Muchos hinchas de Huracán despidieron con silbidos al equipo de suplentes que perdió contra Tigre por el campeonato local. Muchos hinchas de Huracán putearon al equipo titular que no pudo ganarle a Mineros y clasificarse para los octavos de final de la Libertadores. Algún dirigente-hincha (¿idiota o ingrato?) hasta hizo correr el rumor que Apuzzo se jugaba el puesto en la final de la Supercopa con River. Alguien no entiende nada. Ellos o nosotros.

No hace falta ir muy atrás en el tiempo, apenas seis meses, para refrescarle la memoria a estos hinchas. ¿Recuerdan cómo estaba Huracán o prefieren no hacerlo? Tras la abrupta salida de Kudelka, Apuzzo se hizo cargo de un avión en llamas. Huracán no podía quedarse sin subir el año que ascendían diez equipos. Y cuando agarró Apuzzo estaba más afuera que adentro. Encima, en el medio, debía disputar la Copa Argentina. Lo que podía ser un premio para cualquier equipo, no lo era para Huracán, que hubiese vivido más fresco con una sola competición.

apuzzo 1Apuzzo, con un fútbol tan llano como su lenguaje, convenció a un grupo de futbolistas de que todo era posible. Y Huracán logró todo. ¡Y cómo olvidarse de la emocionante definición contra Atlético Tucumán! Los hinchas de Huracán vieron uno de los mejores partidos del año. Dos equipos nobles yendo a buscar la gloria con un fútbol leal y envidiable. La gloria cayó en Parque Patricios: Ascenso y Copa Argentina. Suficiente para disfrutar un tiempo largo.

Pero no. El hincha quiere todo sin hacer ningún análisis. Apuzzo tuvo que afrontar el año nuevo sin dos cracks: el Pity Martínez, que se fue a River, y Cristian Espinoza, que se lesionó y acaba de volver. Aún así, el hincha creía que Huracán estaba para ser campeón de la Libertadores. Y, además, para pelear el torneo local con los suplentes. Una pavadita…

Ojo, no es sólo el hincha de Huracán. Son los de todos los equipos. En este torneo los de Olimpo, los de Defensa y Justicia y los de Chicago (tal vez se nos escapa alguno), han cantado en algún partido “que no juegan con nadie”. ¿Qué pretende esa gente? ¿Vieron lo que son sus equipos? El tema es que el mamarracho de los torneos cortos les cambió la realidad a todos. “Con este sistema cualquiera puede ser campeón”, dicen los cráneos. Y entonces todos creen que pueden ser campeones. Ya va siendo hora de asumir la realidad. Y la realidad de la mayoría de los equipos es que no pueden ser campeones. Y conformarse no está mal. El hincha de Chicago, por ejemplo, se tiene que sentir orgulloso por lo que su equipo hizo en la Bombonera. El de Defensa y Justicia, con el partidazo que vio contra Central. Y así, todos. Cada domingo, ver a tu equipo tiene que ser una aventura, que no siempre va a terminar bien. Probablemente, casi nunca. Pero ahí está la gracia.

Podemos hacer una comparación bien cercana. San Lorenzo, el campeón, se fue de la Copa en la misma instancia que Huracán. Una Copa que sólo recordará por haber sido la siguiente a la que ganó. ¿Qué partido le quedó grabado al hincha de San Lorenzo? Ninguno. Tres goles metió en toda la primera fase. Uno solo a los equipos brasileños con los que se jugaba el pase. Y tras una noche decepcionante, probablemente tanto como la de Huracán en Venezuela, los hinchas armaron una fiesta para despedir a sus jugadores. No por cómo jugaron sino por lo que les dieron en un pasado cercano.

Antes del partido con River, a un hincha de Huracán le preguntaron si al equipo le podía venir bien llegar herido. “Nosotros vivimos heridos”, contestó realista. Parece que no todos piensan como él. Porque putear a un técnico y a unos jugadores que merecen un monumento es de idiotas o de ingratos.