¿Nadie le informó a Guillermo Barros Schelotto, Tevez y compañía que se jugaba un partido decisivo y enfrente estaba River? Porque Boca jugó como una fecha más del campeonato. No se enteró de nada. Le pasó River por delante, le pegó dos sopapos y siguió sin enterarse. Y no estamos hablando de actitud (que faltó, sí), estamos hablando de la mano del entrenador. ¿Cuál fue la ingeniería táctica del Mellizo? ¿Poner a Pavón por la izquierda? En dos minutos se dio cuenta todo el mundo y adiós sorpresa, si es que la intención era sorprender. En el primer tiempo todo Boca buscó a Pavón como si fuera Messi. Y no, no lo es.

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Hace un par de semanas en Paso a Paso hicieron una encuesta con los hinchas de Boca: ¿el campeonato local o ganarle a River? Casi por unanimidad los hinchas eligieron ganarle a River. El mensaje, evidentemente, nunca se lo pasaron a Guillermo (ni a Tevez, que ya debería saberlo). Y ya son varios los mensajes que no le llegan al entrenador de Boca cuando se trata de partidos mano a mano. Definitivamente Barros Schelotto y sus chicos piden un diván a gritos. ¡Urgente!

Todo lo contrario le cabe a Gallardo. El tipo es un experto en jugar estos partidos. De hecho, el River de Gallardo se sostiene gracias a estos partidos trascendentes. No fue capaz de ganar un solo torneo local Gallardo. No es necesario hacer ninguna encuesta con sus hinchas para saber que no les importa nada esa deuda. Porque este River devuelve lo que debe con intereses en esta clase de partidos. Ni siquiera necesita jugar mucho. Con media jugada en el primer tiempo le alcanzó para generar un penal y la diferencia. Con un par de atajadas de Armani le bastó para bajarle los decibeles a los tibios intentos rivales. Y un contraataque fue suficiente para liquidar la historia y seguir viviendo un rato más de rentas.

Por lo que se vio de Pratto se podría decir que no estaba para jugar. Se lo podría criticar a Gallardo por ponerlo, claro. Sin embargo, lo reemplaza Scocco y la primera que toca es para pasársela a la red. ¿Entonces qué hacemos? Y, sí, aplausos para Gallardo, que entendió que Pratto haría el trabajo sucio de desgaste de los centrales para que el que entrara fresco sacara provecho. Eso, ni más ni menos, es un trabajo de equipo. Un equipo con una camiseta que Boca ya no quiere ni ver en este tipo de partidos.