Fernando Niembro está recorriendo el interior de la provincia de Buenos Aires como parte de la campaña del PRO. Una charla aquí, una foto allá, el filoso comentarista tiene claro su norte: que Mauricio Macri sea el próximo presidente de la Nación.
Si bien suena como candidato a vicegobernador, detrás de María Eugenia Vidal, Niembro ha negado por el momento esa posibilidad. Aunque en el futuro, quién sabe. Por lo pronto, Macri adelantó que le parece un aspirante “de lujo”.
Acaso identificado con los jugadores que suele exaltar en sus análisis futbolísticos (limitados pero voluntariosos; no hay nada que conmueva más a Niembro que el triunfo de la opacidad), hasta aquí simplemente se ha postulado como un ayudante raso. Un nexo, una persona que abre puertas y que seduce a los dubitativos. Por ejemplo, se ufana de haber convencido al ex árbitro Baldassi de integrar una lista PRO.
Una cara reconocida por sus largas temporadas en la pantalla es un cuadro por demás apreciado dentro de un partido en el que los resplandores de la farándula cuentan más que la experiencia militante y los años de gestión.
Sin embargo, Niembro no es un recién llegado a la política. Fue secretario de Medios del gobierno de Menem, además de cargar con un apellido que remite al sindicalismo peronista. Paulino Niembro, su padre, fue un importante dirigente de la Unión Obrera Metalúrgica (UOM) y luego presidente de Nueva Chicago.
Ambos legados reconoce don Fernando: la simpatía por el club de Mataderos y por el justicialismo. “Peronistas somos todos”, decía el general con su proverbial ironía para minimizar a la oposición. El chiste podría definir posiciones como la de Niembro, un peronista devenido amarillo, identidad mutante y algo inasible que el periodista dice compartir con Diego Santilli y Cristian Ritondo.
Lo cierto es que el pasado en el PJ puede resultar una credencial valiosa para el PRO a la hora de tejer alianzas con intendentes, el botín más codiciado para los que desembarcan con pretensiones electorales en el distrito clave.
Niembro usó el micrófono desde siempre para favorecer la carrera política de Macri, a quien lo une una antigua amistad. Lo hace desde que el empresario tandilense aterrizó en la política y se perfilaba como candidato a Jefe de Gobierno, sin más antecedentes que la presidencia de Boca y el paso por el mundo de la industria en calidad de gerente heredero.
Niembro asesora (siempre se trata de buenos oficios, de dar una mano, nada demasiado orgánico) a la mesa sindical del partido de Macri. Entre los caciques obreros (de algún modo hay que llamarlos), el rating del PRO está por el suelo. Y, ya se sabe, sin pata sindical, no hay estructura confiable.
Las caminatas de Niembro por la provincia de Buenos Aires son dignas de celebrarse. Significan un sinceramiento necesario para que todos entendamos desde cuál vecindario político habla el que habla.
Niembro usó el micrófono desde siempre para favorecer la carrera política de Macri, a quien lo une una antigua amistad. Lo hace desde que el empresario tandilense aterrizó en la política y se perfilaba como candidato a Jefe de Gobierno, sin más antecedentes que la presidencia de Boca y el paso por el mundo de la industria en calidad de gerente heredero. Por caso, pegarle a Aníbal Ibarra era uno de los deportes preferidos de Niembro.
Desde entonces, cada vez que pudo traficó macrismo. El actual alcalde porteño ha sido aludido infinidad de veces, cuando no entrevistado con excusas inverosímiles en sus programas deportivos.
Ahora salió del closet. Ahora, cuando Fernando Niembro tome la palabra, ya sea para hablar de un pase gol o del acierto de instalar un semáforo en alguna esquina difícil, sabremos que está en campaña.