La última trampa que le tendió Julio Grondona al fútbol argentino fue el ya condenado torneo de 30 equipos que comenzará en marzo del año próximo y que volverá a acomodar al torneo local al año calendario, en lugar de seguir el ritmo de las temporadas europeas.
El argumento esgrimido por Grondona en su momento, para convencer fácilmente a los dóciles levanta manos del Comité Ejecutivo, fue que el Gobierno Nacional quería semejante engendro y que, si lo aprobaban, sobrevendría un importante aumento en el dinero que el Estado aporta para el Fútbol para Todos.
Falso de toda falsedad. Desde el Ejecutivo no se alentaba la realización de un torneo de 30 equipos aunque sí le dijeron a la AFA que, habida cuenta de los dineros que se aportan, pensara una competencia más federal. Digamos que con la realización de la Copa Argentina la cuota estaba más que satisfecha, pero como la ambición siempre es mayor, de la cabeza de Grondona apareció esta idea absurda que va contra toda la equidad deportiva.
¿Por qué va en contra de la justicia deportiva? Porque habrá campeonato de un año con partidos sólo de ida (un equipo se puede ir al descenso jugando con Boca y River como visitante y sin que estos equipos visiten su estadio, por ejemplo) o, en el caso de los interzonales, Boca y River (o San Lorenzo-Vélez o Racing-Independiente) jugarán entre sí dos veces mientras que ningún otro equipo enfrentará a los equipos más poderosos en dos ocasiones.
Algunos clubes, que como siempre buscan la mínima ventaja sin mirar en el bienestar general y sin mirar más allá de sus ombligos, están a favor de este torneo. Dicen que, con 30 equipos y apenas dos descensos, tienen muchas más posibilidades de mantenerse en Primera, lo que por supuesto puede ser cierto para los que lo consigan, pero también es verdad que es un collar de melones para aquellos equipos que quieran ascender en el futuro o que, por desgracia, hayan perdido la categoría. Es decir, lo virtuoso de hoy se puede convertir en tortuoso mañana. Los dos ascensos, para semejante torneo, son poco y nada y, también, chocan de lleno contra toda equidad deportiva. Ni que hablar de que se mantendrán los promedios y que diez equipos (los que asciendan) estarán en inferioridad de condiciones respecto del resto.
Otros dirigentes, tal como es el caso de Daniel Angelici de Boca, están despotricando por los pasillos de la AFA contra este torneo, argumentando que fueron engañados por Grondona. Digamos que Angelici fue uno de los que votó favorablemente este campeonato de muchos equipos, por lo que no tiene la autoridad moral para quejarse. Mejor dicho: ¿alguien la tiene?
Sin embargo, todavía queda algo de sentido común en la AFA y la idea de una minoría que lentamente va tomando peso en las decisiones del fútbol argentino, es tender a regularizar la competencia para estabilizarla en un torneo largo de 20 equipos, tal como ocurre en las principales ligas del mundo. Lo malo de todo es que para llegar a esta instancia deberán pasar al menos cinco años con un torneo que vaya paulatinamente reduciendo la cantidad de participantes con 4/6 descensos y 2/3 ascensos. Calculan que en 5 años se llegará al número requerido. ¿Podrán imponer ese criterio o chocarán de frente contra la mirada más microscópica, más egoísta, de menor recorrido?
¿Por qué no cambiar ahora en lugar de perpetrar este escracho? Porque esta minoría de dirigentes sostiene que muchos clubes del Interior hicieron inversiones para reforzar sus planteles con la ambición de llegar a Primera y que sería injusto, ya con el torneo en marcha, cambiarles el arco de lugar. Jugarlo tal como se aprobó, dicen, es un mal menor. Cambiar ahora, con los torneos en marcha, es -al menos- una payada.