Por supuesto que me hubiera encantado que Argentina goleara y entregara una actuación memorable. Está de más decir que me hubiera gustado ver actuaciones extraordinarias de Messi, de Agüero, de Higuain y/o de Di María. Pero no. Con el transcurso de los minutos los argentinos fueron cayendo en las redes iraníes y el equipo no sólo se diluyó en ataque sino que, además, mostró serios defectos en defensa que bien le podrían haber costado una derrota de no ser por las atajadas de Romero.
Me hubieran gustado que las cosas fueras diferentes. Pero nos tocó sufrir. Nos tocó esperar hasta el último segundo del partido para que Messi apareciera y definiera con un zurdazo espectacular.
Como todo en la vida, nos podemos quedar con el vaso medio lleno o el vaso medio vacío. Podemos agarrar el martillo y empezar a demoler a la Selección. Regodearnos en el fracaso y pegarles a todos. Total, ¿quién nos va a contradecir? Si al final Argentina fue un desastre…
Pero no. Preferimos ir por otro lado. Por el vaso medio lleno. Argentina jugó mal y pese a ello ganó, algo que en los siete partidos de un Mundial es importantísimo. Aseguró la clasificación y de ahora en más podrá pensar en el futuro con mayor tranquilidad, aunque sin creérsela. Sabella podrá trabajar en los errores y básicamente en la puesta a punto física del equipo, que por ahora parece bastante lejana de la ideal.
¿Estamos a tiempo de mejorar? Pero por supuesto. No sería la primera vez que un equipo no arranca bien en el Mundial y termina jugando en muy buen nivel.
Difícilmente se le presenten a Argentina partidos similares a los que ya vivió. ¿O todos le van a jugar colgándose del travesaño? Y en el supuesto caso de que lo llegaran a hacer: ¿Di María seguiría jugando tan mal? ¿Higuain mantendría esta tendencia de no pasarle bien la pelota a ningún compañero? ¿Agüero permanecería escondido entre los centrales rivales sin acertarle al arco? ¿Messi sería tan irregular?
Argentina ganó dos partidos jugando mal. Hay un mérito en ello. Y una ventaja: el equipo no se va a creer nada más de lo que realmente es. No se van a relajar. No van a suponer, algo tan común en los argentinos, que son los mejores del mundo. Van a estar preocupados, concentrados, en guardia. Y es lo mejor que nos puede llegar a pasar. Es importante sufrir para ganar. Deja enseñanzas. Uno se hace fuerte en la adversidad. Es importante que las cosas no se presenten sencillas. Es clave tener que esforzarse para obtener éxitos.
Argentina arrancó con paso tambaleante el Mundial. Y hasta te diría que lo agradezco.