Fue muy cierto lo que dijo Sampaoli en la previa: “Tenemos que ir a jugar porque si vamos a pelear, perdemos”. Y quedó muy claro lo bien que maneja Uruguay esos conceptos de “pelear” los partidos. Roce, fricción, faltas tácticas, pelotazos para que la bajen o la aguanten los de arriba, generación de foules para aprovechar una pelota parada. Todo eso lo hace a la perfección. Entonces la teoría de Sampaoli era lógica: ir a jugar. ¿Pudo jugar Argentina? Poquito. Muy. Pero fue un equipo valiente. Por intentar y por no achicarse ni perder cuando Uruguay propuso, como era lógico, llevar el choque a su terreno. Eso precisamente quiso Uruguay: transformar el partido en un choque.
“Son tres millones de habitantes. Sacá a las mujeres, sacá a los viejos, sacá a los chicos, sacá a los tullidos y Tabárez no tiene muchos problemas para elegir”, bromea un amigo cada vez que ve jugar a Uruguay. No es para tanto, claro, pero no se puede comparar el potencial con Argentina. ¿Quién va a discutir a Suárez o a Cavani en Uruguay? En Argentina no sólo se discute a Higuaín o a Agüero, también se discute a Messi.
Justamente, ante tanta discusión, la primera buena noticia fue el golpe de timón de Sampaoli. Al nuevo entrenador no le tembló la mano para cambiar nada menos que en su primer partido oficial. Ni siquiera llamó a Higuaín, apostó a un supuesto proscripto como Icardi, sentó en el banco a Mascherano, puso a un volante central con características de juego como Pizarro y fue al Centenario con cinco futbolistas de ataque.
La mejor de todas estas decisiones fue la de Pizarro (y, por consecuencia, la de Mascherano). El tipo tiene manejo, ubicación, salida limpia y entiende el juego. Quizás no lo ayudó la compañía de Biglia porque por momentos se superpusieron, pero cuando leyó que debía adelantarse unos metros para no jugar tan paralelo a su socio, la Selección tuvo mejor circulación.
Eso sí: un rato de buena circulación no fue suficiente para que Argentina mostrara un buen juego. La prueba fue que el 9 apenas recibió una pelota más o menos limpia: pase de Messi al comienzo del segundo tiempo, cuando la Selección tuvo su mejor momento. Y otra: Messi y Dybala también se encontraron una sola vez. Fue para generar la ocasión más clara de gol. La ahogó Muslera ante el zurdazo de Messi. Como un rato antes la había ahogado Romero ante Cavani, después de dar un rebote feo.
A medida que fue pasando el tiempo, tal vez por ya saber los resultados de Colombia y Chile, los dos entendieron que el empate era negocio. Y en vez de jugar, se dedicaron a invertir a futuro. Uruguay no iba a perder contra un equipo que respeta casi hasta la admiración y Argentina quedaba acomodada para ganar lo ganable en casa y ahorrarse un sufrimiento que en algún momento de la Eliminatoria parecía que podía ser peor.