En nuestras siempre animadas charlas de redacción, apareció una duda que trajo a la mesa el compañero Christian Colonna. Está muy claro quiénes son los dos mejores jugadores del mundo pero, ¿quién es el número tres? En la mesa de Un Caño, varios dijimos el mismo nombre: Iniesta. Incluso alguno aventuró que el bueno de Andrés es el segundo mejor del mundo, atrás de Messi. Pero entendemos que somos excesivamente parciales en nuestros gustos futbolísticos.
No parece haber unanimidad en este aspecto. Porque uno empieza a pensar en los equipos que andan bien y sus estrellas, y no llega a una conclusión definitiva. Un ejemplo, también de Colonna: ¿Manchester City, posiblemente el mejor equipo del mundo, tiene en su plantel alguno de los cinco mejores jugadores del mundo? No nos pusimos de acuerdo. Uno tiró Sané, otro Gundogan, otro De Bruyne (lo cual llevó al siguiente equívoco sonoro: “De Bruyne, del City”, arriesgó un valiente; “¿Quién, el wing del City? ¡Sí! ¡Sané!”, se apropió el que había nombrado en primer lugar a Sané). No sabemos si califican.
A partir de allí empezamos a ordenar un top 5 respondiendo a una consigna fundamental: después de Messi y Cristiano. Los cinco mejores jugadores del mundo descartando a los dos obvios. La verdad es que la pregunta la planteé yo porque tenía un nombre flotando en la cabeza. Un nombre que me parecía abandonado, levemente olivdado, dejado de lado. Y quería comprobar mi hipótesis.
Los resultados, en nuestra encuesta interna, fueron sorprendentes por partida doble. Primero, por lo heterodoxos. Segundo, porque confirmaron mi presunción.
“Hoy, todos te vamos a decir Salah”, aseguró el compañero Mancuso. Y tenía razón: todos, quien más quien menos, dijeron Salah. Se agregaron a la lista los ya mencionados De Bruyne e Iniesta. Y aparecieron Busquets, Modric, Insigne, Luis Suárez, Lewandowski. Hasta el petifresco de Hazard. Hamilton nombró a Isco y casi se anima –no se animó- a Marcos Alonso. Hasta se sugirió el nombre de Mbappé. Y ahí apareció Mauri, pensando seguramente en el PSG y haciendo una asociación rápida, para decir el nombre que había quedado de costado.
“No nos olvidemos de Neymar”.
Y claro, acá está en realidad la cuestión más interesante. Hace una temporada, nadie se podría haber olvidado de Neymar. Nadie lo podría haber dejado de lado. Su omnipresencia era futbolística y mediática: lo mirábamos al lado de Messi y pensábamos que más tarde que temprano sería más que Lionel. Hay una frase célebre que dicen que le dijo el propio Leo al brasileño para que no se fuera a París: “¿Vos querés ser Balón de Oro? Yo te hago Balón de Oro”.
Hace un año, era el tercero.
Pero es fue hace un año. Hoy, en cambio, Neymar está en el exilio de los petrodolares, en la Liga de Francia (que ganó) y de la Copa de Francia (que ganó) y sufriendo el escarnio de no ganar la Champions con el equipo de los millones que se armó para ganar la Champions, Cavani, Verratti, Draxler y Dani Alves. Los muchachos de Un Caño lo dejamos olvidado hasta que uno se avivó. Yo, en mi intimidad, pensando jugadores antes de proponer este jueguito, había sufrido la misma suerte. Es por eso que lo propuse: para ver si alguien nombraba a Neymar. Pero no.
Puede ser que influya su lesión, su larga inactividad. El tema es que ya no pensamos en él enseguida cuando hablamos de un top 3. Quizá ni siquiera cuando hablamos de un top 5. Eso, sólo eso, debería alcanzar para calificar su elección.
Mucho más que para condenar a nuestra mala memoria.