En la posición de 11, cercado contra la raya, Lautaro Martínez forcejeaba con un defensor inglés. En ese forcejeo, el delantero de Racing movió los brazos un poco de más, el rival quedó tirado y él se fue con la pelota, que segundos después terminó en córner. Mientras, el inglés seguía tirado. El árbitro se acercó a ver qué le pasaba y entonces pidió el video de la jugada.
Igual que con algunas manos, estamos hablando de una jugada de interpretación. Efectivamente, Lautaro Martínez parece hacer un movimiento no natural con los brazos. Pero un árbitro puede entender que es un movimiento habitual para alejar a un marcador pegajoso y otro puede entender que el movimiento fue para agredir al rival. Si nosotros tuviéramos que jugarnos diríamos que estamos más cerca de la segunda opción pero, al no tener la certeza de que fue una agresión, lo habríamos solucionado con una amarilla. El árbitro, sin embargo, sí tuvo la seguridad y decidió echar a Martínez.
Más allá del experimento, esta acción deja en evidencia el sistema. Los que toman las decisiones deben decidir cuándo y para qué se usa la revisión de una jugada. No estamos hablando de una trompada sin pelota que el árbitro no vio porque estaba en otro lado. Fue una jugada de las que hay muchas en un partido y sería ridículo parar el partido a cada rato.
¿Y entonces para qué usamos el video? Simple: para las jugadas de precisión. Si una pelota cruzó o no la línea del arco, si una falta fue afuera o adentro del área y, principalmente, para los off sides. Hay equipos que trabajan muy bien con la posición adelantada, tanto en defensa como en ataque. Y ese trabajo no puede ir a la basura por un juez de línea desatento. Porque muchas veces estamos hablando de un gol, con lo difícil que es hacerlo. Es cierto que por ahora la FIFA está experimentando. Esperemos que saque las conclusiones correctas como para que el fútbol siga siendo fútbol. No es muy difícil hacerlo un poquito más justo.