La derrota categórica, dolorosa y muy clara de Sergio Maravilla Martínez ante Miguel Cotto por nocaut técnico en el 10° asalto, creemos, no fue consecuencia exclusivamente de la buena actuación del puertorriqueño.

Hay múltiples razones físicas para explicar lo ocurrido. La edad de Sergio (39 años), el desgaste (58 peleas realizadas en 17 años de carrera) y el aspecto físico (disminuido por los problemas en sus rodillas y muñecas), pero más allá de todo, en mí caso, prefiero suponer que el problema central estuvo en el aspecto sicológico.

Maravilla es, ante todo, un fighter, un luchador, un guerrero. Con capacidad atlética y talento, por supuesto, pero sostenido ante todo por su cabeza, por su tenacidad, por su afán de superación, por su inteligencia, por la elaboración de cada uno de los pasos que ha dado en su carrera.

Ésa es, definitivamente, su mayor virtud. Y por esa razón, ¿qué podría ocurrir si su mejor herramienta, su arma letal, quedara herida, lesionada? Podría suceder lo que se dio ante Miguel Cotto: una derrota amplísima y que sólo se prolongó durante nueve asaltos porque Maravilla posee un corazón y una dignidad fuera de lo común. Cualquier otro boxeador, en las mismas condiciones, plantaba bandera en el segundo o tercer round y se retiraba para no seguir sufriendo una golpiza como la que padeció Sergio.

¿Por qué digo que Maravilla extravió su arma más importante? Es una teoría, nada más. Pero es algo que vengo pensado desde hace un par de años y que, incluso, se lo llegué a preguntar a Sergio en una entrevista. Intuyo, sin certezas, por supuesto, que aquella piña de Julio César Chávez Junior, en el último asalto de la pelea entre ambos, el 17 de septiembre de 2012, dejó secuelas imborrables en la mente de un tipo pensante como Sergio.

Recordémosla:

Sergio, ya en su pelea contra Martin Murray, el 27 de abril de 2013, en Buenos Aires, que ganó por puntos en forma ajustada, dejó en claro que algo había cambiado dentro de él. Y ni que hablar de lo que pasó ante Cotto cuando apenas transcurría un minuto del primer round.

Para entender qué es lo que pasa por la cabeza de un boxeador hay que subirse al ring y pelear en el nivel que ellos lo hacen. Pero hay sobrados ejemplos de trompadas que retiran extraordinarios campeones, que los dejan marcados para el futuro.

Veamos uno de esos ejemplos, ocurrido el 2 de agosto de 1980:

Después de sufrir ese nocaut ante Thomas Hearns, Pipino Cuevas nunca fue el mismo y su carrera. Cuando perdió con la Cobra de Detroit, el mexicano tenía apenas 23 años y después de esa caída su carrera deambuló sin rumbo hasta su retiro, 9 años después, tras de realizar 16 combates más y perder la mitad.

Lo que digo es incomprobable. Nadie sabe qué pasa dentro de la cabeza de Sergio Maravilla Martínez más que él mismo. Pero es una teoría. Una teoría aplicable a un tipo inteligente, pensante, que tal vez algún día se dio cuenta de que no era inmortal. Y cuando uno toma en cuenta de que no es inmortal es cuando empieza a codearse con los propios fantasmas.

Sea como fuere, un campeón extraordinario acaba de ser derrotado. Más allá de que todavía no lo haya dicho, está más que claro que se va del deporte con 56 peleas realizadas, 51 victorias (28 por nocaut), 3 derrotas y 2 empates. Finaliza una carrera fenomenal dentro del boxeo. Y se va hacia otro rumbo. Sergio Maravilla Martínez encara ahora una nueva vida.