Los dirigentes del fútbol viven momentos complicados. Ya se sabe que la intervención caerá más temprano que tarde. Todavía no saben cuál será el formato, pero todos saben que la FIFA y la Conmebol ya están seleccionando sus hombres para desembarcar en el fútbol argentino.
¿Quién será el tercero en discordia en representación de la AFA o en el peor de los casos del Gobierno? ¿Será Graciela Ocaña? ¿Será el empresario de medios Daniel Vila? ¿Será el gerenciador del Fútbol Para Todos, Fernando Marín? ¿Serán los tres? ¿O será Segura, el actual presidente? ¿O acaso un tapado, un dirigente cercano al gobierno? ¿Tal vez Armando Pérez?
Sea quien fuere, el final del conflicto se acerca. ¿El jueves? ¿El viernes? ¿La semana que viene?
Lo curioso del asunto es que en medio de este tembladeral, el presidente de Racing, Víctor Blanco, anunció que el martes 21 se anunciará el nuevo torneo, la Superliga, es decir que ya a nadie le importa demasiado quién dirige la AFA. Segura, para ser francos, ya es una figura decorativa.
El gran desafío para quien asuma la conducción de la AFA, sea de manera democrática con las elecciones del 30 de junio (las que por ahora no se van a realizar por la suspensión decretada por la Inspección General de Justicia) o por la intervención, será cambiar los estatutos de la AFA, diseñados pacientemente por Grondona durante 30 años para otorgarle el poder absoluto al presidente de la institución (o sea a él mismo) y para amañar las elecciones.
Mientras todo esto ocurre en los despachos de la FIFA, la Conmebol y del Gobierno, los dirigentes que integran el Comité Ejecutivo de AFA juegan sus dos últimas cartas. La primera es pedirle a la IGJ la revocación de la suspensión de las elecciones y la segunda es pedirle una reunión al presidente Macri de la que participarían los cinco candidatos a presidente de AFA que ayer presentaron los avales. A saber: Armando Pérez (Belgrano), Nicolás Russo (Lanús), Claudio Chiqui Pérez (Barracas Central), Hugo Moyano (Independiente) y Marcelo Tinelli (San Lorenzo).
La primera movida descuenta el rechazo de la IGJ. Pero esa negativa le abriría la posibilidad a la AFA (como institución) y a los dirigentes (como personas físicas) para presentar un recurso frente a la Justicia. Y como en este país un amparo es como un vaso de agua (no se le niega a nadie), muchos dirigentes sostienen que, de conseguirlo, podría seguir adelante con las elecciones del 30 de junio.
La otra, sin dudas, es un manotazo de ahogado de algunos directivos para evitar la intervención. Quieren dejarle claro a Macri que quien asuma en la AFA estará en sintonía con el Gobierno y que no habrá chisporroteos en la relación, que por ahora sigue siendo muy íntima como consecuencia del Fútbol para Todos que, como ya sabemos, tiene los días contados.
Paralelamente el Gobierno abrió un proceso de licitación para ceder por un año los derechos de televisación de un torneo que todavía no se sabe cómo se jugará ni cuándo. Es decir, el Gobierno por ahora está ofreciendo a los privados una entelequia. Algo que, para la cultura del mercado, es inadmisible.
Así están las cosas en la AFA entonces. Dentro de una semana, la seguimos.