Desde hace tres días se habla de cómo jugarle, y lo más importante, como ganarle a Alemania.
Los más tímidos, dicen que hay que mantener el mismo planteo que se hizo ante Holanda, por más que el arco de enfrente se transforme en una utopía y porque, garantizan (increíble que hablen con esa certeza tratándose de fútbol), que de esa manera no nos vamos a comer una goleada como nos pasó hace cuatro años en Sudáfrica o como la padeció Brasil hace cuatro días.
Dicen: hay que jugar un 4-4-2 apretadito, con Enzo Pérez, Biglia, Mascherano y Lavezzi pegaditos a los defensores y con Messi e Higuain adelante. Esperar en nuestro campo, buscar el error y aprovechar los poco ataques que se nos presenten. Y apostar a que Messi esté iluminado y, sino, a los penales. Esa es la única manera de ganar, sostienen, cual Oráculos de Delfos.
¿Hay otra manera de jugarle a Alemania? Por supuesto. Pero, ¿la hay sin correr riesgos innecesarios? Claro que sí. Aunque también debemos decir que si no se quieren correr riesgos innecesarios hay que dedicarse a otra cosa, ya que estamos hablando de fútbol y, encima, de cómo disputar una final del Mundo. El riesgo es inherente a la tarea que se tiene por delante.
Si a mí me preguntaran cómo jugarle a Alemania, yo no cambiaría los jugadores (porque no está Di María en condiciones, porque de otra manera lo pondría sí o sí por Lavezzi), pero sí el planteo. Y no porque como vidrio o porque soy un lírico y quiero mandar a los jugadores para adelante. Lo haría por la sencilla razón de que a Alemania hay que ganarle la mitad de cancha, pero no en nuestro campo sino en una zona menos crítica. Porque ellos presionan muy bien la salida y nosotros debemos oxigenar esa zona.
Dicho esto, paso a desarrollar mi teoría.
Alemania se hace fuerte desde un triángulo en la mitad de la cancha, formado por Schweinsteiger, Kroos y Khedira. Desde ahí surge gran parte del poder ofensivo y el equilibrio defensivo. Yo le pelearía esa zona a Alemania con Zabaleta, Biglia y Rojo y dejaría a Enzo Pérez y Lavezzi más adelantados para que conecten con Messi e Higuain y así ganar las espaldas de los volantes, que se lanzan al ataque y dejan un campo libre a su espalda para ser aprovechado, especialmente, con diagonales, porque tiran el achique.
La defensa la dejaría para Demichelis, Mascherano y Garay para que, en zona, reciban a Klose y a Müller u Ozil, según quien se decida a atacar.
Me dirán que quedaría mucho espacio detrás de los marcadores de punta si ellos se suman al medio. Y yo digo que es cierto. Pero también es verdad que si se quiere ganar una final contra Alemania, algo deberá arriesgarse. No se trata sólo de sentarse a esperar lo que el destino tiene para decirnos.
Mi dibujo entonces sería 3, 3, 2, 2. O sea: Romero; Demichelis, Mascherano, Garay; Zabaleta, Biglia, Rojo; Enzo Pérez, Lavezzi; Messi e Higuain. ¿Si jugamos así le ganamos seguro a Alemania? No. Seguro no. Pero no tengo dudas de que estaremos muchos más cerca de sorprenderlos y de dar el golpe que si nos colgamos del travesaño con el único objetivo de defender.