Todos los analistas que escuchamos coinciden en el diagnóstico: la expulsión cambió el partido.

River cerraba el domingo en la cancha de Arsenal y, pese a las bajas, pasaba una nochecita plácida. Por méritos propios y deficiencias ajenas. Porque la sanata esa de que el fútbol se emparejó es justamente eso: sanata. Si los equipos que son mejores juegan más o menos bien (no necesitan la excelencia), los otros no tienen mucho para hacer. River, la segunda mitad del primer tiempo, jugó más o menos bien y marcó las enormes diferencias que existen con Arsenal. El 1 a 0 al descanso era muy corto. Pero, a la vuelta, River enseguida hizo lo más complicado: reflejar la superioridad en el resultado. El Pity Martínez siguió sin dársela a nadie pero esta vez transformó el egoísmo en genialidad con un precioso pase a la red.

A los 5 minutos del segundo tiempo lo único que quedaba por saber era cuántos goles le iba a meter River a Arsenal. Pero a los pocos segundos el joven Gonzalo Montiel vio la segunda amarilla y, según coincidieron los analistas, la expulsión del central de River cambió el partido. No: la expulsión fue un punto de inflexión en el desarrollo pero lo que verdaderamente cambió el partido fueron los fantasmas que se le aparecieron a River.

serieJohn River (personificado por el gran Stellan Skarsgard) le da su apellido a una oscura serie de seis capítulos. River es un policía que se comunica (¿o cree hacerlo?) con los muertos. Pero no con cualquier muerto sino con gente que tuvo que ver con él. Precisa y curiosamente, lo mismo que le pasa al River equipo: al primer contratiempo que sufre le salen del placard todos sus muertos y se muere de miedo. Tema para un psiquiatra. Aunque John al principio prefiere evitar la terapia, después se anima a confiar en ella.

Lo reconoció el propio Gallardo: “Nos faltó desde lo mental. Lo mismo pasó también contra Patronato”. Es correcto el análisis del entrenador. Sin embargo, la autocrítica debió empezar por él mismo. Gallardo suele tomar decisiones valientes pero en Sarandí fue el primer responsable de meterles miedo a sus jugadores. Mandó a la cancha a Domingo y retrocedió a Ponzio para ocupar el lugar de Montiel. ¿Qué generó eso? Que Arsenal se agrandara pero, sobre todo, que River se achicara de tal manera y empezara a jugar como si le hubieran echado a cinco y no a uno. El equipo de Gallardo no volvió a entrar al área rival, casi no cruzó la mitad de cancha y terminó pidiendo la hora por un 2 a 2 que debía ser 5 ó 6 a 0 si hubiera seguido jugando de la misma manera aún 11 contra 10. El Pity, que no es un gran entendedor del juego, explicó perfecto la situación: “Nosotros solos los fuimos llevando para nuestro arco”. Eso: River revive a los muertos.