El llanto de Di María al final del partido ante la mirada morbosa de la cámara fue difícil no sentirlo. Se le fue su abuela unas horas antes del debut en la Copa América y él no dejó al equipo porque “era un orgullo para mi abuela que yo jugara en la Selección”.
Sin Messi, Di María era uno de los “veteranos” que tenía que asumir responsabilidades. Pero Di María juega siempre parecido, los contextos no modifican su adn. A Di María le gusta la pelota. Y a veces la tiene más de lo aconsejable. Paradójicamente, Martino le podrá poner un video de una jugada suya para que entienda qué es lo mejor cuando se juega con compañeros: su propio gol, el que abrió el partido. Apenas recibió de Banega fue al asunto: zurdazo al primer palo para que Bravo no tuviera ninguna reacción. Así sí, Di María.
Y, si necesita otro ejemplo, también puede mirar el segundo gol, cuando Chile todavía seguía grogui por haber recibido un impacto inesperado. Quizás porque sabía que debía devolverle la gentileza a Banega, Di María le dio la pelota en el momento oportuno y se invirtió la fórmula para el 2 a 0 en menos de 10 minutos del segundo tiempo. A partir de ahí, Argentina tuvo algunos momentos de floreo ante la desorientación chilena. Sin embargo…
Hubo una vez un equipo que cambió drásticamente su estructura. ¿Sólo porque no estaba Messi? ¿O porque el rival iba a jugar a tener la pelota? La Selección eligió esperar. Provocar el error ajeno y aprovechar la velocidad de Gaitán y Di María. Es decir: Argentina jugó al contraataque. Le salió bien porque estuvo muy sólido en la defensa y porque Chile cometió errores en zonas indebidas. Pero hubo un rato del primer tiempo que tiene que dejar preocupado al entrenador. Y esperemos que la declaración de “me gustaron los 90 minutos” haya sido para la gilada y Martino no se lo crea. Lo que tiene que preocupar al técnico es que por un buen rato del primer tiempo la Selección corrió detrás de la pelota, jugó como si se sintiera un equipo inferior.
Lo muy bueno, igualmente, fue que en el descanso se ajustaron algunas tuercas. Los volantes de recuperación dejaron la pasividad y en vez de esperar el error lo fueron a provocar. Con las líneas juntas, los buenos pies de Gaitán, Banega, Di María y Augusto y la contundencia de los que tuvieron la oportunidad, Argentina tuvo un buen debut desde los números y genera intriga desde lo futbolístico.