Un pequeño repaso por el fútbol japonés confirma que la Conmebol no sólo es sino que, además, parece. Una Confederación sospechosa (¿ya se la puede llamar corrupta?) sigue arreglando torneos ridículos y los que pagan son los equipos de turno a los que representa y debería cuidar al menos un poco.

copaPara que se entienda: el campeón de la Liga japonesa se clasifica para la Libertadores asiática. El de la Copa Emperador, a la Sudamericana asiática. ¿Y qué hacemos con el campeón de la Copa Japón, el tercer torneo en importancia? “Arreglemos con la gente linda de la Conmebol. A ellos les ofrecemos un dinerito mínimo y no tienen problemas en cruzarse el mundo para venir a jugar este partido pintura”, parece que comentó un perspicaz dirigente japonés que, unos segundos después de que le atendieran el teléfono en Paraguay, demostró su buena jugada con una sonrisa cómplice pero imperceptible. Y este año le tocó viajar a River por ser el campeón de la Sudamericana. El tema fue el cómo. River pidió postergar la fecha para fin de año y así viajar una sola vez a Oriente pero la Conmebol, muy preocupada por mantener sus chanchullos, le dijo que no. ¿Y para qué? Aunque la Conmebol le da carácter de oficial a “esto”, el partido se juega en el país de uno de los involucrados, con un árbitro local y con reglas de un amistoso de verano.

Sin tiempo para dormir tras el festejo por la Libertadores, el plantel de Gallardo (definió este viaje como “irracional”) debió subirse a un avión para ir a buscar a Osaka una suma que no le cambiará ninguna ecuación: 500 mil dólares por participar y 200 mil más por ganar. Pero sí es probable que le cambie la ecuación el desgaste físico y mental de los jugadores.

Un miércoles River jugó en México la primera final de la Libertadores con casi 40 grados de calor. Siete días más tarde, la revancha en Núñez bajo una lluvia torrencial. Seis días después (y luego de una travesía de 72 horas, tras una escala en Alemania), un “amistoso” en los 30 grados de Osaka y sin ningún tiempo para acomodarse al horario. Y otros seis días más tarde, River deberá jugar su partido por el campeonato local contra San Martín de San Juan. O sea que River saldrá el lunes al Monumental sin tener la más mínima idea de qué hora es, si hace calor o frío o si juega por la Suruga Bank o por la Copa Banco Galicia.

River volverá de Japón el jueves por la tarde pero para los jugadores será la mañana del viernes, según su reloj biológico de hace unos días. Los “expertos” en el asunto hablan de que el cuerpo necesita una hora por día acomodarse al nuevo huso. Así queda claro que River no se pudo acomodar el horario japonés (pese a la cómoda goleada) cuando ya tiene que pensar de vuelta en acomodarse el argentino.

Aunque el primer problema es el partido del lunes, el envión anímico que trae este plantel puede ayudarle a resolver ese compromiso. Pero con el paso de los días, estas tres semanas de idas y vueltas se van a sentir. Y River tendrá que afrontar la Sudamericana a partir de mediados de septiembre, completar su calendario contra Defensa y Justicia y, mientras pelear por el torneo local, ponerse a punto para el gran compromiso de fin de año. Un compromiso al que no podrá llegar 10 puntos porque a la Conmebol le interesa facturar hasta por una Copa que no importa una Suruga.