El domingo por la noche, tras el partido de Boca, Guillermo Barros Schelotto daba una conferencia de prensa. Palabras más, palabras menos, esto fue lo ocurrió en un segmento de la larga charla con los medios.
Periodista: Algunos jugadores hablaron de la mano de Komar adentro del área. Quería consultarse tu opinión sobre esa jugada.
Guillermo Barros Schelotto: La verdad es que estaba lejos. En el campo me dejé llevar por el pedido de los jugadores y el grito de la gente. Más tarde, en el vestuario, volví a ver la jugada y sí, fue penal. Pero no tengo nada que decir del árbitro porque a veces se equivocan a favor y otras, en contra. Son humanos y se equivocan, como puedo equivocarme yo en una decisión como entrenador. Creo que la honestidad del árbitro que nos dirigió hoy o de cualquier otro que lo pueda hacer.
P: ¿Te sorprende que hace ya ocho meses que no le cobran un penal a Boca?
GBS (con una sonrisa en los labios): Sí. Hace 9 meses que no nos cobran un penal. Ya vendrán todos en cadena.
Ese fue el diálogo. Guillermo, que normalmente es catalogado como llorón, no lagrimeó ni se quejó. Fue prudente y preciso. Pero para mi sorpresa, el graph de TyC Sports era: “Guillermo: ‘Me sorprende que no nos cobren penales desde hace nueve meses’”.
O sea: ya no era que se forzaba una declaración o se interpretaba lo que decía el entrenador. No. En este caso, el graph se construyó con la pregunta del periodista a la que Guillermo respondió con una ironía.
Estas prácticas se ven todo el tiempo en la televisión argentina. Una persona dice algo, el editor de turno recorta esa declaración y hace un graph (o sea que ya hay una mediación porque está interpretando) o pasa lo del domingo, cuando lisa y llanamente se ignora la respuesta del entrevistado y se pone en su boca el contenido de la pregunta. De esta forma se construye opinión.
Les propongo a los lectores que hagan este ejercicio: escuchen lo que dicen las entrevistas y después comparen con lo que aparece sobreimpreso en la pantalla. Por no decir siempre, en el 90 por ciento de los casos, se verá que esas letras que aparecen debajo de la pantalla y que quedan durante minutos repiqueteando en nuestra cabeza, no son verdad. Se trata de forzar la polémica, de buscar el impacto y de formar opinión para el lado que le parece al escritor de graph de turno. Es la mediación y la intervención más directa que uno se pueda imaginar sobre la palabra, es decir sobre la verdad.
Parece una pavada en el caso de Barros Schelotto, aunque este tipo de agites muchas veces pueden desembocar en situaciones de violencia contra un árbitro. Más nos preocupa cuando esta práctica se transfiere a la política, cuando se tergiversan datos de la realidad o cuando se saca de contexto lo que pueda decir un funcionario, un diputado o un dirigente social o gremial. Allí sí se está haciendo malabares con las brasas. Allí sí, no sólo no se construye ciudadanía sino que lo que es peor, se destruye. Por eso alertamos: cuidado con la dictadura del graph. Es una herramienta muy eficaz que todos debemos saber procesar. Porque, como decían Aristóteles, Kant y después el General, la única verdad es la realidad.