Aunque estamos bastante acostumbrados a que los programas de fútbol no tengan nada que ver con el fútbol, nos sorprendió encontrar en YouTube una serie de videos de TNT Sports en que algunos futbolistas, ex futbolistas, árbitros, técnicos y periodistas deportivos hacen shows individuales de comedia. Los muchachos en cuestión se paran solos en el escenario y cuentan chistes frente a un micrófono. Listo. Stand-up en toda su gloria. El nombre  del programa es “La comedia no se mancha”, y el anfitrión es Luis Rubio, famoso por su interpretación de Eber Ludueña (que, obviamente, coló un pedacito de su propio stand-up).

¿Un stand-up hecho por futbolistas? Nos sorprendió, decíamos, porque el género es doblemente complicado. La comedia de por sí es difícil. Pero si además hay que enfrentar en soledad al público desde un escenario… Contar algún chiste, o una anécdota graciosa, puede pilotearse si alguien te va llevando, te hace preguntas, funciona como tu interlocutor. Te ayuda también si se ríe cuando hablás. Hablar solo, en cambio, es todo un desafío incluso para actores cómicos de experiencia. Ni siquiera nos imaginamos del salto que representa para un jugador, que suelen ser bastante duritos a la hora de contestar una pregunta cualquiera, y más todavía a la hora de actuar.

Sin embargo hay algunos histriónicos en el mundo del fútbol y el programa los llamó a todos. Caruso Lombardi, Horacio Pagani (en dos partes) y Guillermo Coppola, por caso. O jugadores como el esperable Brian Sarmiento, el Turco García o el televisivo José Chatruc. Ahí está la banda de mediáticos que uno imaginaría.

Sin embargo aparecen otros nombres más inverosímiles. Lautaro Acosta, Burrito Martínez o Román Martínez. Difícil imaginarlos en la comedia y valioso porque están en actividad. El Mago Capria. Roberto Trotta (manos en los bolsillos). Passet (¡¿por qué?!). El ex árbitro Aníbal Hay. Apo. ¡¡Cherquis Bialo!!

La colección de personajes también incluye a Goycoechea, Batista, Olarticoechea, Hugo Lamadrid (un especialista), Baldassi, Hernán Díaz y gente de otros deportes como la Tigresa Acuña y el basquetbolista Hernán Montenegro.

La realidad es que, más que hacer chistes, los muchachos se dedican a relatar anécdotas ante un escenario que los recibe con risas desmesuradas. Resulta un poco descorazonador que alguien se ría tan fuerte de historias que no tienen tanta gracia, y que incluso si la tienen no parecen narradas para generar carcajadas. Más bien piden una sonrisa, a veces. Se supone que es para hacer sentir cómodo al anfitrión. A nosotros nos generaría una incomodidad insoportable.

Les dejamos un par de videos de muestra y les recomendamos, por supuesto, que investiguen de qué se trata esta idea de show que roza involuntariamente lo bizarro. Porque en principio es una buena idea, al menos para colarse de manera simpática en la intimidad de los jugadores. Para conocer esos relatos  “que son la pimienta de cualquier asado con amigos”, según dice la gacetilla de prensa del programa.

Pero, más allá de lo cómico que pueda llegar a ser un futbolista (nadie lo puede pedir, seriamente, su trabajo es otro), nos parece una oportunidad desaprovechada para conocer desde adentro cuestiones del fútbol. Casi todas las anécdotas que se cuentan hablan de cuestiones que no tienen nada que ver con el deporte, y para colmo en su mayor parte lo hacen con el tono rancio y lleno de estereotipos y prejuicios que tiene el discurso tradicional del fútbol de códigos.

Caruso, por ejemplo, habla de cómo un ciego lo reconoció cuando lo ayudó a cruzar la calle y cómo quiso cogerse a una japonesa (prácticamente blanqueando un intento de violación, fallido por la vehemencia del “no”). Y cuando está por encarar su tercera anécdota aclara: “Ya les conté una de fútbol, ahora les cuento una de casa”. Chatruc habla de “los miembros y el fútbol”, para aclarar que “no está nada mal ser gay” (ay). A Coppola (también en dos partes), ni siquiera nos animamos a mirarlo.

Algunos muchachos se salvan. Lautaro Acosta construye una pequeña e inocente fábula sobre su adolescencia (que dejamos para que evalúen) y el Burrito Martínez habla de cosas que pasaron dentro de la cancha. Aunque no sean los más graciosos, rescatamos su humilde aporte.

Y lo mejor que tienen es que no se creen graciosos.