Algunas veces parece que no hay “decisión” que nos venga bien a los periodistas. Cuando Sabella ponía cinco defensores, lo corrían por izquierda. Cuando ponía a los cuatro fantásticos, lo criticaban desde la derecha. Y siguen las firmas. Ser el técnico de la Selección, definitivamente, es un mal negocio. Porque siempre hay alguien que estará en desacuerdo y pondrá el foco en el error más que en la virtud.

¿Esta introducción quiere decir que no hay que criticar al entrenador de la Selección? Para nada. Lo que se marca al comienzo es que las críticas pueden ser puntuales, a una decisión específica y no a que si el tipo sabe o no sabe, si es bueno o malo, si es ofensivo o defensivo, o si le patea el bastón a los ciegos o los ayuda a cruzar la calle. Este es el punto central. A mí me pude gustar una decisión de Sabella más o menos y no por eso debo demonizar al entrenador. Es una cuestión de grados.

bigliaDicho esto vamos al punto. A mí, como a pocos después del resultado positivo ante Bélgica, no me gustaron los cambios que realizó el DT. Sabella decidió poner a Demichelis por Fernández y a Biglia por Gago, en lo que me parecía un riesgo inútil, habida cuenta de que el equipo venía ganando y mejorando partido a partido. El riesgo, insisto, era mayor, porque el entrenador sacaba a dos correctos jugadores que no habían actuado demasiado bien para poner a otros dos correctos jugadores que no garantizaban nada. No era que sacaba a Fernández y a Gago para poner a Passarella y a Ardiles. No. Los elegidos eran Demichelis y Biglia, con sus cosas buenas y sus cosas malas.

Finalmente entendí la movida. Demichelis se acopló mejor con Zabaleta, con quien actúa en el City durante todo el año y a Biglia lo puso para perseguir a De Bruyne, el motorcito belga en la mitad de cancha, y para liberar de esa responsabilidad a Mascherano.

Ya durante el partido, me gustaron mucho menos los cambios que realizó. Dejando de lado el de Palacio por Lavezzi (que era lógico ya que Lavezzi estaba muy cansado después de hacer la banda izquierda), que es jugador por jugador, puesto por puesto, los otros dos cambios a mi juicio son insólitos. El primero, a los 33 minutos del primer tiempo, fue el ingreso de Enzo Pérez por Di María, que salió lesionado. Lo lógico, al salir el jugador del Real Madrid, era incluir a un jugador de similares características, tal puede ser el caso de Ricky Álvarez. Pero no. Entró Enzo Pérez (que dicho sea de paso jugó muy bien, por lo que la crítica no es por su actuación) y se paró de volante por derecha, sin demasiada proyección y para cuidar su sector y darle la pelota redonda a sus compañeros.

Ya ni que hablar de lo que pienso del cambio de Gago por Higuain, a los 36 minutos del segundo tiempo. Si el de Pérez por Di María me parecía raro y sólo explicable porque Argentina le estaba ganando a Bélgica 1-0, esta modificación me pareció insólita. Escucho a muchos colegas decir que lo hizo para cerrar el partido, lo que es una reverenda estupidez, ya que los partidos se cierran haciendo goles, es decir ganando 2-0, 3-1, 3-0 o cualquier otra diferencia que te ponga al resguardo del empate.

Nada te garantiza que no te van a empatar cuando estás 1-0. Ni que pongas diez defensores. Hay miles de ejemplos a lo largo de la historia del fútbol que así lo certifican. Citaré solo uno de memoria: final de la Copa América de 2004. Argentina le ganaba a Brasil 2-1 con goles del KilyGonzález y César Delgado y Bielsa (un entrenador que nadie podrá decir que es defensivo), a los 90 minutos, decidió el ingreso de Facundo Quiroga por Tevez (defensor por delantero). Un minuto después Brasil empató con gol de Adriano y después se quedó con la copa en los penales, por 4-2. Repito: nada garantiza nada. Y consignemos que en los mundiales mucho menos: venimos de penar hace 8 años con un error de este tipo: Pekerman lo puso a Cambiasso por Riquelme y a Cruz -para cabecear en el área propia y marcar a Klose- por Crespo en el partido por los cuartos de final de 2006 y Alemania, a pesar de los recaudos, igualó y quedamos desarmados para el alargue. Después, como en la Copa América de 2004, perdimos en los penales. Si Bélgica nos hubiera empatado, el alargue lo hubiéramos jugado con solo con dos delanteros: Messi y Palacio.

Insistimos: no hay certeza de cerrar los partidos, salvo que se hagan goles. El resultado se cerraba si Higuain la metía adentro del arco en lugar de pegarle al travesaño o si Messi gambeteaba a Courtuis en el mano a mano del final.

Ahora dicen que Sabella encontró el equipo, el equilibrio. Con Biglia, con Enzo Pérez y con Lavezzi adentro de la cancha pero sin Gago, Di María y el Kun Agüero. Muchos me podrán tildar de romántico o de tarado, pero la verdad, jugador por jugador, prefiero a los que se quedan afuera. Y si no pueden entrar por lesión, me quedo con reemplazantes más amigables con la pelota.

Y como para que no me digan que no doy soluciones, con Di María y Agüero de baja por lesión, me gustaría que forme de la siguiente manera: Romero; Zabaleta, Demichelis, Garay, Rojo, Mascherano, Biglia, Lavezzi, Messi, Ricky Álvarez e Higuain. Como verán, más allá de no haber compartido la decisión del entrenador de incluir a Demichelis y Biglia, acepto que acertó y que ambos jugadores fueron muy útiles para lo que pasó ante Bélgica. Pero ante Holanda no saldría con Enzo Pérez como titular porque, si lo hago, siento que resigno demasiadas variantes ofensivas y capacidad para tener la pelota, por lo que establezco claramente que voy a jugar de contraataque. Y a mí, lo digo con todas las letras, no me gusta jugador de contraataque, más allá de que reconozco la eficacia que tiene esa táctica.

Como se ve, todo pasa por el tamiz con que se lo mira. Cada uno va con su librito abajo del brazo. Por suerte, en definitiva, el entrenador es Sabella y nuestras opiniones sólo quedan registradas en el papel sin que nadie les otorgue demasiada importancia.