El Zenit de San Petersburgo pagó 40 millones de euros por Axel Witsel. Chelsea desembolsó la misma cifra por Eden Hazard, y Tottenham compró a Jan Vertonghen por 27,5 millones de la misma moneda. Estos pases están entre los más caros de la última temporada y tienen algo en común: los jugadores protagonistas de las transferencias son belgas. Sí, hoy el mundo del fútbol mira hacia esta pequeña nación que le gana terreno al mar.
Bélgica no se clasifica a un torneo importante desde la Euro 2004. Quedó afuera en cinco Eliminatorias consecutivas, y en casi ninguna logró dar una pelea seria. Hoy, eso parece haber cambiado: la llamada “generación de oro” del fútbol del país parece estar en su mejor momento.
En la década del noventa, las fronteras europeas desaparecieron y los grandes clubes del continente salieron a contratar jóvenes figuras de manera descontrolada. Los países “en vías de desarrollo futbolero”, como Bélgica, sufrieron una sangría de talentos que dinamitó la categoría de sus ligas. Entonces, las Federaciones debieron trabajar y tener ingenio para mantener el nivel de los torneos.
Jean-François De Sart es uno de los principales responsables de esta generación. Fue el entrenador de la Selección sub-21 durante más de una década y condujo al equipo que llegó a semifinales en los Juegos Olímpicos de Beijing. Según De Sart, la Federación entendió a mediados de los noventa que el desarrollo de las juveniles en todo el país era deficitario y entonces proyectó inversiones para las inferiores del equipo nacional y también de los clubes.
Se formaron entrenadores de nivel y se obligó a instituciones como Anderlecht y Standard Lieja a invertir en sus academias de juveniles. Esa fue la semilla de este grupo de cracks que todavía no ganó nada pero que recién ahora está en su punto justo de maduración. Aquel plantel que brilló en China hoy sumó a jóvenes talentos y está en su mejor momento.
Estudiemos el equipo habitual, línea por línea.
Thibaut Courtois y Simon Mingolet son los dueños del arco. El actual guardavallas de Atlético Madrid fue comprado por Chelsea, que hace poco más de un año se quedó con un verdadero prodigio de los tres palos y lo cedió a préstamo al club español. Entre ambos suman 46 años, casi los mismos que Faryd Mondragón, aún en la Selección de Colombia.
En la defensa, la principal característica es el buen manejo de pelota. Thomas Vermaelen, el capitán de Arsenal, es el bastión de la última línea. Rápido, seguro y muy capaz a la hora de pasar al ataque, es sin dudas uno de los abanderados de esta generación. Junto a Vincent Kompany forma una zaga central confiable como pocas.
Los laterales son Guillaume Gillet y Jan Vertonghen. Este último, ex capitán de Ajax, comenzó como mediocampista, lo que le dio un manejo y una capacidad de ataque que hoy es muy valiosa para un central o un lateral. En definitiva, es eso lo que diferencia a los defensores belgas del resto.
El mediocampo es un lujo. Marouane Fellaini se destaca no sólo por su cabellera. El hombre de Everton tiene gran manejo, buen cabezazo, panorama y marca. Sí, todo eso en un mismo futbolista. Juega libre en el centro del campo, con responsabilidades en ataque y defensa, y desde su metro 94 maneja los ritmos del equipo. Lo acompaña Axel Witsel, el jugador de los 40 millones, que puede jugar como doble cinco, por las puntas y también más adelantado.
En el otro extremo se desempeña Dries Mertens, típico carrilero europeo. Quien también juega en el centro del campo es el versátil Hazard, un crack que además puede ser delantero o mediapunta. Con sólo 21 años, fue la gran figura del Lille que ganó la doble corona francesa en 2011. Es rapidísimo, inteligente y tiene una capacidad de gol notable. En la Selección juega junto a dos delanteros, lo que muestra con claridad las buenas intenciones ofensivas del equipo.
Kevin De Bruyne, Kevin Mirallas, Romelu Lukaku y Moussa Dembélé se alternan la titularidad en la delantera. Éste quizás es el único punto débil del equipo, porque no hay ningún goleador letal, aunque estos cuatro tienen toda la capacidad para serlo. De Bruyne –tiene 21 años, juega en el Werder Bremen- y Mirallas -25, Everton- fueron titulares en los dos partidos de Eliminatorias y se complementaron bien.
Otro de los principales aspectos que suman a la esperanza belga son las sociedades que dan forma al Seleccionado. Vertonghen y Vermaelen compartieron zaga en Ajax; Fellaini
y Witsel jugaron juntos en Standard Lieja y Mirallas y Hazard se criaron en Lille. Una dupla de cracks conocidos por línea.
Marc Wilmots, quien jugó cuatro Mundiales pero no participó ni de España ‘82 ni de México ‘86, es el director técnico. El ex senador -tuvo un paso fugaz por el Congreso belga en 2005- tomó la dirección técnica en junio y, en uno de sus primeros partidos, goleó 4-2 a Holanda en el clásico.
En 1982, César Menotti afirmó “se viene la revolución belga”, en un desmesurado elogio hacia el rival del partido inaugural de la Copa del Mundo de España. El equipo dio el golpe en el Camp Nou y le ganó a Argentina, pero luego perdió los dos partidos de la segunda ronda. Es decir, que esa revolución pronosticada por el técnico rosarino no se consumó. Hoy, treinta años después, puede cumplirse el vaticinio menottista. Para demostrar que con
inversión sostenida, conocimiento previo entre los jugadores y una buena dosis de talento, en el fútbol se puede hacer una revolución.