Es importante saber cómo se construyen las rivalidades y en ellas los míticos enfrentamientos de la pasión. Tal vez algunos sean más genuinos que otros, y se aquilaten pergaminos que tengan que ver con los variopintos Montescos y Capuletos de barrios desavenidos, traiciones éticas imposibles de sublimar, o simplemente por la cercanía de una geografía que obliga a disputar territorio para el que es más taura.

Si tomamos la Avenida del Libertador General San Martín, entre La Pampa y Comodoro Rivadavia, podríamos construir toda una historia de la Ciudad de Buenos Aires. No solo porque esa franja asfáltica conecta dos nodos centrales del sentir futbolero, sino por lo que significó una forma de poblar y desterrar, lo que con seriedad higiénica se llamó el “Bajo de Belgrano”. La idea de Bajo, tiene que ver con ese proceder del terreno, el Bajo siempre fue un lugar inundable, orillero, inhóspito, lejano y marginal. Por eso su relación con los espacios que la vida le dejó a sus averías y a aquellos que quedaron en sus márgenes. Uno de los más importantes bajos de la Reina del Plata fue, sin dudas, el “Bajo de Belgrano”. Lugar de studs, de actividades vinculadas a los pingos, y sus arrabales, la vida licenciosa y deseada de los piringundines,  hasta que se hicieron los lagos artificiales, como el denominado Regatas, en Pampa y Alcorta y lugares susceptibles de inundación ya no lo fueron. Todo ese anegamiento siempre hizo de esa zona algo difícil, algo lejano hasta que el tiempo y sus cambios le alcanzaron cierto progreso.

vieja-750Todo un lugar extraño, transformado por el avance de la ciudad, que priorizó clubes para poblarse en esa zona , como así también laboratorios, curtiembres, textiles y corralones municipales con caballos, que arriaron la fuerza de trabajo que se fue afincando en las tierras aledañas a la inundación.

En esa franja pasaron muchas cosas, como el Aeroparque, las Piletas de Nuñez (hoy Parque Norte), el entubamiento de ciertos arroyos y la ocupación de esos terrenos inundables, que hoy la ciudad vende al mejor postor, lucrando ferozmente gracias a años de ocupar e invertir en la marginalidad del Río de La Plata. Como decíamos, clubes como Excursionistas, laboratorios como Shchering, Promeco, curtiembres como Sagazola, textiles como Campomar, empresas como cierres Corona y los clubes como El tiro Federal, el viejo CEF Nº 1 (hoy CENARD), Club Comercio,  Obras Sanitarias, YPF, el viejo Muni (hoy Ciudad de Buenos Aires), el Circulo Policial, Defensores de Belgrano, IMOS, Náutico Bouchard, y la ESMA, conforman la saga que llega hasta la General Paz.

Lo contado anteriormente quiere proponer un mapa de cómo fue ese poblamiento barrial, obrero y trabajador. Hace unos días, en un hermoso documental del Canal Encuentro sobre Luis Alberto Spinetta (un consagrado del Bajo), el Flaco nos decía que nació en un barrio pobre y describía esa suerte en términos parecidos a los que tratamos de hacerlo. Es decir, que hablamos de otros seres y de otros habitantes que recorrieron ese territorio porteño. Es indudable que eso no era lo que es hoy.

riverPero la necesidad nos obliga a precisar el mapa y decir que también por allí aterrizo un escapista de los barrios del sur, River Plate, que pobló un bañado importante.

A este mapa solo le falta un último dato histórico social muy importante que le va a  dar el tono a los viejos tiempos, y es el enclave vecinal que habitaba lo que el eufemismo inmobiliario denomina hoy “Belgrano Chico” y que fuera la Villa del Bajo de Belgrano. La villa, precisamente, era periférica a Excursio, y de allí su apodo “Los Villeros”, que portaban con orgullo.

En ese contexto a muchos se nos fue la infancia y la cercanía con uno de los dos clubes nos hacía más simpatizante de uno que de otro. Pero precisamente para esa generación no hubo clásico, ni lo conocíamos, lo vimos de muy grandes. Es decir, que había que llenar un espacio, que estaba vacío, pues entre 1972, año en que Defe asciende a la B, con el equipo histórico en el que actuaba un renombrado hincha de Excursio, Rene Orlando Houseman y hasta que Defe descendió en los noventa, los clásicos no existieron.

De esta forma se escribe una historia curiosa, que era no tener clásico. Y los hinchas de Defe debimos recurrir a otras rivalidades. Una de ellas, sin duda, fue Platense, que entiendo cubrió esa necesidad y proporcionó inolvidables clásicos, con inolvidables jugadores, algunos, como el Loco Massini, arquero calamar que, en los días libres, también lo era del handbal de River Plate, pero además era el verdulero del barrio, que tenía su comercio a tres cuadras de la cancha de Defe. Ese arquero sufrió uno de los goles de tiro libre más lindos del mundo, hecho por el Ratón Leonardi, quien a la hora de empalmar la pelota tenía una panza esférica y turgente casi tan perfecta como el ángulo por donde entró la Pintier con su estrella azul.

defe2¿Y Excursio? En aquellos tiempos muchas veces coincidía que Defe era visitante y entonces uno se hacía una corridita a la cancha de Pampa a ver a Los villeros, sin culpas. Realmente era un espectáculo distinto, la hinchada de Excursio era poderosa, inquietante, desafiante, llena de cabelleras a lo Hacha Ludueña, rostros aindiados, jeans Oxford y torsos desnudos. Cantaban algo así como “Nos vinimos de los ranchos para ver este ballet, que se llama excursionistas…..”, disculpen pero las distancias me alejan del final del verso, que tal vez rimara con C o la aspiración de la B.

Los partidos en Excursio eran más tensos y bravos que en Defensores. Recuerdo siempre gran quilombo a la salida. También recuerdo claramente que las dos hinchadas cantaban  la marcha peronista, en forma permanente y con devoción.

La cancha de Excursio era un lugar al que se concurría para ver otras atracciones del deporte, como las carreras de Midgets, o un torneo nocturno de algo que para nosotros era increíble: un campeonato de fútbol femenino. Algo rarísimo, de donde nos fuimos con la firme sospecha de lo promisorio que parecía que las minas pudieran jugar al fútbol y bien.

También se recuerdan jugadores o los cracks de Excursio, que empezaban a dar que hablar, como Lulú Sanabria y entonces íbamos a ver al crédito local quien, como René, también seguiría su carrera en Huracán.

Se iba a Excursionistas, a Carnavales y hacia el fin de la dictadura a recitales, como el de la revista Pan Caliente, donde tocó una banda de La Plata llamada Los Redonditos de Ricota, cuyo zafado cantante, se la pasó cantando de espaldas con su larga melena.  

Como verán, esa era la relación entre los 70 y los 90 de los dos rivales del Bajo, a lo que solo faltaría agregar que Defe era mucho más bostero que Excursionistas. Recordamos a Toti Ferrara, entre los destacados xeneizes del Bajo. Los villeros siempre fueron River Plate.

Se convivía, uno era claramente de la B y el otro de la C. En la escuela se convivía como se convivía en un barrio, con chicos humildes y aquellos hijos de jóvenes profesionales que tenían barrio encima y que les iba mejor, se convivía, como lo hacíamos en las colonias de vacaciones de aquellos años, a la cual íbamos en micros que salían de distintas Unidades Básicas de la zona, custodiados por la JP. Los de la villa y los del barrio pasábamos días fabulosos de práctica deportiva.

defe-1La dictadura trajo la desgracia y nuestros rivales padecieron ese desgraciado hecho, como todo el barrio. Los afectó enormemente. A Defe, que se desgañitaba cantando “Eh chupe chupe chupe, no deje de chupar, que a Defe no lo para ni la junta militar”, no solo le tocó la vecindad de la nefasta ESMA, sino que sufrió la desaparición de hinchas. Hoy el club recuerda a Marquitos Zucker. También en Defe supo jugar el hijo de jerarca de la segunda Junta Militar Roberto Viola.

Defe fue noticia en los diarios, pues su Comisión Directiva fue detenida por violar la veda de actividades políticas. Ocurrió que los miembros de esa comisión eran algunos punteros locales, tanto radicales como peronistas, y el fútbol era la continuidad de la política por otros medios.

Pero el que perdió casi todo su color, su identidad y su estirpe fue Excursionistas. La llegada del Mundial 78 hizo que la dictadura mudara a la Villa del Bajo, una gran cantera de futbolistas. Muchos de sus habitantes fueron trasladados a complejos habitacionales en el sur de la ciudad y otros vueltos a sus países de origen.

Digamos que está acción, de cara a quienes nos visitarían durante el Mundial, deprimió enormemente al Club Atlético Excursionistas. Con el tiempo, Excursio debió sobreponerse a grandes bajones, entre los cuales perdió una hermosa tribuna lateral de tablones en harás del creciente juego del tenis, que ya venía evidenciando el cambio social de la zona de los “ranchos.”

Es cierto que los noventa devolvieron los clásicos y los sucesivos cambios de divisional los volvieron a alejar. Pero creo que en estos recuerdos se encuentra un espacio de convivencia, que no solo era el del fútbol, sino también de un barrio, con otros códigos, y otra inclusión social diríamos hoy, con otras posibilidades de encuentro y armonías, que se empezaron a resquebrajar. Primero con la dictadura y después con las sucesivas precarizaciones sociales, que nos fueron degradando como sociedad, barrabravizando a todo el fútbol. Épocas de  búsquedas de destinos violentos para poder tener protagonismos efímeros, llevando esa cultura de estadio al rock, generando una nueva organización de la violencia chabona, que obliga a tener rival, a pelear por un color, solo por un color, diría el Flaco del Bajo de Belgrano pidiendo a gritos volver a ser de masa gris.

Entiendo que tal vez  a alguien le ofenda lo que cuento, pero las cosas al menos de esa forma las vivimos durante muchos años. Por eso, ahora que se vuelve a jugar el clásico, me fue imposible olvidar esos momentos de sequía. Espero que siempre gane Defe, lo digo de corazón, pero debo reconocer que me es difícil la construcción de un clásico chispeante y picante con tremendos agujeros en la historia.