De los últimos ocho partidos por los puntos, la Selección de Brasil ganó tres, empató uno y perdió cuatro. Recibió 17 goles en contra y convirtió nueve. Terminó cuarta en la Copa del Mundo tras dos caídas ignominiosas, se despidió en cuartos de final de la Copa América frente a un Seleccionado que luego perdió 6-1 en las semis y comenzó con derrota las Eliminatorias por primera vez en su historia. A pesar de todo esto, es uno de los peores rivales que le podían tocar a Argentina en este momento.

¿Por qué? Muy simple: en ninguno de los cuatro encuentros que perdió jugó Neymar, quien sí estará en el estadio Monumental este jueves. Desde su estruendosa irrupción, el aporte del crack nacido en Mogi das Cruzes fue tan grande que alcanzó a para convertir a una Selección mediocre en peligrosa. Con Neymar, Brasil se parece a Brasil. Sin él, es una caricatura de sí mismo.

En estos tiempos, parece demasiado simplista darle a un solo futbolista semejante trascendencia en el funcionamiento de un equipo. Desde hace décadas, los grandes campeones han llegado al éxito gracias, en primer lugar, a sus estructuras colectivas. Así, será difícil volver a ver una Selección como la Argentina de Maradona, en la que casi todas las opciones ofensivas estaban apoyadas en la inventiva del Diez. Ni siquiera Lionel Messi pudo imitar aquella gesta. Sin embargo, hay una excepción a la regla y es el Brasil de Neymar.

DungaDunga es un entrenador que primero piensa en controlar las virtudes del adversario y luego en potenciar las propias. Por eso, un futbolista con el talento de Neymar se vuelve indispensable. Sin el hombre de Barcelona, Brasil no tiene un plan claro para atacar y eso termina resintiendo al resto del equipo. Es capaz de crear situaciones sin necesidad de tener el control ni de la pelota ni del juego. Eso transforma a este Brasil tan disminuido desde lo colectivo en muy peligroso.

Además, tanto Scolari como Dunga han sabido generar un contexto para potenciar al crack. Quizás ese haya sido su único mérito. A los 21 años, Neymar se convirtió en el amo y señor del Scratch y eso lo impulsa, lo motiva. Es el capitán, el líder futbolístico y anímico. Se mueve con libertad, sin posición fija y muchas veces con un nueve que está más para distraer y rebotar que para definir. Es cierto que este Seleccionado no tiene plan B cuando no juega, pero cuando está, puede lastimar en cualquier momento.

Desde lo colectivo no hay mucho para destacar del próximo rival de Argentina. Tiene una defensa rápida pero no muy confiable. David Luiz y Miranda podrían ser los centrales y Filipe Luis y Dani Alves jugaron como laterales en la victoria sobre Venezuela. Luiz Gustavo y Oscar fueron titulares en el mediocampo, junto a Elías (esta vez iría Willian) y Douglas Costa. El mediocampista ofensivo de Bayern Munich es el otro hombre al que Martino deberá prestarle especial atención. En el equipo de Guardiola se destaca por despliegue e inteligencia. Juega, hace jugar y llega al gol. Puede ser un socio perfecto para Neymar. Para graficar mejor su presente, hay un dato de su campaña en la Bundesliga que es clave: lleva un promedio de 0,8 asistencias por encuentro.

Costa será un problema gigantesco para la Selección si no mejora el funcionamiento en el retroceso y en la contención. Si los laterales vuelven a mostrarse dubitativos como en la última fecha doble y los mediocampistas no mejoran su despliegue, el ex Shakhtar Donetsk es capaz de hacer desastres. No tienen demasiada importancia los nombres aquí, sino la actitud general. Argentina debe salir a atacar, pero para no sufrir es necesario mejorar en las transiciones.

En la delantera podría acompañar a Neymar Ricardo Oliveira, quien fue titular contra Venezuela. Por supuesto, el hombre de Santos estará más pendiente en generar espacios para el Diez que en desnivelar por su cuenta.

En definitiva, este Brasil no le da miedo a nadie, pero Neymar sí.