Menottista o Bilardista, se pregunta todavía en el ambiente del fútbol. Como si el tiempo no pasara y no aparecieran nuevos nombres o nuevas ideas. Cuando uno habla de un entrenador, aparece siempre la misma dicotomía. Vieja. Limitada. Incompleta. Defensivo u ofensivo. Tacticista o conceptualista, amplía Pagani. Son maneras más elegantes de decir lo mismo.
Sin embargo, los últimos entrenadores de moda en el fútbol argentino nos han hecho pensar en otra modalidad, en otra categorización. No sabemos si es demasiado buena, pero es distinta: técnicos ligueros y técnicos coperos. Y no hablamos de la mística, esa virtud tan atribuida a los que ganan partidos importantes o duelos mano a mano. Más bien nos referimos a un modo de conducción que se adapta mejor a una u otra competencia.
Está claro que cada torneo tiene su formato. Bueno, para nosotros existe un tipo de técnico que se acomoda mejor a cada formato. Unos son más aptos para preparar el largo plazo, y pensar en enfrentar a todos y cada uno de los participantes en un torneo, sabiendo que aún cayendo ante los dos o tres mejores pueden llegar al título por regularidad. Los otros son los reyes del corto plazo, del aquí y ahora, del partido que viene, del rival que está, del cinco que no funciona ahí en el primer tiempo pongamos un cinco mejor.
No resulta tan fácil separar esta clasificación de la preexistente, básicamente porque Bilardo era un hombre absolutamente copero -pese a que ha ganado alguna Liga- y Menotti casi un referente de los técnicos ligueros -aunque ganó como DT más Copas que Ligas, entre ellas la más anhelada del fútbol Mundial-. Pero hay detalles que separan estos dos conceptos. Hay que pisar con cuidado para no confundir los tantos.
Empecemos por el nombre que nos hizo arrancar a idear esta cuestión: Edgardo Bauza. Aunque haya acumulado tres títulos de Liga en Perú y Ecuador, es difícil pensar que Bauza no sea un técnico copero después de ganó su segunda Copa Libertadores. Las razones están a la vista: cambia piezas pensando en el rival de turno, idea series de ida y vuelta con un ingenio digno de reconocer, toma riesgos según la circunstancia y prepara a sus muchachos de manera distinta cuando es local y cuando es visitante.
De hecho, San Lorenzo no ganó ni un partido de visitante en la Copa y sufrió para clasificarse… en la parte que se jugaba como una Liga. También parece claro que Bauza no se casa con un once de memoria, que varía su táctica dependiendo del caso y que su preocupación por el funcionamiento cae más en las cuestiones defensivas que en las ofensivas.
Y además, una cuestión importante: su equipo tiene picos. Los buenos técnicos coperos logran sacar el máximo jugo a los picos de alto rendimiento de sus dirigidos y logran minimizar los daños en los momentos de bajo rendimiento. Así, si juegan mal un partido de ida pero empatan 0-0, pueden ganar 1-0 a la vuelta jugando más o menos bien y asegurándose un pase a la siguiente fase. Y si no hay vuelta, pueden ganar en los penales tras haber empatado jugando mal.
Un técnico liguero tiene equipos más regulares. Un buen técnico liguero, logra que su equipo se mantenga mucho tiempo regularmente en el alto nivel. Pero cuando tiene un bache, difícilmente sepa solucionarlo.
El exponente máximo de esta categoría podría ser Marcelo Bielsa. Eliminatorias brillantes, bache en el Mundial. Chau. Debacle.
Bielsa busca jugar igual en todas las canchas, alinea siempre a los mismos muchachos y suele elevar el rendimiento general de sus futbolistas durante un período prolongado de tiempo. Cuando ese nivel baja… no hay alternativa. Nobleza obliga: en su última experiencia como técnico del Athletic llegó a dos finales de Copa y no le fue tan bien en Liga. Pero cuando cayó el bache en la final con el Atlético del Cholo… Chau. Debacle.
El ejemplo de moda en esta categoría nos parece el Tata Martino. El flamante técnico de la Selección tuvo varias versiones bastante distintas, pero sus equipos en Libertad y Cerro Porteño se parecieron más a Newell’s y a lo que no le salió en Barcelona que a lo que intentó con la Selección de Paraguay. En todos los casos, Martino llevó su importa a unos jugadores que tenían bastante claro quiénes eran los titulares y sabían a qué iban a jugar en cualquier cancha.
La verdad es que los técnicos ligueros tienen más fama de estéticos, porque sus equipos se ensamblan de manera continua y muestran mejor juego durante una mayor cantidad de tiempo. Podríamos decir: Guardiola -aunque se ha cansado de ganar copas-, Conte, Klopp, Ramón Díaz. Del Bosque a pesar de que ganó el Mundial.
Los coperos tienen fama de ganadores: aunque sus formaciones jueguen mal, son huesos duros de roer. Tienen fama de contundentes porque aprovechan sus buenos instantes y sus oportunidades, sabiendo que pueden ser únicas en un partido (los ligueros son más inconstantes porque confían en su dominio). Podríamos enumerar: Simeone, Ancelotti, Bianchi, Sabella. Mourinho aunque se cansó de ganar Ligas.
Incluso hay hombres como Van Gaal, que por lo que hizo en Ajax y en Bayern Múnich podría ser incluido como liguero -incluso habiendo ganado copas- pero tuvo una visión más copera tanto en el Barcelona como en su versión de selección holandesa.
Es curioso que mientras los equipos que se arman bajo un DT liguero están mejor conceptuados (el Huracán de Cappa, digamos), los entrenadores coperos son los más valorados (exceptuando a Guardiola, un caso prácticamente único). Diría que esto sucede porque su figura aparece como un punto fundador de las victorias. Cobran más protagonismo porque son más intervencionistas y porque los cambios que provocan se notan mucho, por ser abruptos. Normalmente son los que toman decisiones más drásticas y los que tienen un perfil más alto. Cuando hay fracasos, también es normal que se los señale como responsables.
Una apreciación personal: es más difícil ser copero. Hay que estar más alerta en el día a día y en el transcurso de cada partido. Hay que estar encima del jugador. A priori, parecería necesaria más energía. Los ligueros se acomodan en la normalidad. Si no pasa nada, mejor. Se apoyan en una estructura que fueron armando y que sienten confiable. Los coperos justamente dejan ver su mano para generar instantes de excepción. No esperan a que el triunfo decante, buscan ayudar a su decantación.
Si quieren ir a lo bruto: el estilo histórico de River es liguero y el de Boca es copero (y no me jodan con que es lo mismo que Bilardista y Menottista, porque no entendieron nada).
La verdad es que la categoría se explica a partir del funcionamiento general de un equipo en un tiempo prolongado o en la capacidad de ese mismo equipo para superar obstáculos cuando la exigencia lo requiere. Es casi como una inteligencia académica contra una inteligencia práctica: lo que marcan los libros y la escuela contra la universidad de la calle. Lo que se debería hacer contra lo que se puede hacer.
Ninguna parece más eficaz. Ninguna parece más digna. No está muy claro que una sea mejor que la otra. Pero alguien tenía que ofrecer una opción para dejar de hablar de Menotti y Bilardo.