos, sobre todo aprovechando la absurda defensa de tres de ese día. Recordar la primera llegada de Perisic o el cabezazo de Mandzukic, por ejemplo. Pese a ser más, Croacia habría firmado el empate sin dudarlo. Sin embargo llegó el error de Caballero y, después, la hecatombe.
Con Nigeria se volvió a repetir la historia. Y no hablamos sólo del penal de Mascherano, aunque no haya sido un agarrón suficiente para cobrar penal. La realidad es que después del primer tiempo de Argentina (ni hace falta aclarar que fueron sus mejores 45 minutos), la única preocupación era que Islandia no le ganara a Croacia porque en San Petesburgo, Nigeria parecía controlada. Pero Argentina se descontrola sola. ¡Un lateral (¡un lateral!) al área! Un simple lateral al área encontró a Enzo Pérez, Mercado y Mascherano sin comunicación (la foto que ilustra este artículo) y del córner regalado por Mascherano llegó el penal regalado por Mascherano. A partir de ahí todo fue nervio y sufrimiento antes del desahogo Rojo.
Si a Argentina le saliera fácil el gol, no estaríamos hablando de un gran problema. España es otro que marca muy mal pero luego tiene recursos para resolverlo (aunque cada vez menos). A la Selección no sólo le cuesta convertir sino que le cuesta llegar. Entonces, está claro, la vida celeste y blanca sería un poco más tranquila si no se metiera los goles solos.