Bauza sabía que asumía en un período de transición, contratado por autoridades fugaces. Quizá era su única oportunidad de saltar a la cima. Otros entrenadores mejor cotizados no habrían aceptado la magra estabilidad que les ofrecía la comisión presidida por Armando Pérez, más conocido en los pasillos del fútbol como Pepe Curdele.

peluAhora que toma las riendas el señor Tapia, por todos mimado con el diminutivo Chiqui, la pesada herencia se instala en la agenda como prioridad: hay que remover al técnico de la Selección. Aunque cueste carísimo.

Nueva era, nueva escoba. Así dicen los manuales. Aunque se debe reconocer que Bauza hizo lo suyo con creces. Cuando faltan solo cuatro fechas de la eliminatoria, la clasificación argentina está en un severo entredicho. A la cosecha floja de puntos se le suma un desempeño desganado y torpe. Impropio de futbolistas con semejante cartel y tan rutilante actualidad en las ligas top del planeta.

Es decir que Bauza no consiguió arrancarles una actuación siquiera decorosa a un puñado de futbolistas reputados como los mejores. La excepción fue el partido frente a Colombia, un rival que suele ser muy amable con la Selección y ante el cual Messi la rompió.

Los predecesores de Bauza, tanto por la posición obtenida en las competencias (un subcampeonato mundial para Sabella, dos subcampeonatos americanos para Martino) como por el nivel de juego, tuvieron una eficacia de la que Bauza está lejos.

con messiSin embargo, late la sospecha de que con otro entrenador, por muy capaz, estudioso y previsor que hubiera sido, las cosas no habrían variado (y tampoco variarán en el futuro) ante prestaciones tan exiguas como las de los futbolistas consagrados del equipo nacional. ¿Bauza no supo hacerlos jugar mejor y es su exclusiva responsabilidad o no había manera de rescatar a atletas con una relación tan desgastada con la Selección?

Por ahí se dice que la clave es conformar al rey y su círculo rojo. Que cualquier DT que no colme las expectativas del comando en jefe, extraerá poco y nada de este grupo tan unido y talentoso como vegetativo en los últimos tiempos. Nada nuevo. Con Messi en el plantel, la módica estrategia de los sucesivos conductores fue mantenerlo contento y con los amigos cerca. El que le apuntó mejor a esta tecla fue Sabella. Claro que en el Mundial, con la consagración fulgurando en el horizonte cercano, se volvió obstinadamente defensivo y abandonó al diez. Hasta allí se había portado concesivo como un padre divorciado. Los resultados de daban la razón, lo alentaban a insistir con el aval a Messi. Pero, como en el escorpión de la fábula famosa, primó su naturaleza temerosa y conservadora.

Con el tramo final de la eliminatoria minado, es de esperar que la nueva dirigencia de la AFA opte por un hombre de confianza del círculo rojo. Después se verá si existe un proyecto, la voluntad de renovación y los costos inevitables del crecimiento o se vuelve a la carga con la réplica paródica de una gloria extinguida.

sampaQuiero pensar que es la única razón por la que un entrenador ignoto para los argentinos como Jorge Sampaoli, pretendido émulo de Bielsa con la milésima parte de sus dotes discursivas, está en las gateras como candidato de oro. Sampaoli ha hecho buenas migas con Messi y al parecer se ha ganado su preferencia.

De cualquier modo, se trate del técnico del Sevilla, de Caruso Lombardi, Gallardo o de una segunda vida improbable del propio Bauza, la fórmula será invariable. La dependencia de la única bala que duerme en la recámara. Que Messi esté cómodo y en familia. Las convocatorias y los planes rondarán como siempre esa premisa. No parece del todo sólido como para esbozar un programa de mediano plazo. Tan necesario como el restablecimiento de roles y jerarquías coherentes, y de decisiones con fundamento.