“Yo navego debajo del agua
y también sé volar a la altura
muchos creen que me busca el gobierno
otros dicen que es pura mentira
desde arriba nomás me divierto
pues me gusta que así se confundan”
(Fragmento de la canción Jefe de Jefes, de Los Tigres del Norte, que acompañó el ingreso de Maidana en la pelea con Mayheather).
En el hotel y casino MGM Grand de Las Vegas, el boxeo argentino tiene un nuevo compromiso con su historia: Marcos El Chino Maidana tendrá la revancha frente al mejor boxeador libra por libra de la última década, Floyd Mayweather.
No será una cita más: la importancia del título que va a buscar El Chino se puede mensurar, por caso, al confirmarse que la pelea se transmitirá en 570 salas de cine, situación inédita para el boxeo de los Estados Unidos.
¿Qué será, sin embargo, lo que los aficionados se detendrán a observar? ¿Qué quedará por fuera del análisis estrictamente vinculado al arte del boxeo? ¿Cuáles son los registros que se pierden entre los clinch y los puntos del golpe por golpe?
Maidana buscará arrebatarle algo más que un invicto de 46 victorias -26 de ellas por nock out- al estadounidense. El boxeador nacido en Margarita (Santa Fe) tendrá la oportunidad de dar el gran golpe frente a la opulencia de un boxeador que no sólo impacta dentro del cuadrilátero sino que es una máquina de fabricar dinero y construir poder.
Según Forbes, el gran contrato por seis peleas que firmó Floyd Mayweather con Showtime el año pasado es el “contrato más cuantioso en la historia del deporte”. El yankee ganó cerca de U$S 115 millones por las dos peleas pactadas y en la anterior había obtenido una bolsa de U$S 32 millones, además de las jugosas ganancias del pago para ver (pay per view) que, llamativamente, siempre resultan difícil de calcular con precisión.
Recientemente, el boxeador invicto publicó una infografía en su cuenta de Instagram que detalla sus ganancias en la velada de mayo. “U$S 32 millones por 36 minutos. Estoy esperando los números del pay per view para ver si puedo ganar otros U$S 38 millones adicionales… haciendo un total de U$S 70 millones”, decía la leyenda que acompañó la imagen. Así es Money Mayweather.
Puede afirmarse que el norteamericano es como todos los boxeadores exitosos pero no todos los boxeadores exitosos son como él. Si bien el negocio del boxeo es histórico y nace en el mismo momento que esta disciplina se creó, es escandalosa la diferencia entre Floyd y el resto. Pues, Mayweather ha conseguido centralizar su poder económico. El norteamericano irá por una escala más alta luego de su retiro, movilizado por su voraz ambición: planea ser promotor, para lo cual obtuvo licencias en diferentes distritos.
Mayweather ha creado un modelo económico en donde casi todo lo generado por ganancias de sus peleas van para él. Su riqueza alcanzó los U$S 400 millones. Se ha convertido en un acérrimo militante del capitalismo. Rinde culto a la opulencia (véase su cuenta de Instagram), y cada vez que tiene la oportunidad exhibe sus millones de modo obsceno y prepotente. A su equipo lo ha denominado como su propio alias: Money (dinero, riqueza). En simultáneo, creó una empresa de ropa con el mismo concepto: prácticamente todo lo que emite está vinculado no sólo con la necesidad de rendirle pleitesía al dinero, sino de producirlo.
Es una verdadera máquina de tirar golpes y generar billetes. El boxeador estadunidense ganó solamente en el último combate U$S 14.815 por segundo. Si se convierte en golpes, recibió U$S 75 mil por golpe lanzado (lanzó 426, según Bleacher Report). Si se analizan sus ganancias conforme al número de golpes que realmente acertó, Mayweather obtuvo U$S 140 mil por cada golpe acertado en su rival Marcos Maidana.
La transculturalidad de Maidana
Ahora bien, es momento de describir al púgil argentino. El santafesino cuenta con un historial de 39 peleas, 35 ganadas -31 por la vía rápida-. Construyó su carrera a trompada limpia. Su desarrollo en el mercado del box dependió de su talento y su mano pesada dentro del ring. Sólo así, llegó a esta inesperada revancha con Money. De perfil bajo y cruel recorrido, el argentino estará presente en una de las peleas de mayor relevancia de la historia del box argentino.
Cabe una inquietud: ¿De qué hablamos cuando hablamos de Maidana?
Hay que decirlo: El Chino no es un emergente pleno del boxeo nacional. Para hablar de Maidana hay que decir que su equipo está conformado por Robert García, ex campeón mundial superpluma y entrenador elegido por la prensa especializada estadounidense, en 2013, como el mejor del planeta. Desde Oxnard (California), lo convenció para continuar en el mundo del boxeo cuando El Chino estuvo al borde de “colgar los guantes” después de la primera pelea con Mayweather.
Con García, Maidana encontró su mejor versión. Su plenitud la halló lejos de la Argentina.
En ese microclima tuvo su cita más esperada frente a Money. En el plano económico, Mashable apuntó que Maidana obtuvo U$S 1.5 millones de la pelea. Sin dudas una bolsa miserable si se compara con la ganancia de Mayweather.
Más allá de los números se desprenden significantes propios de la simbología de la cultura argentina. La explosión del fenómeno Maidana condujo, por ejemplo, a que la transmisión de televisión en el primer combate ante el norteamericano tuviera picos de 28 puntos de rating, cifra nada despreciable para esta disciplina.
No obstante, al “patriotismo” que emerge en estos eventos deportivos hay que añadirle algunas particularidades: Maidana, para ingresar al cuadrilátero, eligió la canción Jefe de jefes, del conjunto Los Tigres del Norte, los cuales han sido censurados en varios distritos de México porque sus letras “hablan de la delincuencia y crimen organizado”.
El periodista mexicano Diego Osorno, autor de El Cártel de Sinaloa, contó que originalmente el apodo “Jefe de jefes” se relacionó con el capo Miguel Ángel Félix Gallardo, capturado en 1989, y luego con el extinto Amado Carrillo, alias El señor de los cielos.
Muchos argentinos, sobre todo de aquellos que se suman a los hitos deportivos cada vez que un compatriota se encuentra cercano a una proeza, se habrán llevado una buena sorpresa cuando al cabo del pesaje, previo al primer enfrentamiento, Maidana se despachó con una frase bastante poco criolla: “Como dice la raza aquí, a mí me vale madre ese güey”.
La invocación a la “raza”, símil de “hermano” en Argentina, podría parecer irrelevante o, acaso, podría sugerirse que representa una pose para interpelar a los mexicanos, público predominante durante la pelea que se realizó en mayo de este año. Sin embargo, se puede proponer otra lectura: los boxeadores de este lado del mundo son emblemas de la transculturalidad, pues es sabido que para triunfar deben emigrar al norte. Bien, ahí emerge la figura del entrenador del argentino, Robert García de tradición mexicana pero nacido en California, Estados Unidos.
García juega un rol fundamental: “Cuando yo era chico, este era un pueblo de puro mexicano, aunque había en menor cantidad, familias americanas y afroamericanas. Cuando me mencionan el tema de la hispanidad y de lo que uno puede darle a la comunidad, siento que es algo que me toca muy de cerca”.
En efecto, resulta interesante profundizar la génesis y el entramado cultural de ambos contendientes para comprender el fenómeno deportivo mundial que se verá en los próximos días.
Sobre todo, para comprender el juicio que suele realizarse luego de este combate que le otorgará a la historia del boxeo argentino una nueva oportunidad de consagración.
Será entonces este magma de sentidos el que recubrirá, como una membrana, la pelea que desvelará a los admiradores del deporte argentino mañana, cuando la campana dé inicio al show deportivo, mezcle empresarios opulentos y agentes ambiciosos y sólo quede la lona, cuatro guantes y la imprescindible necesidad de obtener la gloria deportiva.