Está en los hinchas y dirigentes de Huracán decidir si la final de la Copa Sudamericana contra Independiente Santa Fe, perdida por penales en Bogotá, marcará el final de un ciclo o si será la continuidad de un gran momento en la historia del club. Porque no hay que olvidar que este equipo de Parque Patricios, en apenas un año, consiguió el ascenso a Primera, la Copa Argentina, la Supercopa Argentina, dos clasificaciones consecutivas a la Copa Libertadores y el subcampeonato de la Copa Sudamericana. Algo que pocos clubes están en condiciones de disfrutar y que reubicó a Huracán en el lugar que nunca debió dejar de ocupar: el de sexto grande.

COLOMBIA_FÚTBOL_COPA_SUDAMERICANAEstá más o menos claro que la tristeza hoy debe ser inmensa para los hinchas. Huracán estuvo muy cerca, demasiado, de obtener por primera vez un título internación al en sus 107 años de historia y el dolor por haber perdido la chance debe molestar. Pero el árbol no debe tapar al bosque. Y, fundamentalmente, los dirigentes no deben caer en los mismos errores del pasado. Porque aquellas claudicaciones le costaron muy caras a Huracán y terminaron, la mayoría de las veces, en la oscuridad más absoluta, tanto en lo institucional como en lo deportivo.

En tiempos en donde los argentinos nos preguntamos por la amnesia que sufre gran parte de la sociedad y qué sino trágico nos envuelve para estar otra vez en viaje hacia el funesto pasado reciente del neoliberalismo, apelamos a Huracán como reserva moral. Apelamos a que sus dirigentes estén a la altura de la circunstancias, no destrocen el plantel y le den continuidad a los buenos trabajos realizados por Apuzzo y Domínguez. Repetimos: chocar la misma piedra es facultad propia de los humanos, pero ya hacerlo en cuatro ocasiones sería un exceso.

Porque la primera vez que Huracán se equivocó fue allá por 1973, cuando dejó pasar un momento maravilloso de aquel equipo de Menotti campeón Metropolitano y en apenas cuatro años ya todo era historia. Los desaciertos desmbocaron poco después en el primer descenso tras más de 70 años en primera división.

La segunda oportunidad perdida fue en 1994, cuando tras un trabajoso regreso a Primera estuvo a tiro de ser campeón con aquel muy buen equipo de Héctor Cúper. No pudo coronar y otra vez las malas campañas y las pésimas decisiones lo llevaron a descender un puñado de años después.

La tercera sucedió mucho más adelante en el tiempo. Y fue una ráfaga de dos años que dejó una huella en la historia del fútbol. Porque entre 2007 y 2009 surgió aquel fantástico equipo de Ángel Cappa, que fuera despojado en un partido decisivo ante Vélez. Pero otra vez los disparates dirigenciales lo terminaron llevando a la B Nacional dos años después.

Lo ocurrido entre 2014 y 2015 es fantástico: el regreso a Primera después de la goleada ante Atlético Tucumán, la Copa Argentina, la Supercopa Argentina, las clasificaciones consecutivas para la Copa Libertadores y el subcampeonato de la Copa Sudamericana son hechos que no pueden ser borrados el codo en tan poco tiempo.

Hay que aprender del pasado. Y los títulos nacionales seguirán llegando y los internacionales aparecerán de una vez por todas.