No se entiende demasiado la tibieza general del periodismo a la hora de dar un pronóstico para la serie que Boca y River jugarán por las semifinales de la Copa Sudamericana. Se escucha que va a ser parejo, que no hay un claro favorito, que los clásicos son distintos.
Pavadas. Va a ganar Boca. Está bastante claro.
Y va a ganar porque llega en un mejor momento físico, anímico y futbolístico que el archirrival, que logró un pico alto de rendimiento en el torneo local hace aproximadamente ocho o nueve fechas, y que viene jugando cada día un poquito peor, sea porque los oponentes le fueron encontrando la vuelta o por el desgaste acumulado.
Hay algo que no se entiende: el pronóstico pensando en el pasado mediato del equipo. “River pasó 31 partidos sin perder”, dicen. Sí, macho, pero eso fue en los últimos seis meses. Hace un año y monedas jugaba en la B. ¿Vamos a tomar eso en cuenta también? Lo que vale es el presente, y el presente deja las cartas de favorito bastante claras.
River viene cayendo y Boca llega al revés, en alza pleno. Con sus jugadores titulares descansados y un récord excepcional desde que Arruabarrena encontró el equipo inicial de mejor rendimiento: victorias ante Capiatá de visitante, Cerro de local y Cero de visitante. Nueve puntos de nueve. ¿River? Viene de sacar uno de seis.
Pero además, el modelo de partido que se plantea y el tipo de llave que se viene es claramente favorable al estilo de Boca. ¿Los de Gallardo van a intentar asfixiar con su presión en ataque? Excelente: la velocidad de Chávez y del Burrito Martínez por las bandas puede ser un dolor de cabeza para un par de laterales que saben proyectarse bastante mejor de lo que marcan y para dos centrales sobrestimados por la prensa que dan ventajas en muchas facetas del juego –sirva como ejemplo el gol de Olimpo en la última fecha, pelotazo de Maidana y pifia de Funes Mori para el empate de Borja-.
Y si todos vieron el partido que River perdió ante Estudiantes, comprenderán que un método de defensa agrupado –como tiene Boca- y la voluntad de salir rápido con mucha gente en ataque van a complicar a un conjunto que se desarma en defensa cuando busca tocar en ataque.
En lo individual, Chávez llega en un momento de forma bastante temible. Está preciso, rápido, haciendo diferencia parado en la izquierda. Alimenta de la mejor manera a sus compañeros y tiene buen remate, tanto desde afuera como desde adentro. ¿No es suficiente como para asustar a un arquero que se manda una macana cada dos partidos y medio, como Barovero?
Por otra parte, con Gago jugando cada vez más cerca de su mejor nivel, este equipo de Arruabarrena tiene una generación de juego que nace en un lugar incómodo para el Millonario. Justo donde le falta una pieza importante, Kranevitter. ¿Quién va a marcar a Gago? ¿Ponzio? Déjenme que me muera de la risa. ¿Y si Meli se une a Gago en la creación? ¿Va a venir Rojas a ayudar? Déjenme que me muera de la risa de nuevo.
Si para colmo Marín se suma con proyecciones criteriosas -que es lo que suele hacer- y Colazo aparece como opción por la izquierda, River puede estar en problemas. Sobre todo porque ese sector le viene dando malas noticias al equipo de Núñez. Es cierto que vuelve el uruguayo Carlos Sánchez, pero también es cierto que viene de jugar 135 minutos en menos de siete días, y que en caso de que se canse no tiene un reemplazante claro.
Y eso que no hablamos de la línea de defensa Xeneize. Con el Cata Díaz recuperado y Forlín afianzado, la zaga central tiene una categoría que River difícilmente pueda vulnerar entrando por el medio o tirando centros. Eso lo obligaría a generar juego con sus volantes, algo que parecería complicado desde la teoría con la doble contención de Boca rondando la zona.
Todo esto sin tener en cuenta que en el primer partido no estará Mora, un tipo que ya convirtió en clásicos y que será reemplazado por… ¿Boyé? Un discutido por sus propios hinchas. ¿Giovanni Simeone? ¡Ja!
¿Quién va a marcar a Gago? ¿Ponzio? Déjenme que me muera de la risa. ¿Y si Meli se une a Gago en la creación? ¿Va a venir Rojas a ayudar? Déjenme que me muera de la risa de nuevo.
Pero hay una cuestión que pesa un poco más. Y es justamente la que Arruabarrena quiso minimizar hace poco en una conferencia. “Boca no le ganó nunca a River con la camiseta”, dijo. Permítanme disentir. Justamente de eso se alimenta la historia de las paternidades futboleras. Boca lo tuvo de hijo a River en toda la década del noventa. Con equipos supuestamente lujosos que perdían sin solución de continuidad contra Boca, por la competencia que fuera.
Esa racha se estiró en los diez años siguientes, donde Boca acumuló los dos triunfos más recordados contra River: el de la Libertadores de 2000 (si pone a Palermo yo lo pongo al Enzo) y el de la gallinita de Tevez, en 2004.
El de 2000 fue un paseo de proporciones que terminó con un gol que sólo Palermo podría hacer, en cámara lenta, en su reaparición después de una lesión tremenda que lo había dejado sin jugar durante varios meses. La otra fue por penales, en el Monumental y sin público visitante, como para demostrar que se puede ganar definiendo en casa ajena aunque se trate del más absoluto némesis.
Además, de los últimos cinco clásicos en el Monumental, River ganó apenas uno, en 2010. El año pasado, Martínez (la figura, que por algo será titular en esta serie) y Gigliotti (que metió el gol) también llevaron a un festejo en un estadio sin fanáticos de Boca que miraba en silencio la ronda que habían armado en el medio los dirigidos en aquel momento por Carlos Bianchi. Teniendo en cuenta estos antecedentes, supongamos que esta noche River empata en la Bombonera –y tendría que empatar, que no es poco-, ¿ustedes creen que llegaría con un panorama muy favorable a la vuelta?
Incluso, si tomamos las últimas cuatro definiciones mano a mano entre los dos máximos rivales del fútbol argentino, vamos a encontrar victorias de Boca en la Supercopa de 1994 y en la final (¡con el título en juego!) del torneo Nacional de 1976. En total, 38 años sin lograr imponerse en un duelo eliminatorio directo. Y no es que hubo uno: hubo cuatro.
Así que, explíquenme ustedes, ¿por qué ganaría River esta vez?