Edgardo Bauza y José Pekerman son distintos en lo formal, pero exactamente iguales en lo futbolístico. Ambos hacen de la prudencia un culto. Los dos entienden que para ganar, primero hay que garantizar el cero en el arco propio. Y para eso trabajan. O por lo menos creen que lo hacen.
De Pekerman ya es sabido que sus equipos aflojan en los partidos decisivos, influenciados por la timorata propuesta que plantea el entrenador en ese tipo de enfrentamientos. Lo ha demostrado una y otra vez con Argentina (¿se acuerdan de Cruz por Riquelme en Alemania 06, con Messi y Saviola en el banco?) y también con Colombia.
De Bauza nos queda una frase que dijo esta semana en conferencia de prensa, cuando fue consultado por la falta de gol del equipo pese a tener a los mejores delanteros del mundo en el plantel y dijo: “me preocupan más los goles que nos hicieron”, ante la sorpresa de todos. Ya que, según se sabe, desde que el fútbol es fútbol, para ganar hay que convertir en el arco del adversario.
Lo concreto es que después del papelón ante Brasil, todos esperábamos algún gesto de Bauza que nos hiciera pensar que el futuro es posible. Nadie esperaba que Bauza dejara de ser Bauza, pero sí que marcara pautas claras de que la derrota con Brasil había sido un punto de inflexión y que, de ahí en más, las cosas iban a cambiar
Sin embargo, nada parece ser así. Por lo pronto, ya aclaró que después del nefasto 4-4-2 ante Brasil, regresa al 4-2-3-1 que hizo agua contra Uruguay (pese al triunfo), Perú, Venezuela y Paraguay.
Dentro de ese 4-2-3-1 se mantiene el doble pivot en la mitad de cancha con Mascherano (¿hasta cuándo?) y Biglia y se insiste con Banega y Di María (¿hasta cuándo?) por los costados.
Los cambios serían Mercado por Zabaleta, Banega por Enzo Pérez y Pratto por Higuaín. ¿El resto? Los mismos. O sea que cambia para no cambiar. Un embole. Otra vez dependemos de que las actuaciones individuales nos salven la ropa, ya que de funcionamiento colectivo, con estos intérpretes tan esquematizados, se puede esperar poco y nada.
El caso de Pekerman es diferente. Se le lesionó un central y el otro no podrá jugar por acumulación de amarillas. Ante la falta de los dos titulares, se verá obligado a hacer cambios en ese lugar de la cancha.
Pero curiosamente, en lugar de aprovechar el pésimo momento de Argentina, de organizar un equipo agresivo para dar el batacazo, ya está planificando un 4-3-2-1 en el mejor de los casos. Es decir: los cuatro del fondo, tres volantes de contención y dos nexos para habilitar a Falcao, presuntamente el único delantero. Hay quienes especulan incluso con un 4-1-4-1.
Colombia ante Chile formó con Ospina; Arias, Mina, Óscar Murillo y Farid Díaz; Carlos Sánchez y Abel Aguilar; James Rodríguez, Berrío y Cardona; y Borja. Ante Argentina iría con Ospina; Arias, Jaison Murillo, Álvarez Balanta y Farid Díaz; Carlos Sánchez, Aguilar y Carlos Torres; James Rodríguez y Cuadrado; y Falcao como único delantero neto.
Como se ve, será un partido entre el hambre y las ganas de comer. Y, como dicen los especialistas, se definirá en los pequeños detalles. Argentina irá con su necesidad y sus miedos a cuestas. Colombia, sólo con sus miedos.
La única esperanza, como siempre nos pasa últimamente, es que el pibe se despierte y entregue un partido fenomenal. En Argentina, por lo menos, contamos con Messi para mantener vivas las esperanzas. A Colombia, no le queda ni eso.
O sea que, salvo que pase algo muy raro y que el partido se rompa desde el arranque, lo mejor que se puede hacer es preparar el espíritu para otra noche de sufrimientos. O, peor aún, de aburrimiento.