En las épocas premundialistas se ponen sobre la mesa diferentes cuestiones relacionadas con los grupos que resulta interesante analizar a la luz de la premura de las convocatorias y de los resultados. Así, al conocerse la desafectación de Ever Banega de la Selección Nacional, se informó sobre la afinidad del jugador con Lionel Messi y la generación de una brecha interna dentro del plantel.
Para algunos fue extraña la decisión del técnico dado que el actual volante de Newell’s fue un nombre habitual desde los inicios del ciclo. Pero, más allá de las razones esgrimidas por Sabella puertas adentro del grupo y sobre todo al propio jugador, es evidente que las mismas resultan poco claras para la el público en general.
Ahora bien, ¿es necesario que el entrenador explique las razones por las cuales desafecta a un jugador o resulta suficiente que el afectado y el grupo tengan en claro los motivos?
En realidad parece ser que los directores técnicos de Selección están obligados a explicar en forma taxativa cuáles fueron las causas del alejamiento, más allá que se presuma que las razones hayan sido estrictamente futbolísticas. Lo cierto es que dichas explicaciones solo atañen al grupo y al desafectado, más allá de las formas en que éstas se comunican.
Al respecto, José Pekerman, técnico de la selección colombiana, optó por sentar junto a él en la conferencia de prensa a quienes quedaron fuera del equipo. Esto motivó que “hacia fuera” del grupo quedara como un gesto de compromiso e identificación con el objetivo (ganar el Mundial), no sólo de los que quedaron en la lista final sino también de los que ya no pertenecen al plantel.
Ante esta forma de presentar la noticia, Pekerman buscó eliminar todo vestigio de mal humor grupal (aunque podría haber existido); pero la manera de darla a conocer generó en la opinión pública una idea de unidad en lo grupal.
Sabella en cambio optó primero por dar a conocer la situación hacia dentro del grupo para luego exponerla escuetamente hacia afuera en una conferencia de prensa. Esta actitud, inevitablemente, llevó a pensar en forma inmediata sobre el malestar que se generó en el equipo y en las consecuencias que esto pueda traer.
En ambos casos, decisiones como las que debieron tomar los entrenadores, han modificado la trama grupal y seguramente promovieron cambios de roles; conflictos éstos que deberán sortear como equipo para llegar a la meta final.
No cabe duda aquí que la claridad en la comunicación resulta medular para el logro del campeonato. Todos los cambios en los grupos, por más mínimos que fueren, promueven conflictividad, sobre todo en equipos de elites, donde el sacrifico de los futbolistas es doblemente mayor, los egos más poderosos y, en el caso de las selecciones nombradas, la identificación del público con los jugadores deviene en tema de debate nacional.
En este contexto resulta necesario tener presente que el conjunto deportivo debe llegar de la mejor manera posible a la competencia y esto implica hilvanar los vínculos grupales dentro del equipo y también hacia afuera, pero también ese “afuera” debe dejar que el entrenador y los jugadores realicen su tarea de la manera que mejor crean que convenga. Promover rumores o infundir presiones más allá de lo estrictamente deportivo pondrá una dosis de dramatismo al equipo que quizás repercuta en el objetivo planteado.
Por eso, a partir de ahora, la frase del Gran Jefe Obdulio Varela debería ser aplicada con toda convicción: “Los de afuera son de palo”.
* Abogada, Licenciada en Psicología Social