Se fue; no él, sino el apellido: el apellido se fue. Ocho millones de euros lo pueden todo: destrabar una cláusula, comprar a un hombre, acelerar el tiempo hasta ubicarnos en una especie de pasado continuo, otra realidad. Hay apellidos que envejecen. Funes Mori se fue y nosotros ya estamos gritando Funes Mori, te acordás de Funes Mori, mientras el mozo pide que le hagamos lugar para apoyar la picada y una nueva ronda de ferné.

funes-mori-x-2Hay apellidos que han sido moldeados secretamente para la memoria de los hinchas y el relato radial. La Araña Amuchástegui. El Mono Carlos Fernando Navarro Montoya. Germán Adrián Ramón Burrrrgos y su erre letal. Quien los evoca debe respetar una máxima sonora: subir lentamente el volumen mientras los enuncia y de repente sacarse, quizá pararse, también gritar, cuando ingresa en la penúltima o antepenúltima sílaba. El ridículo puede acompañarse con el agite del brazo derecho, aunque este último punto es a gusto del consumidor. En el caso de Funes Mori, la o es contradictoria: suena a gaste de escuela primaria. Un córner que no fue, una mala salida de Orion y un cabezazo en el último minuto en la Bombonera nos enseñaron que hay que cuidarse: detrás de cualquier apariencia puede haber un depredador.

Funes Mori Segundo tuvo la ventaja que le concedió Funes Mori Primero: podía ser más gracioso, pero no peor. Funes Mori Primero había sido un dibujito animado que miraba a cámara mientras trazaba el plan perfecto –las cejas alzadas, una sonrisa casi sexual– y al que todo le salía bárbaro, siempre, salvo el final. El pase elegante del 10 y la recepción elegante del 9. El elegante enganche ante el marcador, la pose inglesa antes de patear. Hasta ahí, Europa; desde ahí, México o Estambul: el derechazo al travesaño, a la panza del arquero, a la popular o a un lateral. De las cejas alzadas del principio a la cara caída y desinflada -también mirando a cámara- del final. Del Coyote, al Coyote. Todoramiros lo sabíamos pero teníamos la inverosímil fe de que iba a cambiar. Y el que lo cambió (unos guionistas obvios igual lograron el efecto: sorprendernos) fue su hermano. Funes Mori Segundo. Funes Mori Rey.

Hasta en el recuerdo de sus jugadas insignias vivieron invertidos. Mientras Rogelio metió uno de los goles más decisivos de la historia de River (un 2-1 a Boca Unidos a los 42 minutos del segundo tiempo y a dos fechas del final de la B Nacional, lo que le evitó al equipo de Almeyda relegar la punta, el ingreso a un infierno total) pero todos nos acordamos de sus mano a mano con remate de sketch, Ramiro convirtió el gol en contra del 0-1 con Racing y simuló ser Rogelio cuando pifió un despeje que terminó en el 1-1 de Olimpo, las dos jugadas que regalaron el Torneo Final, pero todos nos acordamos obviamente de La Boca, el tiro libre a Temperley, el cabezazo que certificó que esta Libertadores tenía las reglas de la non fiction. Sucedió, es verdad, sí, pero una verdad escrita como fábula o literatura: “Con un gol de Funes Mori, River goleó 3-0 y se consagró campeón de América”. Rogelio habrá leído eso y en algún momento habrá sentido que fue él.

Diego Latorre ensayó en radio Del Plata una buena idea sobre el Funes Mori que se va. Dijo que el central se cree mejor de lo que es, y que para igualar esa ficción, su ficción, no le queda otra que perfeccionarse, crecer.

Diego Latorre ensayó en radio Del Plata una buena idea sobre el Funes Mori que se va. Dijo que el central se cree mejor de lo que es, y que para igualar esa ficción, su ficción, no le queda otra que perfeccionarse, crecer. Las primeras veces que lo vimos salía siempre como si jugara con Peter Crouch de 9 y Falcioni de entrenador, y de repente (de repente para nosotros: él se rompió cada tarde, cada mañana, laburando en el silencio impersonal de todos los que sueñan con vencer) no hubo primer pase que no lo encontrara bien perfilado, tocando con soberbia, gambeteando a wines que le miraban eBUENOS AIRES, ARGENTINA - AUGUST 05:  Ramiro Funes Mori of River Plate holds the trophy after winning a final match between River Plate and Tigres UANL as part of Copa Bridgestone Libertadores 2015 at Antonio Vespucio Liberti Stadium on August 05, 2015 in Buenos Aires, Argentina. (Photo by Gabriel Rossi/LatinContent/Getty Images)l apellido y lo salían a apretar. Como Messi, que alguna vez dijo que hacía jugadas en la Play para después imitarlas en la realidad, Funes Mori quiso parecerse al Funes Mori ficticio: el Funes Mori que él se imaginó.

Se va a Inglaterra el 6 del último River campeón de América. Se va, al olvido inmediato, un apellido que sin embargo usaremos para recordar: recordar las series y los celulares de esta época, recordar el olor con el que nos recibía el living del abuelo donde vimos los partidos, recordar nuestros juguetes, recordar a ese amigo y a esa amiga a los que no vemos más. Algunas costumbres y algunas noticias son la medida de nuestro tiempo. “Hace cuatro libros que no llueve”, escribió el dramaturgo Mariano Tenconi Blanco en su última obra, Futuro. “Hace un Funes Mori era más joven”, escribo yo.