-Che, se lo decimos, ¿no?

-Supongo que se habrá dado cuenta solo y no va a hacer falta.

-Bueno, nosotros colaboramos un poco como para que se notara que esto que quiso inventar no sirve para nada.

-Jaja, ¿un poco?

Pocas veces el mundo futbolero estuvo tan de acuerdo. Salvo los bilardistas recalcitrantes, todos coincidían en que el planteo de Sabella ante Bosnia no tenía ningún sentido. Ni por cuidar a Higuaín y Gago, ni por probar variantes, ni por no confiar en Lavezzi… Ni siquiera porque el mismísimo Bilardo te esté incendiando el cerebro dos horas por día en la concentración. No había forma de bancarlo. Ni el propio entrenador pudo hacerlo y en el entretiempo debió meter un volantazo. Si ya lo tenía pensado al ver a un equipo que fue la nada misma o se lo “sugirieron” los futbolistas quedará entre ellos, pero las declaraciones públicas fueron tan evidentes que hacen creer, a nosotros que somos mal pensados, que, como mínimo, en el vestuario los jugadores pusieron cara de así no vamos a ningún lado.

Y claro, para ir a algún lado, Sabella necesita a los jugadores. Fueron ellos los que ante cualquier micrófono se encargaron de destrozar el sistema del primer tiempo y alabar el del segundo, aunque en esa parte el equipo no haya sido ninguna maravilla tampoco. El técnico, bien en caliente, reconoció que algunos errores “fueron culpa mía”. Rápida la autocrítica de Sabella. Muy. Y bienvenida. Y bienvenidos, sobre todo, los futbolistas que se involucran con la causa.

Nosotros no creemos en jefes que den órdenes sino en jefes que ordenen, que acomoden las cosas en su lugar. Y si el jefe la pifia, nos parece muy bien que los que tienen que obedecer con respeto se lo hagan notar.