Las declaraciones de los jugadores de Racing señalan el mismo punto de inflexión para este título: el empate con Olimpo en la fecha 13. A partir de ahí, se propusieron ganar los seis partidos de la recta final. Y Racing los ganó. ¿Cómo? Aprovechando todas las circunstancias favorables. Si Gimnasia lo perdona, va y le devuelve un golazo. Si el arquero de Banfield regala el primer palo, Bou le apunta ahí. Y todos a defender desde los 7 minutos del primer tiempo. Sin ponerse colorados. Si al arquero de Quilmes se le desarma la barrera y encima se le achican las manos, Bou apunta al arco y sigue de festejo. Si Gallardo le pone a la Reserva con dos titulares y esos titulares se mandan un blooper para que Racing pase al frente (del partido y del torneo), Racing pasa al frente. Y cuida lo que tiene. Juega pensando en una sola cosa: que termine el partido. Si un línea no ve a Gastón Díaz medio metro adelantado, Racing va y se abusa de un Central destrozado. Si Godoy Cruz juega con la amargura de pensar que hace una semana tendría que estar de vacaciones, ¿qué culpa tiene Racing? Racing ganó 5 de esos 6 partidos 1 a 0. Como un equipo italiano que ganó una Champions con Eto’o jugando de lateral bis en una semi contra el Barcelona (cualquier parecido con lo que hizo Hauche en algunos momentos de este torneo no es pura coincidencia). Un equipo en el que jugaba Milito. Un equipo en el que se destacaba Milito, que le ganó solito la final al Bayern Munich de Van Gaal con dos golazos. Había que ganar esos seis partidos. Y Racing jugó para eso sin preocuparse por nada más. Lo malo es que nunca sabremos qué hubiese pasado si Racing jugaba estos últimos seis partidos como jugó de a ratos en la primera parte del torneo. En ninguno Racing jugó mejor que en la derrota 2 a 0 con Rafaela, por ejemplo. Pero como aquella vez perdió, entonces guardó unas banderas y colgó otras. Muy parecido a lo que pasó con la Selección en el Mundial. Cuando Argentina pasó a ser más de Mascherano que de Messi, terminó 0 a 0 con Suiza (1 a 0 en el alargue), 1 a 0 con Bélgica, 0 a 0 con Holanda y 0 a 1 con Alemania. Aquel equipo de Sabella pasó a ser el de Mascherano, como este equipo de Cocca pasó a ser el de Milito. Y este equipo supo aprovechar sus oportunidades al milímetro. Por eso es un justo campeón. Pero creemos que nos podría haber dado algo más. Porque por momentos lo demostró.